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El silencio como forma de resistencia

El silencio como forma de resistencia

Hete aquí un manual de resistencia, además de un manifiesto filosófico y político, contra la extrema productividad y el estrés del día a día. El autor hace un recorrido crítico por los ruidos del mundo moderno y defiende la necesidad de parar, callar y escuchar.

En este making of, Pedro Bravo explica el origen de ¡Silencio! (Endebate).

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¿Es coherente escribir un libro contra el ruido, la inquietud y la prisa y sumarse de esta forma a la cacofonía de contenidos que luchan cada día por captar la atención de la gente? ¿Por qué, si lo que uno defiende es la vida tranquila lejos de los cantos de sirena del ego y de las ruedas del modelo económico, meterse de nuevo en la mecánica de la industria editorial? ¿Merece la pena el trabajo de investigar, reflexionar, redactar y promocionar un producto de rentabilidad, económica y emocional, casi siempre frustrante?

El proyecto de ¡Silencio! Manifiesto contra el ruido, la inquietud y la prisa (Endebate, 2024) lleva más de cuatro años perfilado en distintos documentos que se han quedado olvidados en carpetas perdidas del ordenador. Las preguntas del párrafo anterior siempre han rondado por mi cabeza y, posiblemente, han estado frenando su desarrollo. Incluso hoy, cuando el libro está escrito y a la venta, siguen apareciendo. Y no, no tengo las respuestas. O, más bien, tengo un montón de respuestas, pero no sé si alguna es la correcta.

"Toda nuestra actividad cerebral está afectada por las condiciones sociales, económicas y culturales. Y éstas son cada vez más aceleradas y estrepitosas"

Las respuestas son ruido. Las preguntas, también. Nuestra mente está dominada por pensamientos, entre 6.000 y 60.000 al día, según el estudio del que quiera uno fiarse. O sea, tenemos entre 4,1 y 41,6 al minuto. Muchos de ellos son anhelos y frustraciones, deseos y miedos, prejuicios y quejas. No es nuestra culpa, es nuestro cerebro, que está diseñado para funcionar así. En concreto, es la red neuronal por defecto, que se desarrolla a partir de la adolescencia y que mantiene la cabeza en constante funcionamiento; un runrún que sirve como fuente de creatividad, pero también como embudo a través del cual meter el universo entero para que sea digerible.

Pero a la fábrica de chispazos y conexiones neuronales que tenemos encima del cuello también le llegan las cosas del exterior. Es decir, toda nuestra actividad cerebral está afectada por las condiciones sociales, económicas y culturales. Y éstas son cada vez más aceleradas y estrepitosas.

"En mi caso, hace tiempo que me di cuenta de que pasaba medio día dejándome llevar por el ruido, la inquietud y la prisa impuestos por el modelo económico y todas sus derivadas y el otro medio, intentando resistirme a ello"

Con los inventos que provocaron la Revolución Industrial, el ser humano multiplicó las formas con las que hacer ruido y su volumen. Desde entonces, el jaleo no ha dejado de crecer y expandirse. Es lo que el estudioso de la ecología acústica canadiense R. Murray Schafer calificó como “imperialismo sonoro”. Con la Revolución Industrial también nacieron los medios de comunicación de masas y, con ellos, la economía de la atención, ese mercado en el que los competidores se disputan la captura de nuestro interés. La multiplicación de estos medios, exponencial partir de la creación de internet, ha incrementado también las formas de ruido mental y sus consecuencias. La aceleración de la economía a secas también es ruido; la idea que cualquier tiempo futuro tiene que traer más y ser mejor para todo —la promesa necesariamente vana del capitalismo y el neoliberalismo— nos agota. Y sus verdaderos efectos, esos que cada vez están más presentes —desigualdad, precariedad, emergencia habitacional y los puntos suspensivos que cada uno quiera ponerle— nos asfixian.

Si esta sección de Zenda sirve para que los autores de los libros hablen del origen y el proceso de creación de sus obras, todo lo que he contado anteriormente forma parte del contexto del que nació ¡Silencio! Es un contexto individual y común, personal y político.

"Finalmente, y a pesar de las preguntas que encabezan este texto, de todo este proceso salió primero un ensayo sonoro, un podcast"

En mo caso, hace tiempo que me di cuenta de que pasaba (y sigo pasando) medio día dejándome llevar por el ruido, la inquietud y la prisa impuestos por el modelo económico y todas sus derivadas y el otro medio, intentando resistirme a ello. Y también he ido siendo consciente de que estoy mejor cuando soy capaz de resistir que cuando me dejo llevar. Mejor aquí es sinónimo de más tranquilo, más conectado con otras personas y con el entorno.

Por eso empecé a mirar hacia el silencio. Libros y estudios de salud, neurociencia, filosofía, tecnología, economía y otros. Prácticas de meditación y excursiones cada vez más frecuentes a la naturaleza. Reflexiones y conversaciones sobre la introversión y la soledad. Y, entre todo ello, muchísimas distracciones y la obligación constante de caer en la inquietud porque de algo hay que vivir.

"¿Y si el silencio y la quietud fuesen el refugio necesario para escuchar y observar las cosas de otra manera, para existir de otra forma?"

Finalmente, y a pesar de las preguntas que encabezan este texto, de todo este proceso salió primero un ensayo sonoro, un podcast producido por la plataforma Sonora en el que participan filósofos, científicos, artistas, psicólogos y muchas otras voces más autorizadas que la mía. Y después, el libro que presento aquí y que profundiza aún más en el tema. Una obra en la que también hay múltiples referencias que me sirven para entrelazar argumentos y conducir un hilo narrativo que es tan filosófico como político.

La tesis es muy sencilla: puede que sea cierto que la especie humana esté hecha para moverse y hacer ruido, pero, ahora mismo, dejarse llevar por la corriente impuesta nos está aturdiendo; estamos cada vez más distraídos, ansiosos, débiles, empobrecidos en el amplio sentido de la palabra. ¿Y si el movimiento oportuno en este momento fuera resistirse a todo eso? ¿Y si el silencio y la quietud fuesen el refugio necesario para escuchar y observar las cosas de otra manera, para existir de otra forma? ¿Y si el primer paso para cambiar fuera luchar por recuperar la atención y, con ella, la vida?

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Autor: Pedro Bravo. Título: ¡Silencio! Editorial: enDebate. Venta: Todostuslibros.

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