Una niña de once años, que se rebela contra su destino al morir su madre, lo que le supondrá un elevado coste personal, es la protagonista de La otra orilla, la cuarta novela de la tarraconense Elena Moya, quien considera que todavía hoy “hay mucha gente que no sabe cuál es el precio de la libertad”.
Por otra parte, asegura que el hecho de vivir en Inglaterra desde hace casi quince años le ha dado una perspectiva distinta a si hubiera residido siempre en España, porque allí se ha dado cuenta “de la diferencia que existe entre una democracia establecida y asentada y la nuestra”. A su juicio, eso acaba afectando a la vida personal de cada uno, como queda constatado en sus novelas. Rememora que al poco tiempo de residir en la capital inglesa se dio cuenta de que “la mentalidad de la gente era diferente” y aunque “allí no todo es perfecto, en cuanto a la libertad, que para mí es algo muy importante, nos llevan una o dos generaciones de ventaja”.
Publicada por Suma de Letras, La otra orilla cuenta la peripecia vital durante cinco décadas de Asun, una niña de once años, en el Delta del Ebro, llena de sueños y ambiciones, que verá su vida trastornada cuando en el invierno de 1961 su madre fallece de forma repentina y ella se ve obligada a dejar la escuela. A pesar de ello, la pequeña se rebelará contra las cartas que parecen venirle marcadas y se convertirá en una adelantada a su tiempo, que se enfrentará al desafío de no encajar en la realidad social del momento y no poder ser quien realmente es, aunque “al final la verdad siempre te atrapa, te encuentra”, afirma la escritora.
Igual que en sus otras novelas, Asun es una mujer fuerte y empoderada, lo que le surge espontáneamente cuando se sienta ante el ordenador, aunque defiende que “necesitamos mucha más literatura en la que las protagonistas sean las mujeres”. Por otra parte, no esconde que Londres se lo ha dado “todo” y recuerda que su primera novela, Los olivos de Belchite, se publicó antes en inglés que en castellano porque en España “la pregunta era ¿y tú quién eres?”.
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El respeto. El respeto. Con respeto no habría que pagar ningún precio por la libertad, salvo si consideramos que la responsabilidad es un precio. Esa es la diferencia en sociedades en las que no hay raigambre democrática: la falta de respeto hay cualquier cosa que se mueva fuera de cada ámbito individual. o fuera de cada pequeño reino de taifas particular. Excelente artículo; y el libro lo promete también.
Es que ser lesbiana no es normal, otra cosa es que sea respetable dicha condición, pero somos Libres de pensar que no es algo Normal ¿o es que no tenemos esa libertad? ¿más literatura protagonizada por mujeres? Vaya lo de Flaubert, Tolstoi, Zweig no eran mujeres ¿eh? ¿o es que no te gusta que escriban hombres? Vaya tristeza que la literatura se hay convertido en ideología, así es de pobre estos días.