“Bajo la tenue iluminación de la farola, distorsionada por la niebla, Diana pudo distinguir la silueta de un hombre…”. Así arranca El pintor de luz (Aliar Ediciones), trepidante novela de Luis de Valdés que está dando mucho que hablar, y bien, tras su lanzamiento en este verano recién consumido.
Luis, a quien conozco y aprecio desde que él era un niño y yo un mozalbete, ha escrito siempre: poemas, relatos, cuentos infantiles, pero para sí mismo o, como mucho, destinados a su círculo más íntimo. Ahora lo ha hecho para todos y es de agradecer, pues el resultado es una novela brillante, ausente de artificios innecesarios, que consigue tejer con maestría toda una telaraña de emociones y misterios que atrapa desde el inicio. Esa es la principal virtud que adorna su primera novela, el ritmo vivo, la narración ágil e incisiva, los diálogos justos y bien rematados, además de una trama repleta de intriga que mantiene al lector alerta en cada página, tratando de atar cabos y con ganas de continuar leyendo un rato más, otro nuevo capítulo, hasta llegar al final sin darte apenas cuenta.
Así, los que se adentren en sus 240 páginas no tardarán mucho en devorarlas, pues se verán atrapados desde el inicio en una serie de crímenes sin resolver, aparentemente inconexos, y con la “extraña pareja” formada por dos detectives, Santiago y Diana, en la búsqueda intensa de respuestas, pues nada o casi nada es lo que parece en este caso tan complejo. Será para ambos, especialmente para la joven Diana, un reto que no abandonarán pese a los riesgos, la niebla constante que todo lo cubre, los callejones sin aparente salida en la que se ven encerrados durante la investigación, y al serio peligro en que ponen su propio pellejo en más de una ocasión. Ella es una mujer sagaz, atractiva e intrépida, inspirada a buen seguro en los personajes femeninos de tantas novelas de Pérez-Reverte, pues me consta que el autor es admirador ferviente del académico de la RAE. Él es un buen tipo, o al menos parece que ahora lo es, un héroe cansado y desengañado con la sociedad, el poder y la política. Ambos tienen un pasado que se asoma en algunos pasajes, pero siempre de manera taimada, velado por el autor de manera consciente, lo que acrecienta el interés por ambos personajes tan diferentes que comparten códigos no escritos, hilos invisibles que les conectan y unen con fuerza.
Un tercer protagonista no menos importante, el Madrid de comienzos de los 80 del siglo pasado, empapa todo el texto de esta novela negra, una capital de elevados contrastes, de microcosmos donde se viven realidades muy diferentes, de barrios separados por fronteras invisibles que se tornan en peligrosos cuando las lindes de los más degradados son cruzadas por los más incautos al caer la noche. Es una ciudad que se abre a la democracia, como toda España, de vientos de cambio que se tornan en huracanes con sus esperanzas, libertades, miedos, resistencias y zozobras. La efervescente libertad sexual y política, de color y apertura, el Madrid de la movida, pero también de muchos grises, cargada de secretos, clasismo, machismo, violencia, droga y penurias.
El pintor de luz tiene todos los ingredientes que se le piden al género: suspense, giros inesperados, crímenes, violencia, sexo, personajes ambivalentes que esconden secretos y un final no cerrado del todo, prólogo quizás de nuevas historias que Luis de Valdés escribirá en un futuro próximo.
Ojalá sea así.
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Autor: Luis de Valdés. Título: El pintor de luz. Editorial: Aliar ediciones. Venta: Todostuslibros
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