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«El pasado es el presente» (Tiempos de coronavirus 5)

«El pasado es el presente» (Tiempos de coronavirus 5)

No sabía que se había muerto McCoy Tyner, ni había leído algunos de los artículos que salieron sobre George Steiner que tenía recortados. Soy de los que guardo columnas, entrevistas, reportajes… de periódicos y revistas, por no hablar de los suplementos culturales (estos tal cual, enteros). En un enorme salón de su casa, enfrente del Race, Fernando Fernán Gómez tenía tres bloques de suplementos de otros tantos diarios que iban creciendo cada semana. Me dio envidia, hago lo mismo. Los visito cuando me aburro, cuando no sé qué hacer. Qué curioso lo que se decía entonces sobre entonces, a qué se daba importancia y qué era lo que se «olvidaba». Por qué se decía lo que se decía, cómo se decía, cuándo se decía para decir lo que realmente se quería que se supiera.

—“Seguimos sin saber si a Federico [García Lorca] le ha pasado algo”, escribe Pedro Salinas el 17 de octubre de 1936 en una carta que dirige a su mujer, Margarita Bonmatí. Espanta saber que al poeta granadino lo mataron el 18 de agosto, casi dos meses sin que supiera nada su amigo. Las páginas son de un ABC de 1996.

—“Hemos perdido los olmos y aquí nadie se inmuta. Estamos perdiendo la trucha oriunda y siguen sin inmutarse. Y yo digo: ¿qué tiene que pasar en el mundo para que se inmuten los políticos?”. Así hablaba en El Mundo Miguel Delibes en el suplemento La Esfera del 2 de junio de 1991 a Elvira Huelbes. El escritor agrega poco después a cuento de otra cosa: “Tengo la impresión de que le pedimos demasiado a la vida, y ésta realmente da poco y, a veces, quita mucho”.

"Estamos perdiendo la trucha oriunda y siguen sin inmutarse. Y yo digo: ¿qué tiene que pasar en el mundo para que se inmuten los políticos? (Miguel Delibes)"

—“El mundo que traduce Juan Marsé en su novela (Encerrados con un solo juguete) es el de la juventud que tiene muy pocas cosas que hacer. Entonces se encierra con un solo juguete, el amor, en el sentido francés de la palabra. Los personajes se justifican y acusan a las circunstancias de su postración. El personaje central es autobiográfico, en la mayor parte de sus vivencias”. Este es un fragmento de la entrevista que Manuel Vázquez Montalbán realizó a Marsé en 1960. Montalbán tenía 21 años, Marsé 27. El texto se publicó en Solidaridad Nacional, la «Soli». El creador de Pepe Carvalho cobró por el trabajo 150 pesetas. Con el tiempo serían amigos y una foto lo atestigua: el 12 de marzo de 1982 están juntos en la presentación de Un día volveré. Marsé está de pie hablando al público delante de un micrófono (¿un pub, una discoteca a tenor de mesas bajas con vasos?), zapatos de ante, jersey de pico, patillas, la mano derecha sosteniendo un cigarrillo y la otra medio escondida en el pantalón (parece) vaquero. Manolo está detrás, sentado, ancho, las piernas abiertas, pantalones casi de campana, chaqueta, con un vaso largo y a medio sonreír.

—“Estoy muy preocupado porque tengo que dar un discurso y yo no sé hablar; no sé pronunciar ni una sola palabra; va a ser una catástrofe”, decía Juan Carlos Onetti a El País el 22 de abril de 1981, la víspera de recibir el Premio Cervantes. “Mañana, jueves, me gustaría confundirme entre la multitud, esconderme y que nadie me encuentre”.

—Al lado, en una página de publicidad de aquel 22 de abril de 1981, la editorial Bruguera anunciaba:

“-28 de abril, presentación mundial de la última novela de Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada. Páginas 196. Encuadernación Tapa Dura: 950 pesetas. Tapa rústica: 375 pesetas”.

“-Música para camaleones. Truman Capote. Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio. El último gran libro del autor de A sangre fría.

“-Bajo el volcán. Malcolm Lowry. Bajo el volcán es tal vez la novela que más veces he leído en mi vida. Quisiera no leerla más, pero sé que no será posible, porque no descansaré hasta descubrir dónde está su magia escondida. (García Márquez).

"Bajo el volcán es tal vez la novela que más veces he leído en mi vida. Quisiera no leerla más, pero sé que no será posible, porque no descansaré hasta descubrir dónde está su magia escondida (García Márquez)"

—Revista La Luna de Madrid. Marzo de 1984. 200 pesetas. Escriben Fernando Savater, Martínez Sarrión, Juan Carlos de Laiglesia, Gonzalo Suárez (Un epílogo para una zancada), Juan Madrid, Leopoldo María Panero (“Amaba al Metro más que a una mujer: sus laberintos, sus encrucijadas, sus dobleces, sus sorpresas, el jeroglífico de sus flechas, el misterio de sus hombres, la infinita aventura de vivir siempre la «otra vida»: amaba al Metro más que a toda mujer”). Entre otras entrevistas, una de Borja Casani y José Tono Martínez a Eduardo Haro Ibars: “Yo me considero una persona muy sensata. Yo trato de ver problemas que afectan a grupos o a una generación de una forma coherente. Yo soy homosexual, y como considero que la homosexualidad es una forma de comportamiento completamente normal pues… voy y lo digo y lo cuento, pero sin alarde… hecho que en este país era importante para la vida de la persona. Yo he tenido un problema con el alcohol… pero he tenido el mismo problema que el 4% de los habitantes de este país. La diferencia es que yo lo cuento. Las drogas… Toda mi generación ha utilizado eso que se llaman drogas blandas… y, en parte, la generación anterior: gentes que están en altos puestos de la administración se fuman sus porros”.

—Número 1 de la revista El Paseante, que dirigió Jacobo Stuart. Invierno, 1985. 700 pesetas. Inéditos de Italo Calvino, textos de Zush, José-Miguel Ullán, Pere Gimferrer (Cuatro cuentos fantásticos), Azorín, Luis Gordillo, versos de Pedro Casariego Córdoba… y un texto de María Vela Zanetti, titulado Joaquín Berao: El ladrón aplicado, que así empieza: “Para robar en una casa es preciso tener un diamante. Por dos razones: primero, romperá el vidrio de la ventana, después, será el talismán que conjure el prendimiento; una persona que posee un diamante y busca otro no es un ladrón, es un coleccionista o incluso un sentimental; ni a un coleccionista se le encierra, ni a un sentimental se le sorprende”.

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