El secreto del lobo, escrito por Myriam Dahman y Nicolas Digard e ilustrado por Júlia Sardà, es un cuento literario construido sobre materiales tradicionales, una fábula moderna. La labor artística de recreación se aprecia tanto en el plano verbal como en el plástico. En la narración aparecen ecos de los cuentos populares y de la mitología clásica (desde Caperucita Roja a Eros y Psique), también motivos folclóricos (el talismán, las transformaciones, el bosque misterioso, la magia, la música de la tierra…). En la imaginería se acumulan con máximo logro la exuberancia del arte antiguo (Egipto, Japón, Medievo europeo…) y los fastos del gran arte historicista del artista ruso Iván Bilibin.
Esta acumulación, lejos del caos (y en ello reside su virtuosismo artístico), consigue un ensamblaje musical, una entereza delicada, el aire de un cuento antiguo convertido en libro, en objeto especial. Quizás éste sea el gran logro de El secreto del lobo, materializado en la última página, en la última ilustración, enmarcada como ventana de cierre: que el material tradicional dé lugar a una obra nueva, que la invención quede sellada para el futuro. En esto recuerda, por ejemplo, la labor de gran parte de la música de finales del XIX y primera mitad del siglo XX (Smetana, Debussy, Stravinsky, Bartók, Falla, Grieg…), su intento por fusionar el arte popular con la tradición culta.
Y es que un espíritu musical sostiene toda la obra, desde la trama (donde la canción es el lenguaje universal que permite el entendimiento de seres dispares —musica naturae—), hasta la prosa de Dahman y Digard, trabajada a cuatro manos, como una pieza de cámara, o las ilustraciones de Sardà (armónica siempre en su articulación de un arte abundante y a la vez bien equilibrado; detallado, prolijo y justo —majestuoso en la presencia animal de las dobles páginas, vertical en la representación del ascenso y oscuro en la horizontal del camino, unificador en las escenas de encuentro, como un tapiz maravilloso, pura música en la danza de las ciervas que huyen de la amenaza del lobo en el templo del bosque—).
Todo el libro es como una partitura, el punto de partida para interpretar la imaginación antigua desde la sensibilidad moderna. La fábula evoca el encuentro entre dos seres diferentes, una humana y un gran lobo. Entre ellos se establece el concierto de la sensibilidad, del encuentro entre naturaleza y cultura, repartida por igual en ambos (la joven tiene la belleza del bosque en su cantar y en sus actos, el lobo admira esa belleza y es capaz del sacrificio de su fuerza para andar a su vera —la asunción de que el amor implica un acto de elección responsable, con consecuencias—). El hilo de su encuentro aparece simbolizado por la melodía, el canto que permite reconocer la identidad propia, necesaria para el ejercicio de libertad responsable, una entrega verdadera al otro. “Tu presencia me llena de alegría” dirá el lobo a la joven cuando, merced a un talismán mágico, pueda hablar.
A partir de ahí se inicia el encuentro, una historia de renuncias y de ganancias, la construcción de una relación nueva, posible gracias al poder de la naturaleza, simbolizada en forma de canciones e historias sobre los misterios del bosque.
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El secreto del bosque, Texto de Myriam Dahman y Nicolas Digard. Ilustraciones de Júlia Sardà.
Pípala, 2023
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