¿Se sobrevaloran las creaciones de mujeres que destacaron en un mundo de hombres? Aunque es una cuestión latente en analistas y críticos, jamás podría plantearse con doña Emilia Pardo Bazán, porque aun siendo hombre, habría tenido con toda seguridad un lugar de privilegio en la historia de la Literatura.
Bibliófila empedernida, hablaba con soltura francés, inglés y alemán. Y en lo que concierne a la llamada “historia de las mujeres” sufrió la discriminación en carne propia —fue rechazada por su condición de mujer en la RAE en dos ocasiones— y sería una precursora en la defensa de los derechos femeninos. Reivindicó con firmeza la importancia de la educación como crucial para conseguir la igualdad y condición sine qua non para que la mujer pudiera ser “autónoma y verdaderamente libre”.
Pese a estos grandes valores, ciertas reticencias hicieron que Emilia Pardo Bazán durante mucho tiempo fuera un personaje incómodo para reivindicar: ¿Extrapolación de presentismos históricos? ¿El desprecio literario del siglo XX por un XIX que “olía a naftalina”? ¿Prejuicios por su condición nobiliaria? ¿Su falsa “mala relación” con el tótem identitario Rosalía de Castro? ¿Haber escrito en castellano en Galicia? Quí lo sá. Afortunadamente, y en aras de la celebración de su centenario, se está “revisitando”, y su personalidad y su obra están brillando con luz propia. Empiezan a desvelarse interesantes facetas —hasta ahora poco conocidas— que redondean su genialidad y que serán expuestas por importantes especialistas en el Congreso Internacional que se celebrará en septiembre en A Coruña. La valoración de la figura de doña Emilia está in crescendo, y pese a los intereses políticos en convertir la casa de la escritora (el pazo de Meirás) en un centro de la llamada “memoria democrática”, se espera que prevalezca el proyecto cultural de dedicarla a actividades de investigación de su obra, a semejanza de otros espacios dedicados a insignes escritores en Europa.
La moda en el universo pardobazaniano y el Ars vestendi
Uno de los ámbitos más sorprendentes y atractivos en el universo pardobazaniano sale a la luz en la obra de reciente aparición Emilia Pardo Bazán y la moda, de la doctora Blanca Rodríguez Garabatos (A Coruña, 1980), publicado por Hércules de Ediciones.
El catedrático de Literatura José María Paz Gago, director de la tesis doctoral de la autora y autor del prólogo del libro, fue el pionero en avanzar el tema en su obra El octavo arte. En ella aportaba originales reflexiones sobre la valoración de la moda en la praxis literaria de Pardo Bazán. Hoy, este libro de Hércules de Ediciones analiza exhaustivamente la narrativa de la escritora coruñesa, constatando a través de ella que fue una consumada experta y gran conocedora del mundo de la moda en la España de su tiempo.
Para muchos pudiera parecer paradójico, al ser ella una sesuda erudita y la moda un ámbito tildado de frívolo por los intelectuales, e incluso porque poseía una figura voluminosa, aparentemente poco proclive al lucimiento personal. Aunque con toda seguridad su inteligencia y sentido del humor eran su mayor atractivo, el profesor José María Paz Gago, uno de los máximos especialistas en Pardo Bazán, afirma que “doña Emilia también seducía con su físico. Tenía un tipo que gustaba en su época, y estaba en muy buena forma, porque andaba muchísimo y se cuidaba. Además era extremadamente elegante, con una audacia espectacular en sombreros con tocados de plumas, penachos… Por eso pudo tener como amantes a los hombres más destacados de su época, algunos mucho más jóvenes que ella”. Al margen de ello, la escritora consideraba que la moda estaba al alcance de cualquier tipo de mujeres.
Un factor valiosísimo a la hora de evaluar sus aportaciones en este campo es que Emilia Pardo Bazán demostrará la importancia de la moda no teorizando, sino en la práctica. En todo el conjunto de su producción hay tramas, personajes y contextos directamente relacionados con este tema, desde tejidos a personajes capitales, diseños, atrezzos complementarios o la influencia de la nacionalidad en las tendencias… Un repertorio interminable de elementos y estilos que desfilan por las páginas de sus cuentos y novelas.
Paralelamente, es especialmente reveladora la correspondencia, hasta ahora inédita, con su amiga santiaguesa Carmen Miranda de Pedrosa. En sus cartas dibuja prendas que quería describirle, le manda muestras de tejido o le relata interesantes anécdotas —como el trato con el modisto de la emperatriz Eugenia de Montijo, o cómo debían gastar algo la ropa para pasar la frontera y evitar que el pago en la aduana encareciera los vestidos—. Es un compendio epistolar que supone todo un auténtico Ars vestendi, un libro de consejos sobre cuestiones de moda.
La moda en su producción
Doña Emilia “cubrirá” como periodista las exposiciones universales de 1889 y 1900 (Al pie de la Torre Eiffel y Cuarenta días en la Exposición ) en las que se ocupó tanto de las personalidades femeninas más relevantes —las influencers de entonces— como de las materias primas, tejidos y manufacturas parisinas en boga. En ellas describe las creaciones más impresionantes de los modistos de la Belle Époque. Entre los personajes descubre a un modisto hoy casi olvidado, Félix Poussineau, todo un revulsivo al ser el artífice del vestido político de madame Carnot en la exposición de 1889 y el creador del escandaloso vestido negro de madame Gautreau, Madame X de Singer Sargent. Pero también en sus libros de viajes como Por Francia y por Alemania, en el capítulo Trapos moños y perendengues, doña Emilia recoge algo tan cool como la influencia de la moda británica en la masculinización de la vestimenta femenina, que más tarde cristalizaría Coco Chanel, o cuestiones vinculadas a los colores de moda.
No solo glamour
Pero no solo es glamour, la condesa también conoce el sistema de la moda y los entresijos de la industria. Sus protagonistas viven en primera fila tanto la parte creativa del mundo fashion como la parte fabril (costureras, oficialas) e incluso también el ámbito de la gestión (administración). Todo ello lo recoge en La quimera, donde podemos asistir a un auténtico desfile de moda en el que las maniquíes lucen los diseños para las clientes femeninas.
También Blanca Paula Rodríguez Garabatos subraya en este libro el importante papel que tienen en la obra de la escritora las modistas, obreras de la aguja, que copian vestidos diseñados por las grandes casas de moda, pero que a la vez “customizan” vestidos viejos o anticuados (algo muy habitual en las españolas de la inmediata posguerra) y que resultan indispensables para contar con un armario surtido sin realizar dispendios excesivos, como vemos representadas en las fashion victims que desfilan por las novelas de Pardo Bazán y de otros novelistas del realismo, como Zola, Flaubert o su “amigo” Galdós. Asimismo observa la costumbre de muchas modistas españolas de afrancesar sus nombres, modales y léxico para atraer a sus clientas… avanzando lo que harían diseñadores españoles de los 80 al “italianizar” sus firmas.
La moda como recurso narrativo
La moda se utiliza como recurso narrativo de primer orden, y Blanca Rodríguez nos demuestra cómo para doña Emilia es un arma certera para representar el ascenso social, las aspiraciones de “las trepas” o la superioridad social de personajes como la duquesa de Ambas Castillas en Dulce dueño.
El vestuario trasluce también el carácter de los personajes de sus novelas y cuentos, de cursis de clase media a mujeres emancipadas e independientes, anoréxicas y viciosas, damas osadas y determinadas como Rosario en El saludo de las brujas, o dandis femeninas como Espina Porcel en La quimera. Pero “en la otra banda”, con eficacia narrativa la vestimenta retrata a beatas mediocres como Carmiña Aldao en Una cristiana y la prueba, señoras castas o burguesas, o maquiavélicas e intrigantes como Mercedes en Allende la verdad. “La vestimenta le ayuda a construir un discurso novelístico, verosímil, coherente y creíble”, afirma José María Paz Gago.
Blanca Paula Rodríguez Garabatos nos descubre cómo la moda aparece en sus páginas como una implacable dictadura que a veces tiraniza, una subyugadora religión a la que las protagonistas se someten en busca de la perfección estética, aunque sea a costa de fracasar en el intento. Son personajes femeninos que retratan a las miles de jóvenes de hoy que se asoman en las redes: las fashionistas, o fashion victims, que Pardo Bazán disecciona con precisión de cirujano. Mujeres que caen rendidas ante las exigencias y mandatos de la moda, jóvenes, delgadas, adineradas, cuya intención es seducir, atrapar la atención, generar envidias, saciar sus ansias de “estar a la última”, buscar una pareja ventajosa (antes denominado “un buen partido”) o reafirmar la hoy tan ponderada “autoestima”. Todo ello nos trae a la palestra a una escritora cuya rabiosa actualidad está fuera de toda duda, una vigencia que se extiende a su gran defensa del ejercicio físico, y por ende de la indumentaria adecuada para las avanzadas teorías higienistas: zapatos planos, falda pantalón, bombacho, o tejidos más flexibles.
Decoro y elegancia
Pardo Bazán, del mismo modo que otros grandes escritores de su época, como Marcel Proust, no puede dejar de lado las estrictas convenciones para cumplir con los requisitos de decoro y elegancia.
La obra de Hércules de Ediciones nos explica cómo a través de doña Emilia podemos descubrir que el traje de recibir no debía ser ni demasiado relajado ni excesivamente ostentoso, ya que el descuido podría reflejar una escasa consideración hacia la persona visitante. Salir a la calle tampoco era una cuestión fácil. El “traje de modista” convive con el traje de trotteur para los viajes o para el desempeño de las obligaciones sociales.
Las mañanas de las mujeres de la Belle Époque eran momentos de ajetreo, pero también de solaz y esparcimiento. La liviandad de las telas y tejidos contribuyen a visibilizar esa vida plácida que discurre entre paseos campestres, juegos y escarceos amorosos, como en el caso de Carmiña Aldao en La prueba o Nieves en El cisne de Vilamorta, que parece retrotraernos a las idílicas estampas de los más famosos impresionistas franceses.
La costumbre de pasear por las tardes se convierte en la excusa perfecta para ofrecer un repertorio inigualable de looks. La gran escritora coruñesa no deja escapar la ocasión de referirnos las novedades en materia de trajes de paseo, pero su mirada perspicaz también disecciona la realidad que se esconde detrás del acto, aparentemente inofensivo, de deambular sin rumbo ni objetivo, pero que siempre encubre un doble fin.
El acto de callejear impone el uso de un amplio repertorio de complementos casi infinitos y a cuál más sugerente. Entre ellos, las sombrillas y los sombreros. Capotas, sombreros de paja, sombreros de cucurucho, tricornios, sombreros de ala ancha… pero también guantes y sobre todo los abanicos, casi la “debilidad” de Doña Emilia y su lenguaje secreto. Por su parte, los abrigos, impermeables y sobretodos —pieza mítica que resucitaría en los 80 con el nombre de guardapolvos— son algunas de las prendas de calle imprescindibles que protegen a las damas de las inclemencias del tiempo, la suciedad del ambiente… o de las miradas indiscretas.
Especial fascinación producen a la autora las mujeres anglosajonas, cuya independencia y personalidad también trasluce a través de sus atuendos. Y es que con el tiempo las nuevas modas procedentes de Inglaterra irían imponiendo un canon mucho más simplificado, permitiendo a las mujeres adaptarse a un mayor número de situaciones.
Códigos de vestimentas
Uno de los capítulos de mayor valor antropológico de Emilia Pardo Bazán y la moda es cómo aborda los códigos requeridos para las ocasiones especiales de la vida. La muerte o la pérdida de un ser querido visten de negro a sus protagonistas. La exteriorización del sentimiento de duelo a través del vestuario convierte a las mujeres enlutadas en objeto de admiración morbosa o incluso de delectación erótica. Otro de los momentos trascendentales de la vida, el matrimonio, encuentra su expresión máxima en el vestido de las novias. El relato Las vistas recoge la importancia del trousseau nupcial como signo de éxito sentimental y de ostentación social de la mujer casadera.
También el teatro es otro marco en el que se exhiben sentimientos y, sobre todo, vanidades. El traje de soirée es el colofón de la vida social. Las heroínas pardobazanianas se visten espléndidamente para estas ocasiones en las que la hermosura femenina brilla en todo su esplendor. El carnaval, fiesta tan grata para la autora, sirve para recrear en varios relatos el juego de las apariencias. Bajo los dominós de las protagonistas de los cuentos del llamado “ciclo de Carnaval” se esconden intenciones, sentimientos y frustraciones que no pueden salir a la luz si no es bajo la coraza que ofrece el disfraz.
Pero doña Emilia aún va más allá… y su obra es una ventana a peinados, ajuares, moda de caballero, paraguas y bastones —con sus distintas empuñaduras—, moda infantil, indumentaria popular, el traje regional, incluso el escaparatismo ¡y la moda canina! Su vasta cultura sobre la elegancia y su mirada novelesca abarcan todos los aspectos del universo fashion. Abarcó tanto, tantas facetas, y con tal especialización que calificarlas de “inimaginables” sería casi cicatero.
El corsé, la lencería y Pardo Bazán
Dentro de este universo de prendas y tendencias destaca cómo Pardo Bazán se ocupa prolijamente del corsé, una prenda controvertida, ya que algunas esferas médicas debatían sus riesgos para la salud. No obstante, la vanidad femenina prevalece bajo la idea de que “para lucir hay que sufrir”, y las damas de su narrativa no renuncian a presentarse en público y en privado bien cinchadas de corsé.
Blanca Paula Rodríguez Garabatos nos describe cómo la novelista gallega aborda esta prenda de forma bivalente para la mujer. A veces es un instrumento protector, mientras que otras resulta un elemento opresor para las intelectuales, trabajadoras e independientes y modernas que no pueden vivir bajo tal sujeción impuesta por la moda.
Frente al “encorsetado” corsé está el contraste con la relajación del ámbito doméstico, donde batas, chambras, deshabillés, peinadores y mandiles forman parte del repertorio de cómodas prendas que lucen criadas y señoras en el seno del hogar.
La autora y el valor de la obra
Blanca Paula Rodríguez Garabatos (Santiago de Compostela, 1973), es doctora en estudios literarios y Licenciada en Historia Contemporánea por la Universidad de Santiago de Compostela. Junto a Laura Rodríguez Herrera, editora de Hércules de Ediciones, han fraguado una obra —con deliciosa portada de la artista Paula Mayor— que supone una nueva vuelta de tuerca a la producción de Pardo Bazán. Para la autora del libro, la condesa era una superdotada capaz de convertirse en especialista en cualquier tema que fuera de su interés. Esta vez, a través de este ensayo, se ha demostrado que la autora coruñesa en cuestiones de moda era un peso pesado en todos los órdenes.
La moda la entretenía como “conversación grata para las señoras”, como se trasluce en su correspondencia privada, revelada en este libro; era un eficaz recurso literario para construir los personajes de sus cuentos y novelas, definir perfectamente el contexto en el que desarrollaban su periplo vital y refrendar su hondura psicológica por la apariencia. Benedetta Poletti, gurú del mundo editorial de la moda, declaraba estos días que “la moda se entiende como el modo, pero más que una manera de vestir, es sobre todo una manera de ser”, algo que siglo y medio antes ya avanzaba con clarividencia la condesa de Pardo Bazán.
Pero hay más: tal y como se aprecia en sus crónicas y libros de viajes, para ella era una “importante manifestación cultural y artística”, por lo que fue pionera en otorgar a la moda la dimensión que tiene hoy: ser el Octavo Arte.
Sumado a todo ello, Emilia Pardo Bazán y la moda, de Hércules de Ediciones, constituye una obra imprescindible, ya que deja de manifiesto el talento de la insigne escritora para retratar a través de la moda la realidad de una sociedad en un tiempo y un espacio de imposible retroacción. Por tanto, se convierte en fuente documental de primer orden que ratifica el ingente valor etnoantropológico de su obra, un elemento más que no hace más que redondear —si cabe— la fascinación por esta gran mujer, poliédrica y gallega universal, que se ha ganado por sí misma un sitio de honor ya no sólo en la Literatura, sino en la Historia universal.
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Autor: Blanca P. Rodríguez Garabatos. Título: Emilia Pardo Bazán y la moda. Editorial: Hércules. Venta: Todostuslibros y Amazon
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