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‘El rapto de Bunny Lake’: La trampa de las apariencias

‘El rapto de Bunny Lake’: La trampa de las apariencias

Ann Lake (Carol Linley ) es una madre soltera y ello implica, en esos años y quizás siempre, coraje, pero también soledad y notorios o sutiles prejuicios. Se acaba de trasladar a Londres, una ciudad que se le muestra indiferente, fría no especialmente acogedora. La razón de su vida es la pequeña Bunny. Junto a ella, como apoyo de profundas raíces emocionales, está su hermano Stephen. Y un día sucede lo inesperado, un agujero negro incomprensible, porque cuando Ann acude a la escuela de Bunny ésta ha desaparecido misteriosamente. El agujero es muy negro, porque casi de inmediato todo el mundo duda de Ann, nadie recuerda la existencia de Bunny, todas sus pertenencias, si existieron, ya no están en la casa de los Lake. ¿Es Bunny el producto de una neurosis de Ann? ¿El fruto de su invención? ¿La prolongación de su amiga invisible de su solitaria infancia que también se llamaba Bunny?

"Intrigante, tensionada, misteriosa, agobiante, así comienza El rapto de Bunny Lake, una de las mejores películas de Otto Preminger"

Intrigante, tensionada, misteriosa, agobiante, así comienza Bunny Lake is Missing (El rapto de Bunny Lake, 1965) una de las mejores películas de Otto Preminger, un inteligente, autoritario e irascible, productor y director, otro exiliado del Imperio Austrohúngaro, nació en lo que hoy es Ucrania, como su amigo y colega Billy Wilder, al que la amenazante marea hitleriana, llevó a Hollywood. Fue otro de los protegidos de Lubitsch, de hecho, acabó filmando La dama del armiño, la película que su amigo no pudo concluir. Preminger se adaptó con facilidad y astucia, como Wilder, al férreo sistema de producción de películas de Hollywood, pero como Wilder siempre dejó claro que sus películas eran suyas. De ahí a su prontitud en convertirse en productor de sus películas. Con Laura, dejo su tarjeta de visita como uno de los iconos del cine negro, y con The Moon is Blue, plantó cara a mediados de los años 50 a la censura del Código Hays que detestaba. Su maestría para moverse entre géneros, su eficacia como implacable productor, le convirtieron en un inevitable referente en el último fulgor de los estudios, entre finales de los 50 y la mitad de los 60, poco antes del crack final. Buenos días, tristeza, Porgy and Bess, Anatomía de un asesinato, Tempestad sobre Washington, El Cardenal, Éxodo y Primera victoria, certifican una década prodigiosa que había arrancado con Río sin retorno, un western físico y sensual con Monroe, Mitchum, una balsa, un niño y canciones.

"Hay suspense, hay intriga, Preminger mezcla con acierto thriller con melodrama psicológico"

El estilo de El rapto de Bunny Lake, es pura frialdad matemática. Cercano en su trama a Hitchcock, al que le fascinaba el suceso de la desaparición de una mujer durante una Exposición Universal en París, cuya existencia es por completo desconocida salvo a sus familiares más próximos, una idea que gobernó varias películas, por ejemplo, Frenesí, de Polanski, Preminger se aleja de Hitch, al filmar la soledad de Ann Lake como un hecho existencial no muy alejado de la neurosis de profundidades insondables. La puesta en escena del cineasta, con sus perfectos movimientos de cámara, su planificación que permite la neutralidad del punto de vista frente a acciones y personajes, Preminger prefiere que sea el espectador el que saque sus conclusiones en una liberal apuesta de que chacun a  ses raisons. Hay suspense, hay intriga, Preminger mezcla con acierto thriller con melodrama psicológico, ya lo hizo con Laura, pero su movible cámara, no deja lugar para la huida del espectador. Con Ann o contra Ann. Sin piedad. Cuenta con la colaboración de una Carol Linley  frágil, desesperada, conmovedora, devastada emocionalmente, y con las figuras alternativas de Laurence Olivier, espléndido en un kantiano inspector Newhouse del Yard un agnóstico de la vida que carece de prejuicios y sospechas y un Keir Dullea, él sí de claras resonancias hitchcockianas, en Steven, el hermano de Ann, su único apoyo en esa pesadilla. Preminger cuenta además con dos personajes excéntricos e imprevisibles como Ada, la fundadora de la escuela de Bunny, genial Martita Hunt, y un irónico e inquietante Noel Coward como Wilson, un personaje del relato sobre el que debo quedar en silencio.

"Preminger mueve los hilos de la trama con elegancia sutil, y cuenta con la ventaja de un guion muy afilado"

Preminger mueve los hilos de la trama con elegancia sutil, y cuenta con la ventaja de un guion muy afilado, merced a John Mortimer, un excelente novelista y guionista británico y su esposa Penelope, con empecinada manera de que no demos nada por probado, mostrando un hostil Londres inesperadamente localizado a la contra, a la vez que , teatralmente nos lleva, no menos amenazadoramente a un taller de muñecas, algo así como el signo de la trama , que refiere al Peeping Tom, de Michael Powell o a El coleccionista, de Wyler  películas para un Londres nada turístico y sí muy inquietante. La devoción de Preminger, como casi todos los clásicos por el blanco y negro, acentúa aún más, la sensación de páramo emocional y sentimental por el que apuesta la película, que se contempla sin parpadear, sufriendo interiormente con Ann Lake, aunque no la creamos, o no la queramos creer en su desesperada busca de Bunny .

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El rapto de Bunny Lake (Bunny Lake is Missing, 1965). Producida y dirigida por Otto Preminger para Columbia Pictures. Guion de John y Penelope Mortimer, basado en la novela de Evelyn Piper. Fotografía de Denys Coop. En blanco y negro y cinemascope. Música de Philip Glass y de la banda The Zombies. Montaje de PeterThornton. Vestuario de Hope Bryce. Interpretada por Laurence Olivier, Carol Linley, Keir Dullea, Martita Hunt, Clive Revill, Noel Coward, Finlay Currie, Ann Massey, Adrienne Corri, The Zombies, Lucie Manheim. Duración, 103 minutos.

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