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Elogio de las nuevas superficies

Elogio de las nuevas superficies

Conocemos mejor la realidad por las superficies, es una suerte de superpoder: somos capaces de hacer de ellas un medio para convocar representaciones. Pero, a la vez, se trata de una forma de resignación; es eso lo más cerca que estaremos de la mayoría de las cosas: planetas, especies feroces o la chica que en la pantalla, en uno de los poemas, enseña yoga. Circuito cerrado de vigilancia, de Mayte Gómez Molina, es un elogio de la superficialidad —por decirlo con el sintagma de Vilém Flusser—, de las nuevas superficies y de la distancia superficial que conllevan en nuestro actual modo de mirar el mundo y darnos a ver, «convertidos en imágenes» para la tecnología, en un quiasmo de la mirada que ha cambiado el rol de quien mira y quien es mirado, que ha sustituido poco a poco —con crueldad— los lugares extranjeros por las imágenes de lugares extranjeros:

Llegué allí y todo era

exactamente igual que en las fotos

menos la basura las ratas

las

personas sin hogar la

policía por todas partes

el Five Guys de los Campos Elíseos

"Hoy, poseer una apariencia exige aparecer en una pantalla. Si la poesía siempre tuvo algo que ver con el rito, Mayte Gómez Molina cartografía y poematiza los ritos que esconde el ahora"

Hay en estos poemas una apología del diseño, un deseo (cumplido) de ser máquina, es decir, de aceptarnos artificiales; todo ello con una razón astuta que va abriendo las heridas del presente mientras las cauteriza: la sustitución de la lectura —el ser humano— por el parseo —la máquina— (p. 29); el repliegue de las cosas en el uso, donde se guarda el significado de los objetos técnicos (p. 34); Internet como una zona poco amigable (p. 56); la capacidad hipersticional (de que la ficción devenga por sus propios medios real) del ciberespacio (p. 57); la profundización en el valle inquietante, ese espacio liminal en el que los robots resultan cada vez más indistinguibles (pp. 62-64); la mirada dronizada (Fontcuberta dixit) (p. 73); el expolio de datos y el trabajo gratuito (pp. 79-80); aprender a domeñar nuestra mirada ante la sobreexcitación mediática (pp. 87-88); etcétera.

"Cielo Santo ha publicado un libro espléndido, un dispositivo pensante que nos motiva a poner en cuestión nuestras formas de percibir y aprehender la realidad, que enseña dónde colocar el foco"

Hoy, poseer una apariencia exige aparecer en una pantalla. Si la poesía siempre tuvo algo que ver con el rito, Mayte Gómez Molina cartografía y poematiza (esto es, hace pensar al poema) los ritos que esconde el ahora: «Para mí el ordenador es como / para nuestros bisabuelos los animales de tiro». A través de un proceso de superhibridación, esa mezcla de diversas fuentes en la producción de la propia obra, la autora esconde un vasto conocimiento (net.art, escritura no-creativa, el § 15 de Ser y Tiempo o el problema del barco de Teseo), y en vez de arrojárnoslo frío, lo convierte en un artefacto afectivo, capaz de tomar la temperatura de nuestro tiempo y sopesar en qué grado se ha visto trastocada nuestra sensibilidad (si acaso vive amenazada por una máquino-dependencia de la subjetividad, como lo expresó Guattari). Por eso, entre inteligencias artificiales, imágenes pixeladas y precarización, surge la belleza. Pienso en versos tan hermosos como estos: «Mi cuerpo, / al que todavía asusta el fuego / porque lo recuerda de la cueva».

Cielo Santo ha publicado un libro espléndido, un dispositivo pensante que nos motiva a poner en cuestión nuestras formas de percibir y aprehender la realidad, que enseña dónde colocar el foco, y lo ha hecho en una edición de preciosos colores azul y marrón que dan ganas de abrazarla.

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Autora: Mayte Gómez Molina. Título: Circuito cerrado de vigilancia. Editorial: Cielo Santo. Venta: Todos tus libros.

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