Prólogo de Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de Miguel de Cervantes Saavedra. Jesús Munárriz, editor de la obra, dirige Ediciones Hiperión.
Hace diez años traduje y publiqué el libro de Michael Nerlich El Persiles descodificado o la «Divina Comedia» de Cervantes, un volumen de 760 páginas que aporta investigaciones, descubrimientos e hipótesis de trabajo fundamentales sobre una obra tan valiosa como desconocida y malinterpretada.
Los meses dedicados a esa tarea me familiarizaron con el Persiles, uno de los textos menos frecuentados de su autor, pese a que éste lo considerara «el mejor de los que en nuestra lengua se han compuesto, de los de entretenimiento», y me hicieron pensar en la posibilidad de reeditarlo e incorporarlo al catálogo de Hiperión al cumplirse su cuarto centenario. Porque, aunque la primera edición madrileña apareció a principios de 1617, Cervantes la dejó lista para la imprenta «el diecinueve de abril de mil seiscientos dieciséis años», como consta en su dedicatoria al conde de Lemos; es decir, tres días antes de su muerte, de la que conmemoramos ahora dicho centenario.
La minuciosa relectura del texto cervantino con vistas a su publicación me hizo ver que el castellano en que está escrito apenas necesita notas o aclaraciones; únicamente la ortografía y la puntuación precisaban una modernización que eliminara obstáculos al lector actual y le permitiera concentrarse en la narración sin obstáculos superfluos. La ortografía del siglo XVII no es la de hoy en día (Cervantes escribía con b su apellido) y la puntuación, como sabemos, solía ser más tarea de los cajistas de imprenta que de los propios escritores.
Así que mi trabajo consistió en modernizar la ortografía y adaptar la puntuación y la partición en párrafos a los usos actuales, añadiendo únicamente unas pocas notas a pie de página para explicar el significado de contados arcaísmos, desconocidos para un lector de hoy. Apenas cincuenta, incluyendo algunos nombres geográficos o mitológicos.
Porque la idea de esta edición era y es la contraria de la que ha dado origen a esas otras exhaustivamente anotadas en que los profesores se apoderan de los clásicos como si fueran de su propiedad e intercalan tal cantidad de comentarios, teorías e interpretaciones que resulta difícil seguir el hilo de las historias narradas y más aún pensarlas y juzgarlas por cuenta propia o disentir de las afirmaciones de sus «editores». Del Persiles se pueden decir y escribir muchas cosas, y para eso están las revistas filológicas y los libros especializados, pero los lectores tienen derecho a enfrentarse al texto tal como Cervantes nos lo entregó, sin añadidos ni intercalaciones eruditas o académicas. Todos deberíamos tener la posibiidad de disfrutarlo con nuestro mejor saber y entender, sin que nos interrumpan, nos guíen, nos empujen, nos convenzan o nos adoctrinen. Y ése ha sido el resultado final: una edición limpia, fiable, manejable, que se puede leer como lo que es, como una novela «de entretenimiento», que así la calificó su autor.
El Persiles tiene un ritmo narrativo animadísimo. A los dos protagonistas principales les acompañan un grupo de «secundarios» que varían a lo largo de la narración y aparecen y desaparecen en función de los distintos episodios. Estos son muchos y variados, en un largo viaje que empieza en esas regiones del norte de Europa a las que alude el subtítulo, desciende por mar hasta Lisboa, incorporada entonces a la corona de Castilla, atraviesa la península hasta dar en Cataluña, pasa por la Provenza, cruza el norte de Italia y culmina en Roma, meta de peregrinación y centro neurálgico en que se resuelven todos los enigmas y asuntos pendientes en la narración. La acción es continua y cambiante, está llena de sorpresas y hallazgos, no da pie a que el lector se adormezca con episodios largos o aburridos. Cervantes, maestro en el arte de narrar, orgulloso de ser «el primero que ha novelado en lengua castellana», dosifica las aventuras y los sucesos con un ritmo que hoy consideraríamos «cinematográfico», cambia de paisajes, dosifica «la suspensión» y consigue lo que se propuso: mantener al lector pendiente de su libro a lo largo de sus setenta y siete capítulos.
Que, además, el libro sea susceptible de segundas y terceras lecturas, de interpretaciones históricas, políticas, religiosas, filosóficas o hermenéuticas, es algo que queda para quienes se dedican a tales tareas. En el Persiles encontrarán campo abonado. Nerlich, con su estudio, señaló infinidad de temas y caminos aún por transitar. Pero a quienes únicamente pretendan conocer de primera mano esta obra de Cervantes que aún no han leído, o a quienes ya la conozcan y pretendan disfrutar con su relectura, creo que esta nueva edición les resultará útil y cómoda. Y espero que disfruten con ella como su autor lo pretendía de los «regocijados amigos» a los que se la entregó en su despedida.
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Título: Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia septentrional. Edición del Cuarto Centenario 1616-2016. Autor: Miguel de Cervantes Saavedra. Editorial: Hiperión. Edición: Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia septentrional (Ediciones Hiperión)
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