Si no conoces bien lo que hacen los hackers no entenderás esa pasión por hacer cosas que no están hechas aún. Para nosotros es una necesidad vital el buscar nuevos límites que se puedan sobrepasar con la tecnología. Encontrar algo divertido, impactante, curioso o distinto que hacer es nuestra gran pasión. Y en esto nos pasamos todos los días. Pensando en nuevas ideas y nuevos proyectos en los que meternos. Ya sea poner un sistema de almacenamiento en Internet a un equipo Macintosh de los años ochenta —como hicimos—, o buscar una forma de saltarnos una protección de un programa porque sabemos que está mal.
Es un grupo pequeño de cuatro o cinco personas, dependiendo de si tenemos asignada alguna beca o si algún joven se viene en prácticas con nosotros, y nuestro objetivo es hacer pruebas tecnológicas en horas, días o alguna semana, pero nunca más allá, salvo que hayamos hecho algo grande que vaya a crecer. En todos estamos en el principio, luego ya veremos cómo evolucionan.
Por supuesto, lo que hacemos no son productos de ingeniería que requieren ciclos de desarrollo mucho más largos, con un montón de equipos ocupándose de todos los detalles. Lo que hacemos en este equipo son hacks, “PoCs”, con spaghetti code y solo para demostrar un concepto. Supongo que alguno de los que estáis leyendo este texto estaréis preguntándoos ahora mismo que es eso de hacks, de PoCs y de spaghetti code, pero no os preocupéis, que os lo explico.
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Con mi equipo de Ideas Locas conectando un Macintosh a la Cloud para descargar y jugar al Príncipe de Persia
Para nosotros un hack es hacer algo nuevo que no se había hecho antes, que permite crear algo diferente, o hacer que algo funcione de una manera no pensada hasta ese momento. Por ejemplo, cuando un investigador de nuestro equipo decide que va a hacer un sistema que permita hacer un programa de ordenador dibujando en una pizarra de tiza en la pared, está pensando en hacer un hack. Algo nuevo que no sabemos si va a funcionar o no. Queremos que lo que alguien dibuja en una pizarra se convierta en código de ordenador, y para eso utilizamos piezas que conocemos. Algoritmos de visión artificial para reconocer los símbolos dibujados. Servicios en la nube para generar código en tiempo real, etcétera.
Pero cuando empezamos un hack no sabemos si éste va a funcionar o no. Primero hacemos una suposición, pero luego hay que demostrarla, y para ello hacemos los experimentos en forma de PoC, del inglés “Proof of Concept”, que no es nada más que eso, una prueba de concepto, un ejemplo sintético donde se representan todos los componentes necesarios para el hack y se los hace interactuar para ver si funciona o no.
Y como podéis imaginar, siendo solo cuatro o cinco personas, no podemos perder mucho tiempo en hacer código elegante, bonito, sostenible a lo largo del tiempo: se hace código de mala calidad, pero rápido, código que no está estilizado, ordenado, secuenciado, comentado, documentado y auditado. Es código que solo el que lo ha hecho sabe bien cómo funciona, porque todo está enmarañado.
Si tienes delante para leer un código elegante, sostenible, profesional, que sigue los principios de los buenos ingenieros de desarrollo es como leer un poema, es puro arte. Da gusto hasta seguir mentalmente su funcionamiento, como el que ve una partitura de música en un libro y es capaz de escucharla. Con el buen código sucede lo mismo. Pero cuando tienes prisa y solo quieres hacer una prueba, se hace código enmarañado. Cuando lo miras no es como ver un poema en un buen libro, es como ver un plato de espaguetis. Y sí, por eso se llama spaghetti code.
La leyenda de Steve Jobs, obsesionado siempre por el diseño y las cosas bellas, cuenta que en el año 1981, cuando estaban terminando la placa madre del nuevo Macintosh, es decir, la placa principal de un ordenador donde se conectan todos los elementos para que la computadora pueda funcionar, rechazó el diseño que se había hecho simplemente porque era “feo” a la vista, al haber utilizado un sistema de wire-tapping conectando los cables por la parte trasera. Los ingenieros no podían entender que alguien se preocupara por algo que va dentro de la carcasa del ordenador, pero Steve Jobs dijo que quería una placa bonita y ordenada a la vista, y obligó a todos los ingenieros a hacer el diseño de una nueva placa que fuera bonita a la vista, y que no llevara cables por detrás como si fueran espaguetis enrollados. Ya veis, estética y arte en el software y el hardware.
Dicho esto, aprovechando que había tenido la ocasión de conocer al gran Arturo Pérez-Reverte no pude resistirme y pensé: ¿y si intentamos escribir un relato del Capitán Alatriste utilizando para ello una Inteligencia Artificial que nos ayude? No se aventuraba como una idea fácil de ejecutar, teniendo en cuenta la forma tan especial que tiene de escribir don Arturo, lo cual lo hacía aún más interesante. Tendríamos que conseguir que nos dejara hacerlo, y luego someter los resultados a su opinión para que nos dijera si podría “colar” o no el resultado final. Cada vez que pensaba más en ello más interesante me parecía intentarlo. Me parecía cada vez más una idea loca digna de invertir tiempo en ella. Al igual que la Inteligencia Artificial permite copiar los estilos de actuación de las estrellas de cine, ¿se podría hacer algo igual en el mundo de la literatura?
Al cabo del día suelo tener una decena de ideas. La mayor parte de ellas malas. Pero cuando una se me cuela en la cabeza y no soy capaz de desecharla durante varios días, al final tengo que ejecutarla. Es la única manera de extirparla de mi cabeza y volver a tener espacio en mi cerebro para más cosas. Así que me decidí e hice la llamada para pedir permiso. La respuesta que recibí de Don Arturo fue:
—“Adelante, chaval”.
Y nos pusimos manos a la obra con ello. Después, reuní a mi equipo de Ideas Locas, y les dije a mis compañeros Fran Ramírez y a Pablo González lo que quería hacer. Cómo debíamos hacer el entrenamiento de la Inteligencia Artificial y la herramienta que debíamos construir para ayudarnos a escribir relatos del Capitán Alatriste con el máximo de similitud al estilo del gran maestro.
No os voy a contar todos los detalles, pues como ya deberíais saber, el próximo día 3 de febrero en el Encuentro Zenda Libros que vamos a hacer en la Fundación Telefónica, nos juntamos con las pertinentes medidas de seguridad y distanciamiento social Arturo Pérez-Reverte, Karina Sainz Borgo y yo, para tener un debate/charla sobre cómo se hizo este trabajo, al que se bautizó como “Proyecto Maquet”, y los debates que abre en el mundo de la escritura con Inteligencia Artificial para el futuro.
Pero antes, dejaros publicado el texto, que lo airearé en el próximo artículo de esta sección de “El futuro está por hackear”. Os voy a dejar un pequeño adelanto del resultado final. Solo un fragmento de este pasaje que titulamos “La noche de los cuchillos” donde, tras pasar por nuestro sistema de Inteligencia Artificial, acabó quedando como sigue:
“Hay asuntos donde tener ojo, pues sepa que son casos más peligrosos los que aforan las herramientas sin que suenen demasiado. Esos desgraciados casos tienden y acontecen a ser los que se han rebanado adversarios a antojo y conveniencia en las mil y una guerras por las que las botas con ansia de los odiados aceros tercios españoles pisaron, como el caballo de Atila, para no dejarse crecer la hierba ni parir un maldito adversario hereje, que hiciera deshonor a esta oscura y católica España. Esos fulanos saben degollarse como Dios manda, que en esta España Dios lo dispuso en toda la desgraciada Europa“.
Si te animas a ver cómo se hizo este texto, podrás seguir por Internet la charla y el debate que vamos a tener al respecto Arturo y yo, guiados y comandados por la genial Karina Sainz Borgo, que nos hará compás en esta charla.
En el evento estará el gran Salvador Larroca, que cuando le llamé para contarle lo que estábamos haciendo, él, que es gran admirador de Arturo Pérez-Reverte, se quiso sumar al proyecto, haciendo unos grabados que ilustrarán el trabajo final.
He de decir que cuando le conté este proyecto a todos, se sumaron con gran interés e ilusión desde el principio. La idea de fusionar tecnología y cultura en forma de dibujos al estilo de los grabados y libros bellos es algo que nos encanta a todos. No sabemos cómo será el futuro de la escritura utilizando estas herramientas de Inteligencia Artificial que vamos a ver, pero que alguien como yo pueda sacar párrafos como el que os he compartido pone sobre la mesa muchos debates que merece la pena que tratemos, y que trataremos en la charla.
¿Qué pasa si los escritores se “dopan” con este tipo de herramientas para hacer que su escritura sea más bella, o más florida? ¿Puede un escritor guardar su diferenciación y estilo ante una avalancha como esta? ¿Cómo tomará el gran público que alguien use herramientas basadas en Inteligencia Artificial para escribir sus novelas? ¿Será como en el mundo del cine, donde las películas que usaban ordenador para sus efectos especiales pasaron de tener prohibido competir por el Oscar en esta categoría a ganarlos, y a crear las películas más taquilleras de la historia? ¿Podrá un escritor tener algún control de su estilo de escritura?
Desde luego, queda claro que mientras la Inteligencia Artificial se sigua metiendo en nuestras vidas más van a ir cambiando. Si nos encanta que los teléfonos móviles utilicen sistemas de Inteligencia Artificial para reconocer las caras de las personas que salen en las fotos de nuestros carretes, pues tal vez nos gustará que los algoritmos de Inteligencia Artificial revisen y aprueben el tempo y estilo de las novelas. Está claro que el futuro, está por hackear.
¡Saludos Malignos!
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