Nos encontramos en una isla imaginada, entre las Shetland y Noruega, pero en un momento muy preciso: el año 1843, cuando una tercera parte de los ministros de la iglesia escocesa se rebelan contra el poder de los terratenientes, con capacidad para decidir sobre la ubicación y los desplazamientos tanto de ellos como de sus subordinados. Esto incluyó desalojos de comunidades enteras, siempre las más pobres, para facilitar tierra libre para ganado. Una buena parte de la población ya no era necesaria, era prescindible según el criterio de los terratenientes, cuyo poder era absoluto. Conocer un poco mejor este momento da realce a la novela que tenemos entre manos, este Despejado que Carys Davies construye para reivindicar la amistad por encima de cualquier dolor social o personal.
Un presbítero, John Ferguson, se ve coaccionado para llegar hasta ese lugar, esa esquina del mundo, en el que un único habitante, Ivar, mantiene la colonia de un terrateniente, que ya apenas se ha reducido a unas pocas gallinas y una vaca ciega. Cada año, Ivar debe entregar su diezmo, en el que destacan los kilos de plumas recogidos en los acantilados y la playa. John Ferguson tiene familia, Ivar está solo. A John Ferguson se refiere constantemente la autora incluyendo el apellido, de Ivar apenas conocemos nada que no sean las cuatro letras del nombre. El encuentro tiene lugar tras un accidente marino, en el que Ivar rescata a John Ferguson. Y el entendimiento posterior apunta a ser complicado, pues no hablan el mismo idioma. De hecho, el idioma de Ivar está prácticamente desaparecido y Carys Davies hace un trabajo casi de antropología filológica para rescatar unas cuantas palabras del mismo. Las bases sobre las que asienta Davies la novela son similares a las de la aventura: una isla, lo inhóspito, el viaje, las diferencias culturales, el fulgor del encuentro, la adaptación, las exigencias físicas.
Pero todo fluye. A los dos personajes les resulta sencillo entenderse a pesar de los escollos del idioma. Saben, tanto el presbítero como el campesino, que no hay convivencia sobrevenida, porque la convivencia es un aprendizaje. Y así aceptan embarcarse en el mismo. Eso sí, dado que John Ferguson es la punta de lanza del desahucio de Ivar, un sentimiento de culpa le acompaña constantemente: ¿cómo será capaz de confesar su propósito? ¿Cuándo podrá decirle que debe abandonar la única vida que ha conocido para emprender ruta hacia una tierra que estará muy lejos de ser su lugar en el mundo? El conflicto moral de Ferguson tiene como contrapeso el más físico de Ivar: convencido de que el hombre que ha llegado con la tormenta viene a recaudar, se preocupa, porque debido a la edad que tiene ya no se encuentra en condiciones de recopilar los bienes que completan el tributo anual, ni siquiera las plumas de patos eider.
En realidad, la naturaleza, el hecho de vivir en la naturaleza aislada, facilita el brote de amistad que surge, dado que nada hay social que pueda interrumpir la relación. Están fraguando la relación como si acabara de inventarse el mundo, a pesar del sentimiento de culpa de uno y de traición del otro. Pero lo más importante es la conciencia de ser hombre del otro, lo que nos iguala. Para evitar cualquier confusión que supondría un apunte de flujo de conciencia, y así permitir al lector centrarse en lo que le interesa a la autora, la forja de la amistad contra los temporales, planifica un libro en capítulos cortos, dinámicos, sencillos, centrados en los sucesos. Despejado es una novela que vuelve sobre la trascendencia de mostrar nuestro lado humano en tiempos de crisis, porque saber vivir no consiste en otra cosa.
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Autor: Carys Davies. Título: Despejado. Traducción: Gabriel Insausti. Editorial: Libros del Asteroide. Venta: Todos tus libros.
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