Stephen King se ríe del miedo a los mexicanos de Trump
La premisa de El visitante (Plaza & Janés, 2018), la última novela del ínclito Stephen King, es el sueño húmedo de cualquier editor o productor de cine. Su historia se puede plantear en tres líneas, suficientes para resumir todas las claves de su autor, y resulta fácil de identificar tanto para sus fans como para espectadores o lectores despegados del género. Eso resulta ideal para vender libros o derechos de adaptación ahora que el de Maine vuelve a estar de moda gracias al mastodóntico éxito de It, de la que todavía queda pendiente una película. Pero ojo: una vez que entramos en sus páginas estamos a merced de un maestro narrador. Naturalmente, El visitante contiene un par de giros argumentales o tres de esos que no se pueden contar y que mantienen pegado al lector a su asiento, y que demuestran que King es un viejo zorro que, en el peor de los casos, nunca engaña porque siempre te ofrece lo que vende: una historia.
Vamos a ir a saco, como a saco va King desde el comienzo de esta breve novela: lo mejor de El visitante son los personajes. King sabe crear seres entrañables, americanos buenos que cometen errores y villanos de una maldad casi cósmica que generan una red de infinitos peligros en torno a ellos porque, en realidad, desafían sus creencias más arraigadas tanto como su propia vida. Por eso, y como es habitual en él, aquellos con alguna discapacidad o desventaja son los que mejor comprenden la irrupción de lo desconocido en el entorno cotidiano, algo que a King se le da condenadamente bien escribir. Cuando uno de los protagonistas es eliminado (y en el libro caen varios), el lector no puede más que sentir que alguien ha “violentado” el equilibrio cósmico de su pequeña historia. Digo cósmico porque a los fans de La Torre Oscura, el opus magnum de King, les gustará el homenaje que el escritor vuelca en una única palabra según se acerca el final del libro. Porque el ka es una rueda cuyo único propósito es girar.
Si La Torre Oscura es el pegamento entre todos los mundos planteados por King, en El visitante el de Maine da un paso más en la confección de un pequeño universo dentro de su ya extenso imaginario. De alguna manera, aunque solo sea por adscripción genérica, El visitante pertenece a la saga iniciada por Mr Mercedes y finiquitada, aparentemente, con Fin de guardia. Por eso, un personaje muy importante de aquella trilogía policial aparece aquí para deshacer la madeja de una manera muy similar a como lo hizo en la primera saga de novelas negras. Todo indica que el autor continuará excavando en ese particular hoyo de thrillers de investigación que ahora le apetece escribir, su particular aproximación al horror pero ahora desde la óptica del procedimental policiaco. ¿Se acuerdan de la excelente serie Expediente X? Stephen King sí.
Y hablando de horror: “Anoche, cuando llegué a casa, entré en internet y leí cosas sobre los dobles. Porque eso es este visitante, ¿no les parece? Ella se encogió de hombros. —Llámelo como quiera—. En la literatura, el más famoso sale en un cuento de Edgar Allan Poe. Se titula ‘William Wilson’”. La cita a Poe no es baladí, como se imaginan: el tropo del doppelgänger es la principal figura de la obra, y King lo exprime sin ahorrarse referencias a filmes como La Cosa, la desconocida y reivindicable Hidden (Lo oculto) u otras obras suyas, como la citada It, con su ser cósmico de naturaleza cambiante. No es el único guiño presente en El visitante: si en otras obras King no ha dudado en introducirse él mismo como personaje, aquí es el escritor de novela negra Harlan Coben quien, sin saberlo, introduce la pista que conduce a la segunda mitad de la novela. Sin duda, toda una declaración de intenciones del autor a la hora de levantar este nuevo universo de thrillers detectivescos.
Los defectos de El visitante son similares a los de la trilogía Mr Mercedes. La trama no es excesivamente potente al margen de la capacidad del escritor para sugerirnos en mundos nuevos y extraños, para sumergirnos en la vida de una pequeña comunidad estadounidense (olvídense de Maine, esta vez estamos en Oklahoma) y para construir una realidad construida en torno a una paradoja, la de un hombre capaz de estar en dos sitios a la vez… y unos personajes que se enfrentan a la irrupción de lo sobrenatural en sus vidas. King hace algo muy bien: evita especular con el origen y significado de su particular “visitante”, permitiendo que el miedo asome sin cortapisas en determinados pasajes, sobre todo aquellos en los que el ser visita de improviso a los protagonistas… ya sea observándolos por la ventana o escondido tras la cortina de la ducha. Una ambigüedad que demuestra que King, de 71 años, sí comprende bien los mecanismos del horror: «Equivocadamente, (se piensa que) Poe escribía cuentos fantásticos acerca de lo sobrenatural, cuando en realidad escribía cuentos realistas sobre psicología anormal”, dice la esposa de Ralph, el protagonista. Paradojas y ambigüedades.
No hemos terminado. El visitante es una novela de rabiosa actualidad, una en la que la noción de lo fantástico no solo desafía la (in)credulidad de los personajes, sino que aparece ligada a la principal fractura que ahora mismo amenaza la identidad de Estados Unidos. Ya desde el título, en “el visitante” (o The Outsider, en inglés) se nos propone que el malo es un extranjero. Pero King, enemigo declarado de Donald Trump y la criminalización de inmigrantes (sus tuits contra el presidente de Estados Unidos son diarios) no podía escribir una simple metáfora donde el mal viene de fuera, al menos en 2018. La clave está en una larga escena a mitad de la historia, que reúne a todos los personajes y que dirige la acción hacia Texas, muy cerca de la frontera de México, cuyo folclore tiene su carga de protagonismo. También en un secundario que trabaja para las fuerzas de la ley, el latino Yune Sablo, que adquiere categoría de héroe en el tramo final. El terror, el fantástico, el puro género, habla de nuestras estructuras inconscientes y de las más sociales y perentorias. El visitante es un pasapáginas divertido y letal, en ningún caso lo mejor de su autor, pero sí un entretenimiento vivo y útil. Quizá haya peligros ahí fuera, pero el peor de todos puede ser un presidente impostor.
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Autor: Stephen King. Título: El visitante. Editorial: Plaza Janés. Venta: Amazon
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