Reconciliarse con algunos de sus fans, críticos con la adaptación a televisión de la saga Valeria, será el propósito de la segunda temporada de la serie de Netflix, cuenta a Efe la escritora Elísabet Benavent, quien ejerce esta vez como productora ejecutiva y ha vivido muy de cerca todo su proceso. Valeria es su “niña”, la que le abrió las puertas hace ocho años para convertirse en una escritora superventas, y es por ello que está feliz de poder vivir de cerca su transformación. Se siente “mucho más cómoda como autora” teniendo la oportunidad de opinar y sabiendo que “hay una voluntad de volver al libro”, cuenta.
—¿En qué punto está la segunda parte de Valeria?
—Está ya grabada y estamos esperando que Netflix confirme la fecha de estreno, que será este año (…). He podido vivir el proceso desde dentro, desde el tratamiento previo al guion, la grabación, la posproducción… y estoy encantada, porque en esta segunda temporada hay un claro propósito de volver al original de los libros, después de que en la primera se tomaran ciertas licencias. Creo que esta temporada va a gustar mucho a la gente que le gustó la primera temporada y va a hacer las paces con las lectoras que vieron muchas diferencias con el libro.
—¿Es muy duro para usted dejar que su obra pase por otras manos?
—Tienes que hacer un ejercicio previo, que es el de soltar el personaje. Se hace un poco cuando publicas el libro, porque antes de publicarlo esos personajes son solo tuyos, pero luego son también del lector, porque lo puede entender de una manera que no es la misma que tú lo has planteado. Cuando lo coge una persona para trasladarlo a otro lenguaje, tienes que hacer ese ejercicio muy muy a fondo. En la primera temporada hay muchas cosas que eran muy diferentes al libro. Entonces yo siempre lo concebí como “nadie le va a arrancar las páginas a mi libro, mi libro sigue siendo el que es”. Valeria audiovisual es otra Valeria.
—¿Y se siente más tranquila ahora, como productora ejecutiva?
—Sí, es verdad que me siento mucho más cómoda como autora teniendo la oportunidad de dar mi voz como productora ejecutiva y sabiendo que hay una voluntad de volver al libro. Pero yo creo que es una cuestión de celo del autor porque claro, es mi niña, Valeria siempre va a ser mi niña, porque es la primera y me ha dado muchas alegrías. Todo lo que tengo es gracias a Valeria, y soy más celosa quizás con ella que con otros personajes.
—Cuenta usted que la pandemia afectó muy negativamente a su inspiración. ¿Cómo se encuentra ahora que ya se empieza a ver la luz?
—Me siento motivada. Después de un parón de que no encuentras el hilo del que tirar, tienes la idea muy asentada pero no sale… De repente empiezas a salir, empiezas a tener muchos más proyectos… A las personas que trabajamos en esto nos va la marcha, nos va mejor trabajar bajo presión y todo fluye de una manera mucho más natural. El movimiento atrae movimiento y las ideas son así, conforme van entrando unas cosas van saliendo otras. Así que ahora mismo estoy súper motivada.
—¿Siente que en la pandemia sus novelas han ganado valor como vía de escape?
—El otro día lo hablaba con un amigo escritor y le decía que no siento que nosotros (los escritores) hagamos mover el mundo, porque tengo un amigo que es médico, una que es ingeniera… todos dejan su huella muy visible. Y él me decía «¿cómo que no?». El entretenimiento ha estado muy denostado. Tiene una connotación negativa, pero la verdad es que se necesita. Yo desde el punto de vista de alguien que hace entretenimiento estoy muy contenta de formar parte del momento de desconexión, de descompresión. A lo único que aspiro cuando se abre un libro mío es a que se olviden de rutinas, de problemas diarios y que se metan ahí y puedan viajar desde el sofá.
—¿Se ha revalorizado la novela romántica, menos sesuda?
—Ahora se ha puesto en valor por todo lo de la pandemia, porque ha ayudado a la gente. Sigue habiendo un condicionante, que es «hay cultura de calidad y hay entretenimiento». Y nos vamos a pelear por esto mucho tiempo. Hay mucha gente que se pone el monóculo para hablar. Pero el entretenimiento también es cultura. Hay que dejarse de etiquetas de «lo cultural y el entretenimiento» porque, según hemos visto, en el confinamiento necesitamos de todo. Necesitamos un libro sesudo, otro menos sesudo… y para mí no hay géneros mayores y menores, y nos tenemos que quitar un poco de la piel esto del «gafapastismo», porque es contraproducente. Toda la cultura debería remar en la misma dirección.
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