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El público no era tan facha

El público no era tan facha

No siempre tiene uno la oportunidad de ir al cine dos veces y ver la misma película y que una experiencia no tenga nada que ver con la otra. Fui al pase de prensa de Sound of freedom llamado por la polémica que esta cinta ha desatado en Estados Unidos, donde se considera un panfleto católico con puntas de delirio para alimentar ideaciones conspirativas en la ultraderecha. Luego fui a verla el día de su estreno en España junto a una persona que sólo se informa leyendo El País. Me fijé mucho en el público, en la reacción del público y en la ideología posible del público. No era tan facha, el público.

Durante el pase de prensa, realizado como es lógico en un cine (es decir, en un espacio idéntico al del pase comercial: butacas, gran pantalla, oscuridad, vecindades más o menos incordiantes), la sensación que tuve puede calificarse como clínica. Fue un pase desangelado, matinal, profesional. Nadie había pagado por ver la película, lo que significaba que nadie apostaba por encontrar en la película un par de horas de ocio o entretenimiento o dispersión; la sala estaba medio vacía; alguien tomaba notas; alguien tenía suficiente y se iba. Sobre la película pululaban las reseñas leídas en medios americanos, conceptos exógenos como Qanon o secta o sabotaje o panfleto o política o lavado de cerebro. Se veía la película como se analiza un delito. Se veía la película echado un poco para atrás, tratando de no modificar la escena del crimen. Tampoco ayudaba mucho a un visionado natural la hora de la proyección. Nadie se divierte a las once de la mañana.

"Lo cierto es que casi todos eran jóvenes, había muchas chicas y la gente parecía ir a ver Sound of freedom con el mismo deseo de pasar un buen rato que cuando fueron a ver Avatar"

El pase comercial fue a las siete y cuarenta de la tarde, un falso viernes. Era miércoles y al día siguiente se celebraba el Día de la Hispanidad. La película era en versión original. Los cines Ideal hace tiempo que no proyectan películas minoritarias, y parece que buena parte de su público son turistas, o americanos residentes en Madrid. Cuando se estrenó Avatar, la ponían en cinco o seis salas como poco.

Al comprar mis dos entradas por internet, vi que apenas quedaban butacas libres. Iba a estar lleno. Sin embargo, al entrar en el cine a la hora estúpida en la que te vas a tragar quince minutos de anuncios, había muy poca gente. Incluso cuando la película estaba a punto de empezar, la sala mostraba media entrada. Pensé, inevitablemente, en el bulo/realidad leído en alguna parte de que el éxito de la película tenía que ver con entradas compradas masivamente por la propia productora de la película. Durante algunos minutos, pensé que a lo mejor todas esas butacas vacías eran entradas vendidas en virtud de alguna cambalache o trapacería.

No. El público, esa mitad de público que faltaba, era muy educado, muy mirado o muy tonto. Como ahora no hay acomodadores en las salas, estaban en la puerta, apelotonados, esperando a que alguien la abriera. Yo mismo había entrado en la sala abriendo la pesada puerta de hierro, que se cerró con firmeza a mis espaldas. Así, varias decenas de personas entraron a la vez, en tropel, cuando la película estaba ya empezando (plano aéreo de una casa en Honduras, niña percutiendo con chancletas sobre una caja).

Pude observar al público largamente. Durante los quince minutos de anuncios insoportables, y durante la entrada masiva y posterior toma de asientos de los espectadores atolondrados. Realmente buscaba en ellos monjas, curas, pederastas mismos; buscaba ideología, sesgo, edades sospechosas. Lo cierto es que casi todos eran jóvenes, había muchas chicas y la gente parecía ir a ver Sound of freedom con el mismo deseo de pasar un buen rato que cuando fueron a ver Avatar. Había palomitas por todas partes para ver una historia de tráfico sexual de niños.

"Es una película vigorizante. Da ganas de ser buen padre, buena persona, héroe del día a día"

La realidad de este theater madrileño era que a nadie le importaba lo más mínimo lo que había pasado con esta película en Estados Unidos. Era una película más, elegida como cualquier otra (el póster, el tema, el actor, que no haya entradas para Megadolón 2: la fosa) y juzgada con la simpleza más recomendable: me ha gustado o no.

A la gente le gustó mucho la película. Salieron del cine mucho más fachas de lo que entraron. Salieron del cine satisfechos.

En la proyección profesional, nadie se rio. De hecho, diría que el público de periodistas y críticos de cine sufrió durante la proyección, como desgastados por su propia resistencia a entregarse a la película. En el Ideal, la gente se entregó a la película y, siendo un dramón, tuvo un par de escenas de partirse de risa. A mí no me parecía tan graciosa esa escena en la que Bill Camp (posiblemente —después de verla dos veces— el actor que sostiene por completo todo el tinglado) practica con un colaborador de la policía cómo saludar a una explotadora sexual de niños. A la gente le hizo mucha gracia Bill Camp haciendo de chica.

Nadie se fue del cine. Nadie dejó de comer palomitas. Ni yo mismo me acordé, durante el gozoso visionado repetido de la cinta, de que era un producto para beatas. Es una película vigorizante. Da ganas de ser buen padre, buena persona, héroe del día a día. Incluso la frase fetiche del filme (ya disponible en camisetas de todos los colores) no me hace pensar en Dios, aunque diga: “When God tells you what to do, you can not hesitate” (ese “you can not hesitate” lo dice Bill Camp con voz susurrante inolvidable). Me hace pensar en todos esos momentos (decidir divorciarse, decidir irse a vivir a otro país; decidir dejar tu trabajo; decidir tener hijos) verdaderamente cruciales en los que parece que lo que tienes que hacer se te impone. Sabes que tienes que hacerlo.

@filmfanatical When God tells you what to do, you cannot hesitate. Go see Sound Of Freedom, its amazing! #soundoffreedommovie #jimcaviezel #notforsale #soundoffreedom ♬ original sound – Flick Frenzy

Que luego esta película revalide o exacerbe la fe religiosa de los que tienen fe religiosa me trae sin cuidado.

Es una película sobre creer; y sobre creer mayormente que el bien prevalecerá, sea con Dios, sin Dios, republicanamente o regresando al Medievo. La película es como El árbol de la vida, de Terrence Malick, con palomitas.

Uno de los tres o cuatro momentos emocionantísimos de la película lo constituye una escena de transición selvática (van a la selva) donde suena La maza, en versión de Mercedes Sosa. Si buscas la canción en Youtube, decenas de comentarios al vídeo declaran que han acudido a escuchar la canción después de ver Sound of freedom. La canción es una de las más conocidas de Silvio Rodríguez. Silvio y Sosa, famosos iconos fachas, sí.

El leit motiv de La maza es, de hecho, toda la película. “Si no creyera”.

Si no crees en nada, sólo queda el horror.

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Raoul
Raoul
1 año hace

Ombre, Olmos emocionado. Sound of freedom es una película mala independiemente de su ideología, tan mala como cualquiera de las muchísimas que se han hecho de ese estilo, pero con un punto sensiblero que es lo que debió de llegarle corazón a nuestro sufrido columnista (que se la tragó un par de veces para llevar a cabo su interesante experimento sociológico).

Raoul Walsh
Raoul Walsh
1 año hace
Responder a  Raoul

(A Raoul) Usted, que, amparándose en la impunidad del anonimato, despotrica contra todo y contra todos, debería saber que «hombre» se escribe con «h» y no «ombre», como pone usted al principio de su comentario. Aprenda ortografía antes de venir aquí a enmendar a nadie.

Raoul
Raoul
1 año hace
Responder a  Raoul Walsh

Hombre, un ilustre cineasta. Cierto que esa falta de ortografía no tiene perdón, y creo que llevaré en mi conciencia el haberla cometido hasta el fin de mis días. Pero no se ofenda por el anonimato, no todos firmamos con nombre y apellidos como hace usted. (Lo de Raoul se me ocurrió releyendo el último tomo de El vizconde de Bragelonne, que cierra la trilogía de los mosqueteros de Dumas: se la recomiendo.) En cuanto a lo que llama despotricar, empecé leyendo Zendalibros con cierta ilusión, pero últimamente veo que se ha colado por aquí mucho cantamañanas que no sabe ni escribir bien, y si se pueden dejar comentarios es para que cada uno exprese su opinión, positiva (que también se siguen leyendo cosas muy interesantes) o negativa, no sólo para decir que tal última novela de tal último escritor de moda es el no va más de la reciente literatura española etc. (Por cierto, Hombre es el título de una gran película del Oeste que dirigió Martin Ritt allá por la segunda mitad de los años sesenta con Paul Newman encabezando reparto: también se la recomiendo.)

Morningstar666
Morningstar666
1 año hace
Responder a  Raoul

Aprende a escribir, que tu analfabetismo sí es malo.

Jonesy
Jonesy
1 año hace

Alberto Olmos: ese tío que escribe como Dios

Elena
Elena
1 año hace

Tengo un amigo cercano que trabajó diez años en lo mismo que Tim Ballard, lo dejó el día que quiso matar al pederastra de turno, aquel que saturó su profesionalidad. Fuí a ver la película con él pues quería saber si era así o se les había ido la pinza y, hasta el momento que el prota lo deja todo para ir a la selva, en la que se nota la querencia jolibudense por las pelis de acción, mi amigo dijo que no le ponía ni le quitaba una coma. Y tomo la expresión “when god tells you what to do, you cannot hesitate” en su versión atea, pues lo soy, debiendo uno seguir el impulso de la moral sin dilación, sin preocupaciones por los riesgos que entrañe y, por supuesto, ignorando el perjuicio a la propia comodidad que eso entrañe.