Los alrededores del majestuoso Alcázar de Segovia obran de telón de fondo de la desaparición de Leticia Santos, de 16 años, dos décadas antes de marzo de 2022, donde se sitúa la escena de Muerte privada, con una pista que reabre el caso justo antes de que este prescriba. Este motor clásico de toda obra de género que se reconoce como tal, se descubre al lector desde el inicio, con el velado mensaje de una víctima futura a una radio.
La investigación, inicialmente soterrada por falta de pruebas concluyentes, se convierte en una pieza inconclusa que el protagonista buscará resolver, por el encargo de Mariano Larrea, “un viejo policía”, el gran amigo de Jean, que acaba de morir. Larrea le ha dejado una caja con cintas de casetes que ponen a Jean en situación de desovillar el misterio. Una nueva desaparición y crimen de otra joven, cuyo cadáver aparece en la iglesia medieval de la Vera Cruz, engendrará su teoría de un asesino en serie desplazándose impune entre potenciales víctimas. Y, en efecto, hay otras.
El thriller que construye Juan Carlos Galindo —autor de Hontoria, su auspicioso debut, finalista en premios como Valencia Negra y el Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón— se sustenta en una narrativa que procura hilvanar la revelación y la intriga en proporciones cuidadas. “Ahí abajo, en algún punto, Leticia Santos conoció a la persona, con toda probabilidad un hombre, que acabó con su vida», me repetí”, dice Jean merodeando el Alcázar bajo la lluvia para sacar sus primeras conclusiones propias de un Marlowe; invitándonos de paso a descubrir las calles de Segovia y la razón de porqué las han llamado como se llaman. Para entonces, el lector sabe que desandará el drama de la desaparición de una víctima olvidada, el rastreo a pulmón del periodista en el enjambre burócrata y los debidos sospechosos de siempre en una ciudad donde lo monumental y lo sombrío permean el texto en un delicado equilibrio de tesoros arquitectónicos y lo peor que se presagia detrás de la fachada.
“No puedo soportar que el único que sepa qué le ha pasado a mi hija sea su asesino, dueño desde hace veinte años de su muerte privada”, escribe la madre de Leticia al ministro del Interior, en una carta que también entrega a Trajano, a quien acude, en un enésimo intento por saber de su hija durante largos 20 años. La novela debe desplegar entonces su ingeniería en procura de convencer al lector de que algo así es posible, incluso en una comunidad de apenas 51.500 personas. La otra pregunta que podemos hacernos resulta algo más inquietante: ¿Podemos confiar en que un crimen ocurrido hace veinte años en esta comunidad será investigado con justicia y transparencia? o ¿deben hacerlo apenas Jean y la detective Trajano contra viento y marea?
El libro de Galindo, periodista cultural en El País y autor del blog “Elemental”, especializado en novela negra española, ha sido uno de los esperados de la temporada.
En la novela hay espacio para demasiados diálogos coloquiales pero también para la debida introspección de sus protagonistas; digresiones aprovechadas para abordar la crítica social, interpolar referencias de criaturas literarias que hacen con clara intención al texto y la foto del factor emocional, que sirve para diseccionar a Jean Ezequiel e imaginarlo en futuras publicaciones. Las luces y sombras sobrevuelan al insatisfecho protagonista, basculado entre el personaje del asesino a sueldo que encarna Alain Delon en Le Samouraï —casi explicitado en la cubierta del libro—, de quien tiene un poster en su estudio y el recuerdo de sus podcasts que le dieron cierta notoriedad durante la resolución del caso del triple crimen de Hontoria, la novela que precede a Muerte privada.
El ejercicio del narrador seguirá entre las oscuridades de la trama y la vulnerabilidad con la que humaniza a sus personajes; las pulsiones dosificadas que bombean el texto durante el avance de la pesquisa del dúo hasta la escena que se presume final. El uso de la primera persona, a través de la voz del periodista, administra el suspenso de la resolución: solo podemos descubrir lo que ocurre a través de su relato mientras se adentra en un sitio clave.
Añadiremos, por último, que la química entre Jean y Teresa aporta credibilidad al relato, especialmente para quienes ya son lectores de Galindo, al encontrar en Muerte privada una extensión natural del universo que rodea al principal protagonista. Como sucede con otros antihéroes del noir, tenemos aquí un personaje en pleno desarrollo de su musculatura, a quien solo el tiempo juzgará si tiene el permiso de ingreso a la tierra prometida del género.
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Autor: Juan Carlos Galindo. Título: Muerte privada. Editorial: Salamandra. Venta: Todos tus libros.
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