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Empeñados en ser felices

Empeñados en ser felices

Lecturas de verano es una serie semanal dentro de la sección Omoshiroi. Escribo de algunos libros que te pueden acompañar en estos días tan largos y donde la imaginación se desborda entre aroma a salitre, aire acondicionado urbano o un monte perdido.

La obra:

Salimos ya hace una semana del hotel Begoña Centro de Gijón camino del Museo del Ferrocarril. Siempre que charlo con Miguel Munárriz hablamos de El Mundo, del suplemento La Esfera y de la redacción de Pradillo, 42. Cómo no. Los años que nos marcaron tanto. Sí, sabíamos que aquello era felicidad.

Munárriz camina en Asturias, en Madrid o en Vejer, con brío, como si tuviera 20 años menos. Su melena nívea viaja por su ciudad natal buceando en el pasado, mas sin nostalgia, acaso con una melancolía moderna desde una enérgica atalaya de bonhomía. Mira esa casa. ¿Qué era esto antes?, pregunto al ver un hermoso prado; tanto verde.

Y hablamos del que fue nuestro periódico y se le enciende la cara y su cabello se vuelve oscuro, el que lucía los años de final de milenio donde todo era posible. Aquel coche que tenía aparcado frente al Abasota. Su primer dacha en Madrid, en Callao, procedente de Oviedo, cuando le fichó Juan Carlos Laviana y entrevistó a Umbral en Majadahonda.

No quiero que se acabe nunca Empeñados en ser felices (Aguilar). Porque es una fiesta sin fin, porque Munárriz rememora con encanto, solvencia y elegancia su cercanía a autores y libros. Porque se aprende, porque enseña. Libérrimo, sin resentimiento, sin hablar mal de nadie. Así es Miguel. La obra de un hombre de Letras, cofundador de Zenda, un hombre que es entusiasmo, pasión, el hombre que quizá junto a Juan Cruz tiene la mejor agenda de la Cultura en España.

Esta crónica sentimental de una vida entre libros, como se subtitula esta obra, es una geografía de emociones, vivencias y amor literario. Si te llama Miguel, si te escribe Miguel, pasarán cosas.

El principio:

“Escribir sobre lo que se ha vivido puede tener también algo de novela. Al fin y al cabo, uno escribe basándose en sus recuerdos y acude a la memoria, que se puede moldear, incluso inventar, para salir lo menos dañado posible de esa pelea contra el tiempo que es toda biografía”.

La frase:

“A los postres, por indicación de Bárbara Jacobs, pedí una buena tabla de quesos. A Monterroso, al verla, le brillaron los ojos y dijo: ‘Estamos empeñados en ser felices’”.

Lo mejor:

El desorden ordenado del libro.

La inclusión de fragmentos de libros, artículos, cartas y correos electrónicos que contextualizan las vivencias.

La oda a los amigos. Sobre todo, a Ángel González y Luis Eduardo Aute.

Coda:

Me llevé Empeñados en ser felices a la Semana Negra de Gijón para que me lo firmara en un aparte. Lo tenía en la mochila y no vi el momento adecuado. Un mes antes, en la Feria del Libro de Madrid, hubo un cambio de hora en su firma y no llegué a tiempo. Nos encontramos, junto a Palmira Márquez, un día después, en sosegado paseo libresco. Era una mañana feliz de domingo. La luz del Retiro parecía de estreno. Había comprado su libro a las 20.51 del 21 de mayo en la librería Amapolas en octubre de Madrid. Laura Riñón se alegró tanto.

La dedicatoria estaba:

“Amigo lector,
ojalá esta memoria literaria
te divierta, te entretenga
y te enseñe algo”

Gracias, querido Miguel, por abrirme tantas puertas.

Gracias por escribir este libro.

La próxima vez me lo firmas, inolvidable jefe esférico.

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