En noviembre de 2020 celebramos el centenario de Gene Tierney (1920-1991), sin duda el rostro femenino más bello de la historia del cine (máxima subjetiva que algunos emplearíamos con igual aseveración al referirnos a Hedy Lamarr). Entre 1940 y 1964 Gene Tierney aparece en 36 largometrajes de ficción, casi siempre como protagonista estelar. Realmente su filmografía como estrella de Hollywood se circunscribe a películas estrenadas en apenas quince años, de 1940 a 1955. Se ve forzada a retirarse del cine, como explicará en sus memorias, Self-Portrait (1979). Sólo volverá siete años después, para aparecer como actriz secundaria en tres películas. Sus papeles más icónicos son, sin ninguna duda, en Laura, Que el cielo la juzgue, El filo de la navaja y El fantasma y la Sra. Muir, asimismo cuatro de las mayores obras maestras de la historia.
En ese período glorioso del cine clásico de Hollywood, los años cuarenta y primeros cincuenta, Gene Tierney posee la mejor filmografía como intérprete, en cuanto a calidad artística y directores con los que trabajó, de la Historia del Cine. La mejor, incluidos hombres y mujeres, actores y actrices. Es cierto que hay filmografías más largas que mejoraron la suya, de leyendas de Hollywood que agrandaron su carrera o que ya trabajaban desde antes, años treinta y finales de los años veinte. Pero si consideramos sólo el período de 1940 a 1955 nadie supera su filmografía. Puede el lector cotejarlo y comprobarlo, si su tiempo y deseos se lo permiten.
1. En apenas 15 años, Gene Tierney, entre sus 20 y 35 años de edad, fue dirigida por: Fritz Lang, John Ford, Lubitsch, Mankiewicz, Henry King, Josef von Sternberg, William Wellmann, Otto Preminger, Jacques Tourneur, Mamoulian, Henry Hathaway, John Cromwell, Mitchell Leisen, Jules Dassin, John M. Stahl, Delmer Daves, Edmund Goulding, Clarence Brown, Irving Cummings, Dmytryk, Negulesco… Una pléyade de cineastas maravillosos. Cualquier cinéfilo que conozca bien la dirección cinematográfica de estos veintitantos directores clásicos sabrá perfectamente de lo que hablo. ¡En apenas tres lustros!
2. De las 36 películas de la filmografía de Gene Tierney, 30 son adaptaciones cinematográficas de obras literarias, novelas, obras de teatro y, muy raramente, relatos. Sólo 6 largometrajes se basan en guiones originales o historias escritas para el cine.
3. Entre los escritores adaptados figuran autores de gran prestigio literario —Vera Caspary, Somerset Maughan, Mika Waltari y Lilian Hellman— otros que tuvieron su prestigio pero hoy están bastante olvidados —Erskine Caldwell, el premio Pulitzer John Hersey, Ben Ames Williams—, escritoras de gran talento literario que injustamente son desconocidas hoy por el público de masas —Anya Seton y Josephine Leslie (usaba el seudónimo unisex R. A. Dick, [acaba de lanzar la novela El fantasma y la Sra. Muir la editorial Impedimenta en una edición magnífica y de la que tuve conocimiento hace seis meses gracias a su editor, Enrique Redel, buen amigo: me dio una alegría inmensa, pues era una novela inédita en español y muy buscada por los fans de la película, que incluso devino en serie televisiva y en novela novelizada del teleplay o guion televisivo, no de la novela original, un súmmum transmediático])— y autores de literatura popular, de género o de quiosco, o éxitos teatrales de la época, de los que sabemos poco: Barré Lyndon, John Colton, Guy Endore, Gerald Kersh, William L. Stuart, Ernest Gébler, Patrick Quentin, Lesley Storm, Allen Drury, etcétera. Varios de ellos ni siquiera están traducidos al español.
4. La atracción física del público masculino y femenino hacia la belleza despampanante de Gene Tierney, unido al conocimiento parcial de su filmografía (si no se conocen todos sus papeles, podemos encasillarla erróneamente como actriz en sólo algunos papeles o tipos de rol social), nos pueden dar la errónea impresión de que fue una buena actriz, pero no una gran actriz. Si se conocen sus 36 interpretaciones en versión original se verá que eso no es cierto. No sólo por lo heterogéneo de los papeles asignados en géneros bien distintos —drama, thriller, cine negro o noir, comedia, melodrama, misterio, aventuras, western, péplum, etc.—, sino porque tuvo la capacidad infrecuente de salir casi siempre airosa, siendo dirigida por directores muy distintos, con métodos de dirección de actores diversos, que empleaban técnicas interpretativas completamente distintas (incluso contrarias), europeos y americanos de nacimiento. La forma de dirigir de Lang o Ford, por ejemplo, era completamente distinta, lo mismo que la de un Mankiewicz o un Lubitsch, un Tourneur o un Stahl, por supuesto un Mamoulian y un Preminger (éstos dos últimos en las antípodas). Eran de escuelas y tradiciones diferentes, todos se adaptaron a Hollywood, y la veinteañera Gene Tierney se adaptó a todos ellos. Dio lo mejor de sí misma. Además del dominio del cuerpo, los gestos, las miradas y la elegancia natural, Gene Tierney tenía una dicción del inglés que cualquier especialista filólogo anglosajón calificaría de perfecta, y nosotros calificamos además de exquisita, fruto de su educación elitista, cierto, en la alta sociedad sofisticada de Nueva York y en colegios privados de Suiza en los años veinte y treinta. Considero que su forma de hablar inglés condicionó tanto los papeles que aceptó, rechazó o no recibió, tanto o más que su aspecto físico o cualidades interpretativas.
Creo, además, que la lengua inglesa de Gene Tierney (en las antípodas del acento de una Rita Hayworth —su gran rival en la Twentieth Century Fox y en parte de su vida amorosa— o una Marilyn Monroe) influyó notablemente en la visión que los productores tenían de ella, y que, de manera más o menos consciente, determinó que se pensase en ella para encarnar personajes femeninos que, sobre el papel del guion, partían de personajes literarios. Es por eso por lo que acabó interpretando tantas películas adaptadas de novelas y obras teatrales. Inconscientemente, la forma de hablar determinaba la clase social de la que se provenía, en su época más que ahora; y hace ochenta años la literatura todavía se asociaba a la (mal) llamada alta cultura. Incluso la cultura popular.
Dejo aquí abajo la filmografía original, a la que he añadido la obra literaria en la que se basa, de modo que el lector pueda ver las películas y leer los libros adaptados, labor antaño ardua pero hoy rápida y sencilla merced a las llamadas “autopistas de la información” (information superhighways), que decían los snobs académicos americanos en los años noventa… Es decir, Internet o la digitalización global
Nota personal. Tuve la fortuna inmensa de publicar mi libro Venuspasión en una bellísima edición de Notorious con una fotografía de Gene Tierney en todo su esplendor. Era en blanco y negro y se retocaron los ojos en un verde cegador. Una maravilla. Ahora veintidós escritores hemos coescrito un libro titulado El universo de Gene Tierney, en una edición que devendrá en objeto de culto y coleccionismo cuasi fetichista (Notorious Ediciones de nuevo). Sus editores, Enrique Alegrete y Guillermo Balmori, conocen de mi devoción por la actriz desde el mismo momento en que fundaron la editorial hace unos quince años. También de mi chifladura por el número 22 y su simbolismo hermético y cabalístico: quiero pensar que no es casualidad sino sincronicidad que seamos 22 autores, pues no es la primera vez que ocurre en la colección de libros “El universo de”. Con el veintidós sólo pueden pasarnos cosas buenas, como bien sabe mi colega cabalista de Barcelona, Mario Javier Sabán (autor de Sod 22 El secreto).
Por cierto, además de las novedades editoriales citadas vinculadas a la mitológica actriz, existe en español un libro de Víctor Guerrero titulado En el filo de la navaja (2016), y un libro de narrativa, El hombre que ama a Gene Tierney (2013), de Daniel María, que desgraciadamente aún no he podido leer. Quizá este centenario sea un buen momento para ello.
Felices lecturas.
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Filmografía de Gene Tierney
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