Felipe ll fue uno de los reyes más importantes de nuestra historia. Su gran personalidad y la complejidad de la Europa de su tiempo dotan al personaje de un protagonismo especial en una época de plenitud en el continente.
Enrique Martínez Ruiz, autor de la biografía del rey Segundo de los Felipes, finaliza su obra diciendo:
Me daría por satisfecho si el lector, al terminar de leer este libro, llega a la conclusión de que comprende mejor la figura de Felipe ll que antes de la lectura. Habrá merecido la pena para él el tiempo que ha dedicado a leerlo, y para mí el tiempo invertido en escribirlo.
Lo que me mueve a responder al autor que, efectivamente, tiene razón. Después de más de 830 páginas, 1390 notas aclaratorias y 790 referencias bibliográficas, he comprendido a un rey que supo reinar y supo gobernar. No solo no he perdido el tiempo sino que me he encontrado ante una obra que, seguramente, será el referente bibliográfico y una guía para los futuros estudiosos del Segundo de los Felipes.
Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense, hace un análisis profundo de la figura del rey, diseccionando todos los aspectos de su vida: como hombre, como rey y como mito, organizando de esa manera la biografía. Demuestra a lo largo de la magna obra que la rigurosidad no está reñida con que sea muy amena y entretenida, consiguiendo, al final, lo que propone al inicio del libro: «El historiador solo tiene un objetivo. Saber es solo el comienzo. Juzgar, no. Prever menos aún. Se trata, efectivamente, de comprender y hacer comprender».
Objetivo conseguido con holgura.
La biografía, como hemos señalado, está organizada de manera minuciosa, detallada y ordenada en los tres aspectos con que desde la historia se puede analizar a un personaje que alcanza el estatus de mito.
En primer lugar describe “El Hombre”. Analiza su familia, su educación y su preparación para un día sustituir a su padre, el emperador Carlos l de España y V de Alemania. En este apartado cobra mucha importancia cómo va haciéndose, poco a poco, príncipe y cómo va tomando conciencia de la tarea que le espera en el futuro. Aquí el autor nos revela cómo, en las proximidades de asumir su papel con responsabilidades políticas, ocurre un hecho determinante. En 1543 su padre marcha hacia Italia y deja a su hijo como regente. Para que el príncipe Felipe tenga una guía, le deja unas cartas confidenciales conocidas como “Las Instrucciones de Palamós”. En ellas el emperador le da consejos de buen gobierno, de cómo relacionarse con sus asesores y de comportamiento personal en todos los aspectos de su vida privada, poniendo especial énfasis en sus relaciones con su primera esposa. Le instruye sobre religión, forma de mostrarse, que sea devoto de Dios y no tolere herejías, que sea justiciero, misericordioso, reflexivo, que no actúe con furia ni consienta a los aduladores. Todos estos principios regirán toda su vida, y en esta etapa se caracterizará por ser un hombre del Renacimiento, mostrándose así en lo que se denomina “el felicissimo viaje” a lo largo de Europa, en donde se presenta como mecenas, interesado por el arte e iniciando su colección artística.
El autor en este apartado incluye, para mejor comprensión, cómo es y cómo se desarrolla la vida en la sociedad española. El príncipe Felipe, a la par que va conociendo sus futuros reinos, se involucra en la mejora de las infraestructuras y el conocimiento del medio físico y político del territorio. Merece especial mención el análisis que el autor hace de las fiestas, como espacio de sociabilidad, desmenuzando las diversas manifestaciones festivas, públicas y privadas, religiosas y profanas. La fiesta sirve de propaganda y escaparate de la grandiosidad de la monarquía, arropada por los ambientes cortesano, religioso y popular.
En el análisis de “El Hombre” no puede faltar una disección profunda de lo que es y será una constante en su vida ya como rey, y es el papel primordial que tiene la religión en la vida de Felipe.
El confesionalismo está presente en todas las facetas de su vida futura, como fidelidad y defensa, por encima de todo, del catolicismo frente a las reformas protestantes y la herejía, siendo la defensa de las instituciones católicas y de la Fe una constante en su comportamiento. Todas estas premisas están presentes, como ya vimos, en “Las Instrucciones de Palamós”.
En segundo lugar analiza a Felipe como “Rey”. El autor, haciendo una demostración del dominio que tiene del personaje y de su acción de gobierno, nos desgrana la herencia de los territorios que recibe y de todos los problemas presentes, a los que se enfrentará con resultado desigual. Aquí veremos cómo organiza la labor de gobierno y cómo se gana el sobrenombre de “El Prudente” al tomar la decisión de que sus acciones serán escuchar, analizar, pedir consejo y por último es él, como rey, quien decide, ya que reina y gobierna. Infatigable trabajador, solo viaja lo estrictamente necesario, para dedicarse a las tareas de administración de un imperio que, con la incorporación del reino de Portugal y sus territorios de ultramar, se convierte en algo jamás visto, y que levantará muchas envidias. Los múltiples enemigos de España, que a lo largo de estos tiempos se va haciendo, al no poder vencer en el terreno deciden plantear “la guerra del papel”, guerra que el rey siempre perderá, ya que si gobierna no puede dedicarse a contrarrestar todos los bulos que sus enemigos harán correr, al objeto de desacreditar sus éxitos.
En este apartado como rey, el autor analiza con precisión su estrategia geopolítica y la dinámica de la política filipina, con dos ejes claros: el eje mediterráneo, con los piratas y los turcos, y el eje atlántico, en sus dos variantes: la ruta a Tierra Firme y el Caribe, siendo la otra variante la ruta del Mar del Norte y el Canal de la Mancha, que afecta a la guerra de Flandes e Inglaterra. Uno de sus grandes aciertos militares fue su política de fortificación para la defensa. Ordena establecer fortalezas a lo largo de sus territorios para así mantener una actitud defensiva. En su política militar, guerrera y batalladora, hay grandes éxitos y una guerra enquistada —Flandes— que no supo resolver.
En tercer lugar el autor analiza “El Mito”. El rey irradia majestad, siguiendo las enseñanzas de su padre, desenvolviéndose en la corte adecuada y decorosamente, dando una imagen grave, serena, prudente, siendo un príncipe y un hombre renacentista.
Felipe se instaló en el mito entre dos leyendas: la Negra y la Áurea. Esta última leyenda no pudo en ningún momento contrarrestar la primera, que arreció incluso después de muerto.
El autor analiza con maestría todas las variables que se dan, y que terminan por convertir a Felipe II en un hombre con sus errores y equivocaciones, y también con sus aciertos, que en la inmensa tarea que le tocó ejercer no solo conservó lo que su padre le dejó en herencia, sino que además fue capaz de aumentar lo que recibió.
En el análisis final queda claro que sus legados históricos fueron muchos, pero el autor los resume en dos: un imperio donde el sol no se ponía y El Escorial, un complejo monasterio-palaciego que «se hacía como reconocimiento a las muchas gracias recibidas de Dios y a poder mantener sus reinos en la verdadera Fe».
El autor inicia su obra calificando a Felipe ll como una figura “abismal”, calificativo que utiliza en referencia a que algunas de las acciones y decisiones, separadas en los años y con circunstancias diferentes, podían ser tan distintas que entre unas y otras mediaba un abismo.
Una vez leído su argumentario y su análisis, pienso que está acertado en el calificativo.
Como conclusión, me reafirmo en lo ya dicho: creo que estamos ante una obra bibliográfica de referente para que futuros investigadores se sirvan de ella.
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Autor: Enrique Martínez Ruiz. Título: Felipe II: Hombre, rey y mito. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todostuslibros y Amazon
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