Daniel Ruiz no es solo uno de los escritores más salvajes de España, también es uno de los mejores. Además tiene un mundo propio, lleno de supervivientes que bracean en mares turbulentos, que a la vez caen una y otra vez en sus tentaciones favoritas e intentan sobrevivir en una sociedad durísima. Los problemas no llegan solo de sus complejas psiques. También surgen cuando sus propósitos colisionan con los de otros desgraciados, creando así conflictos de difícil resolución. Aunque los dilemas de los personajes sean similares, los escenarios donde se sitúan son muy distintos: puede hablar, entre otros asuntos, de catástrofes ecológicas, de la tragedia del estrecho, de los peligros de la mediana edad o de las tendencias psicopáticas en el mercado laboral. Las fronteras entre la comedia y el drama en su obra no son nítidas, como tampoco lo son en la comedia italiana o en la obra de Luis García Berlanga, dos de sus referentes fundamentales. Esa ambigüedad en los géneros es próxima a la vida misma y gracias a ella traza con suma agudeza un panorama completo de la sociedad española. Podría afirmarse que es nuestro realista sucio, aunque disponga de bastantes más recursos narrativos que sus referentes estadounidenses.
En Mosturito, Daniel Ruiz da un salto al vacío que se salda con un rotundo éxito. Consiste en la utilización de una voz en primera persona radicalmente alejada de lo habitual. El narrador no es, como suele ocurrir, un profesor, ni un traductor, ni un espía, ni siquiera una ama de casa. Es un adolescente disfuncional que vive con su tata en uno de los entornos urbanos más complicados de Europa. Como parte del éxito de Ruiz consiste en que no se vean los engranajes, es posible que el lector no valore la dificultad del reto. Me explico: Ruiz no se limita a transcribir las palabras que pronunciaría su narrador. Eso resultaría ilegible. Hay detrás de la escritura un sutil trabajo estructural que equilibra dos fuerzas en apariencia incompatibles: por un lado la verosimilitud de los hechos y la autenticidad de la voz, por otro la comprensión de lo narrado y la sucesión de escenas. Lo consigue porque opera con absoluta rotundidad y, a la vez, con precisión. El chaval que protagoniza y narra Mosturito es un auténtico infeliz, pero domina la obra con una serenidad y soberanía clara e invisible al mismo tiempo.
William Faulkner y los narradores de Mientras agonizo y El ruido y la furia tal vez sean la mayor referencia de Daniel Ruiz en lo que se refiere a la voz. También Manolito Gafotas. Combinar Carabanchel y el gótico sureño no es totalmente imposible porque cuando hay alta calidad y talento en el cocinero, las combinaciones son mucho más fáciles. Manolito Gafotas es, por otro lado, la gran obra de Elvira Lindo y lo más próximo a El guardián entre el centeno que se ha escrito en España. Algo de salingeriano tiene, sin duda, el Mosturito de Daniel Ruiz, aunque parezca extraño a primera vista, pues Holden Caulfield, aunque neoyorquino y pijo, también es joven y además está perdido sin remisión. Todos son, además, relatos de iniciación, en este caso puede coincidir con el fin, con la tragedia, por la brutalidad del entorno que rodea al protagonista.
El imaginario bebe también, sin duda, de la cotidianeidad de la marginación, sea sevillana o andaluza y del cine quinqui de los 70. También se intuye el rastro de Louis Ferdinand Céline, uno de los referentes del Ruiz más salvaje, cuyo grand guiñol no se sitúa lejos de la intención primigenia de la novela o esa obra maestra que es La vida breve de Oscar Wao, de Junot Díaz.
Daniel Ruiz no solo ha tenido que construir un mundo entero, también ha creado un lenguaje propio que, como todos, corresponde a una perspectiva del mundo. Podría habérselo puesto fácil, podría haber optado por la tercera persona, pero ha optado por una vía que podría haber terminado en un terreno pantanoso, en lo tópico o en los incomprensible. No es así porque introduce, como antes indicaba, signos que nos ayudan a guiarnos. Para ello se ayuda de la descripción, sea de espacio o de personajes, que deja marcas por las que nos orientamos. Como narrador experto que es, Ruiz también maneja con habilidad el tiempo, no en vano conocemos, de manera fragmentaria pero rotunda, el pasado del protagonista, marcado por el maltrato y la ausencia. Todo ello lo consigue sin caer en la artificialidad. Mosturito es una novela excepcional, divertida y, sobre todo, distinta.
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Autor: Daniel Ruiz. Título: Mosturito. Editorial: Tusquets. Venta: Todos tus libros.
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