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El presidente y los libros

El presidente y los libros

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, no ha comprendido, y me temo que nunca lo comprenderá, que la palabra de los libros es plural. Lo mismo hay tomatazos que flores. Pero AMLO no gusta de la diversidad y cree que la crítica, en el mero sentido de un análisis razonado, el debate e incluso la arena donde se dirimen ideas, el ágora que dirían los griegos, es enemigo si ahí se vierten palabras de desacuerdo o comentarios negativos. Es algo que AMLO no tolera. Y entonces suelta la matraca, acude a uno de sus latiguillos favoritos (no sabemos si su riqueza verbal da para otros calificativos) y acusa de «conservador» al objeto de su enfado. Volvió a pasar con la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. AMLO, dando la espalda al mundo del libro y sin siquiera darse cuenta que con ese gesto entierra la memoria de su gestión (pues será en los libros donde sea recordado y me temo que el recuerdo va a ser malo y lo sepultará en el olvido por mucho que en su grandilocuencia y megalomanía haya bautizado su gestión de «Cuarta Transformación»), calificó al evento, el de mayor prestigio mundial para el mundo editorial en lengua española, de “cónclave de derecha”, afirmando sin empacho ni vergüenza que nunca había asistido, por su “tendencia conservadora”. ¿De verdad? Para escenificarlo, durante su conferencia matutina mentó nombres de escritores muy críticos con su gestión, como Mario Vargas Llosa, Enrique Krauze o Héctor Aguilar Camín y declaró: “Es importante que se sepa que la FIL de Guadalajara siempre es una especie de cónclave de derecha». “No estoy en contra, nada más que tiene una tendencia conservadora. Yo por eso no voy”. En su delirio, pues no es posible que un Jefe de Estado tenga tan pocas luces, criticó que a la FIL se le siga destinando mucho dinero público, juicio que no extraña, pues es notorio que en cinco años su Gobierno apenas ha dado limosnas para fomentar el libro y la lectura, que a él le importan un carajo. La animadversión de AMLO a la FIL, han dicho algunos analistas, tiene que ver con el ya difunto Raúl Padilla, fundador de la feria, y su tendencia política, algo que nunca impidió que ahí se dieran cita tirios y troyanos. Pero en su pobreza dialéctica, don AMLO le reprochó que hubiera recibido en España la condecoración de la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica en 2009: “A Raúl Padilla, que en paz descanse, hasta le dieron un premio en España, la monarquía”, afirmó dándoselas de indígena republicano cabreado. Luego, en un revés de lucidez, recordó que sí, que a la FIL había asistido gente como José SaramagoPaco Ignacio Taibo II —quien casi simultáneamente estaba presentando su nuevo libro Los alegres muchachos de la lucha de clases (Planeta)—. “Todos tienen derecho a ir», añadió con cinismo luego de escupir. Pero el mensaje ya estaba dado, la prédica elevada a los cielos y de inmediato su sucesora, la candidata a presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien se esperaba que asistiera a la FIL tras ser invitada por Taibo II, en un gesto muy preocupante que ojalá sea meramente circunstancial y no continúe la línea seguida por don AMLO si es elegida, cancelaba su asistencia por “motivos de agenda”. ¿Qué gana esta gente con sus desplantes? ¿Por qué esta tirria por un evento que pone por encima de todo y de todos un bien tan universalmente valioso como los libros? ¿Qué caso tienen estos pataleos, estas descalificaciones y menosprecios? Por mucha política que se haga, esto solo revela una profunda, infinita miseria intelectual. Y los libros, no cabe duda, lo expresarán con voz serena y lo seguirán repitiendo mucho tiempo después, cuando estas ignominias solo sean un mal recuerdo.

JORGE F. HERNÁNDEZ, UN ABRAZO A LA JUVENTUD

"Entre otras cosas, Jorge F. Hernández recomendó a los chavos que no obedezcan una ley si no está en el papel o que si quieren ligar son necesarios más de 140 caracteres"

Lo quiso dejar bien claro y compartimos su declaración: «Lo único que nos salva como personas, como país y como planeta, está en los libros”. Lo dijo el escritor Jorge F. Hernández durante su charla en el acto Mil Jóvenes, celebrado en el marco de la FIL de Guadalajara, que concluyó ayer domingo. El gran Jorge, una de las plumas más queridas de las letras mexicanas actuales, acaba de publicar la novela Cochabamba (Alfaguara) —la cual narra la historia de una mujer cuya vida es más literaria que la de muchas mujeres de ficción y en la que se cruzan personajes como Manuel Chaves Nogales, Coco Chanel, Édith Piaf o Albert Camus— y ha adelantado que está escribiendo una nueva narración que llevará por título Alicia nunca miente. Entre otras cosas, el escritor recomendó a los chavos que no obedezcan una ley si no está en el papel o que si quieren ligar son necesarios más de 140 caracteres: «Escriban», les sugirió, «resuciten las cartas y los recaditos. Lo único que nos salva está en los libros». Y acto seguido, se puso en pie y con toda su enormidad, gritó: «¡Viva la FIL!”. Que así sea.

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