Pico de aquí y de allá entre las páginas, buceo en el mar de letras, me sumerjo una y otra vez a la captura de pensamientos, de frases que me recoloquen el revoltijo informativo diario, y caigo en ese pozo inacabable de Alicia mientras sospecho que el conejo blanco que ha tirado de mí hacia las profundidades no es más que un señuelo, un producto de la equivocación de otros. Pero puedo salir, al fin, tras haber pescado una buena cantidad de motivos para no olvidar que aún estamos a tiempo.
1
“Mi generación se educó en la convicción de que la historia de la humanidad era el relato de un proceso ininterrumpido de progreso, de un crecimiento económico que iba asociado al avance de la sociedad hacia un mundo más libre y más igualitario”. (El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914. Josep Fontana. Edit. Crítica. pág. 651)
2
“Esta contrarrevolución encontró audiencia en un público que, en una época de inseguridad económica, empezaba a estar de vuelta de las viejas ilusiones: que se oponía a la legalización del aborto, a las reinvidicaciones del feminismo o a la tolerancia hacia la homosexualidad, y que estaba dispuesto a apoyar la restauración de los que se suponían ser los valores tradicionales” (El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914. Josep Fontana, Edit. Crítica. pág. 449).
3
“En 1781 se imprime una edición del Quijote, anotada por el reverendo inglés John Bowle. «Una empresa muy extraña —afirma el reverendo en el prólogo— la de un inglés metido a cervantista». Aunque en buena medida habían sido los novelistas ingleses del siglo XVIII (Laurence Sterne, Tobias Smollett y Henry Fielding) quienes habían enumerado, rescatado e imitado la obra de Miguel de Cervantes. Todo esto incidía en una tópica figura del escritor: el genio despreciado por sus contemporáneos y compatriotas que había tenido que ser salvado por los extranjeros”. (Historia mundial de España. Dir. Xosé M. Núñez Seixas. Edit. Destino. Página 445).
4
“El gobierno de España es el más perfecto que pudieron imaginar los antiguos legisladores, pero la irrupción de los tiempos ha ido llenándolo de abusos. Desde el pobre hasta el rico, todo el mundo devora y consume la hacienda del rey: los unos, a pequeños bocados; la nobleza a boca llena y en cuanto a los grandes en cantidades fabulosas… Hay muchos que piensan que se trata en verdad de un milagro el que la monarquía continúe manteniéndose”. (Giovanni Cornaro, embajador de Venecia en Madrid en 1681-82).
5
“Estamos viviendo en una «edad de la ira» definida por una reacción popular desfavorable y el rechazo a instituciones e ideales que antes eran apreciados”. (El delirio del crecimiento. David Pilling. Edit. Taurus. pág. 12).
6
“Si la economía de tu país solo crece porque los ricos se están haciendo más ricos y porque tú trabajas cada vez más duro para poder mantener tus condiciones de vida, entonces tienes derecho a plantearte para qué, precisamente, sirve este crecimiento”. (El delirio del crecimiento. David Pilling. Edit. Taurus. pág. 18).
7
“Pacto social, democracia, laicidad, igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, libertad de creencia y de expresión: Spinoza es el padre de nuestra modernidad política. Un siglo antes que Voltaire y Kant, e incluso algunos decenios antes que Locke (…) es el primer teórico de la separación de los poderes político y religioso y el primer pensador moderno de nuestras democracias liberales. (…) Todo el pensamiento de Spinoza reposa en que nuestras democracias serán sólidas y fervientes si los individuos que las componen son capaces de dominar sus pasiones tristes (el miedo, la cólera, el resentimiento, la envidia, etc.) y conducen su existencia siguiendo la razón”. (El milagro de Spinoza. Una filosofía para iluminar nuestra vida. Frédéric Lenoir. Edit. Ariel).
8
“Mi conclusión es que dentro de cien años, asumiendo que no haya guerras importantes ni aumento importante de la población, el problema económico podría resolverse, o que por lo menos su solución podría estar al alcance. Esto significa que el problema económico no es —si miramos hacia el futuro— el problema permanente de la raza humana”. (Las posibilidades económicas de nuestros nietos. John Maynard Keynes, 1930).
9
Lo dijo Práxedes Mateo Sagasta, varias veces presidente del Consejo de ministros en el siglo XIX: “Yo no sé adónde vamos, pero sí sé que doquiera que vayamos, perderemos nuestro camino”.
10
Y Albert Camus en sus “Carnets 3”: “El honor depende de un hilo. Si se mantiene, a menudo es por pura casualidad”.
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