Una de las características principales de la última novela de Ramón Pérez Montero (Medina Sidonia, 1958) es ajena a la novela misma. Digamos que se ha derivado de un modo insobornable de novelar, que es el propio del puntilloso, certero e infatigable buscador de la verdad, la verdad histórica. En nuestro autor la verdad no es sólo una verosimilitud aristotélica de la novela, la verosimilitud obligatoria, es una construcción poliédrica cuyo resultado inmediato es que tuvo que ser exactamente como lo cuenta el novelista. ¿Entonces no podemos hablar de novela histórica ni incluir su Tres días del 33 bajo el modelo conocido como tal, solo la narración de episodios históricos de la España de la Segunda República? Rotundamente no. Es lo sorprendente de esta novela y de este novelista de gran potencia narrativa: un campo abierto a la reconstrucción, un espacio para la verdad y para lo que se oculta detrás del espejo.
Pérez Montero ha logrado una suerte de novela total, con todo dentro. Los modos del habla son los modos de la vida. Y la parte de la lírica que la vida trae de suyo refulge en las páginas de esta novela, a menudo seca, inmisericorde. Ese rigor posee. Los procedimientos más acreditados del novelar pasan con brillantez el examen que el propio autor se ha exigido a sí mismo.
Digo que ha exhumado las hablas campesinas, el léxico de los habitantes del antiguo ducado de Medina Sidonia en ese momento histórico, y el balbuceo silencioso de los oprimidos junto al parloteo de los opresores, su sesgo cortante, su animadversión profunda. Ningún odio ha dejado de referenciarse, ninguna injusticia. Es como un cierre de círculo, un establecimiento completo de lo sucedido, de las causas y consecuencias. Pero llanamente expuesto, brillantemente escrito y precisamente recreado. Con un pulso narrativo infatigable, una prosa múltiple y espléndida, como el conjunto de la novela. De lo mejor que he tenido la oportunidad de leer en mi vida.
Mas conviene volver al origen de estas palabras: Tres días del 33, al igual que Eras la noche (2020), también espléndidamente editada por la editorial sevillana Libros de la Herida, es una novela llena de historia pero no es una novela histórica al uso. Se trata de una novela ficcionaria extraordinaria, se trata de la historia de un crimen, de unos criminales y de un país tocándose la roma y mirando para otro lado. Es la España de ni muertos ni heridos, los tiros a la barriga; la España que se trae a colación, y a cuento, bajo cualquier motivo. Ramón Pérez Montero ha elaborado pacientemente el relato de Casas Viejas, ha dibujado con pulso certero y poético la imagen caleidoscópica de aquellos días de 1933 que se anticiparon a las revoluciones que venían inexorablemente. Es una novela épica, es una película que vemos paralizados en la butaca de aquellos viejos cinemas y son los años que han ido pasando ajenos al dolor y a la esperanza, el tiempo de la derrota y de la victoria de una guerra que perdimos todos. Preocupante sería aceptar la tesis de Croce que establece que toda historia es historia contemporánea. Desde luego en las páginas de la novela de Ramón Pérez Montero hay una ficción que funciona como un motor de reacción, hay una reconstrucción pluscuamperfecta de los hechos trágicos de una pequeña aldea cerca de Medina Sidonia, que se llamó Casas Viejas, y que será para siempre el nombre del drama, un drama de raíces muy profundas que sólo esperaba la mano firme de un narrador excepcional para ponerlo entre las tapas de un libro asombroso.
Repito, es una de las mejores novelas que se han escrito en estos ámbitos.
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Autor: Ramón Pérez Montero. Título: Tres días del 33. Editorial: Libros de la herida. Venta: Todostuslibros
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