Juan Eslava Galán abre la puerta, obsequioso, de su acogedora casa de la calle Mayor de Madrid. Nos saluda junto a su mujer, que amablemente nos conduce al interior, donde esperan unas hermosas copas de vino blanco del Rin. Juan desaparece un momento —»Voy a darle una vuelta al guiso, que viene mi hija a comer y no quiero que se pase»—. Se disculpa. Nos quedamos Jeosm y yo charlando con su mujer, que sonriente y afable, nos habla de su amada Jaén (tierra de origen de ambos), de sus años en Barcelona y de cómo, cansados, desilusionados de la situación en Cataluña, decidieron finalmente dejar aquella hermosa ciudad para asentarse definitivamente en Madrid.
—Una ciudad que a pesar del caos y todo lo demás, sigue siendo generosa con todo aquel que decide desertar de otros lugares y militar en sus filas.
—Como una especie de Legión extranjera —apunta Juan, que ha vuelto y nos acompaña con el maravilloso vino renano.
Hace unos meses que un libro nuevo de Juan Eslava Galán ondea en las librerías. Aunque esta vez es algo diferente, diría que incluso “atrevido”; nada menos que una propuesta de enciclopedia: La Enciclopedia Eslava. Ni que decir tiene que la hueste de seguidores juaneslavistas estamos de enhorabuena, pues esta vez se trata de un caldo concentrado de todo lo que amamos de este escritor, y además ordenado cronológicamente: el sexo, la carne y el diablo más humanos, contados con la erudición, la lucidez y el humor al que ya nos tiene acostumbrados este novelista. Sólo la lectura del índice con los títulos de los diferentes capítulos que jalonan esta enciclopedia es en sí misma una promesa de horas de felicidad lectora:
¿Cómo lo hacían en la prehistoria?
¿Es falsa nuestra primera Dama?
Putas en Roma
La reproducción arqueológica del rostro de Cristo
Un calvo no puede reinar: Cantabria erótica
¿Descendemos de los moros?
Los vikingos no tenían cuernos
¿Por qué apareció la Virgen de Fátima?
El día que Franco pudo morir
Himmler en los toros
Desmemorias de África
Son sólo una nutritiva muestra de esta maravilla enciclopédica.
—Juan, subtitulas esta enciclopedia con la siguiente frase: “Todo (o casi todo) lo que debes saber para ser razonablemente culto”. ¿Crees que el lector de hoy quiere ser culto?
—Los padres, incluso aquellos que no tienen el hábito de la lectura, sin embargo siguen comprando libros para sus hijos. Estoy firmemente convencido de que, en el fondo, el ser humano intuye que una casa con libros es una casa que prospera.
—¿Cómo surge la idea de una enciclopedia en el tiempo de la Wikipedia?
—Surge de una manera muy natural. En las sobremesas de los encuentros con amigos o de las reuniones familiares éstos siempre terminaban pidiéndome que les contara alguna historia; y en ese marco distendido de narrativa oral, recuerdos y risas muchos me pedían que los fijara por escrito. Se trata en realidad de una selección de mis “clásicos recurrentes”; esas historias de la historia sobre las que a veces he construido novelas y libros, pero que siguen suponiendo para mí un enorme placer no sólo al recordarlas o releerlas, sino también al volver sobre ellas como escritor.
—Sí, de hecho algunas de estas historias son absolutamente “juaneslavistas”, como el enigmático tema de la Mesa de Salomón o el ya clásico tema del sexo en el Mundo Clásico, valga la redundancia. De todos, ¿cuál es el tema o enigma preferido de Juan Eslava Galán?
—Sin lugar a dudas uno de mis temas preferidos es la historia en torno a Cristóbal Colón y su gran hazaña. Creo que como tema, narrativamente hablando, lo reúne todo: tiene enigma, aventura, misterio, ambición, poder, valentía y un final con consecuencias grandiosas para el devenir del mundo y del hombre.
—Y de todas las historias que se incluyen en esta Enciclopedia Eslava, ¿cuál recomendarías para aprenderla y epatar en una sobremesa o con una persona a la que queremos impresionar demostrando nuestra “cultura enciclopédica adquirida”?
Juan se lleva el vino a los labios y sonríe, socarrón.
—Pues vamos a ver. Yo diría que con estas historias no se liga… Si uno quiere resultados inmediatos, no, desde luego. Pero en fin, con estas cosas nunca se sabe, así que puestos a elegir, propondría el tema de las piedras, que en el libro se titula La veneración de las piedras santas. A falta de un diamante o la posibilidad de adquirirlo con la finalidad de la conquista y/o la demostración de afecto, siempre podemos recurrir a explicar por qué el ser humano siente esa atracción ancestral por la gemología en particular y por las piedras en general, hasta el punto de llegar a venerarlas, colocarlas en los altares u otorgarles poderes sagrados.
—Siguiendo con el uso práctico del contenido de esta Enciclopedia Eslava, ¿qué artículo escogería como tema para su discurso de ingreso en la Real Academia Española (poniéndonos en el caso de que fuese elegido para ocupar uno de sus sillones)?
—Fácil —contesta Juan sin dudarlo—. Elegiría el asunto del amor griego. Creo que es adecuado para ese marco solemne; un tema que da mucho juego léxico además de conceptual. En mi Enciclopedia lo abordo en varias ocasiones, siendo además una tesis que en la Academia tendría bastante interés al poder ser expuesta desde, digamos, distintas posturas. (Reímos)
—Ya sólo con leer el índice uno se engancha directamente en la lectura de esta singular enciclopedia. El arte de titular bien no es fácil, pero tú lo dominas a la perfección. ¿Cuesta pensar en esos títulos, o te salen espontáneamente?
Juan me mira con sonrisa de patriarca sabio.
—En los títulos de los capítulos nunca he tenido mayores problemas. Los títulos de los libros ya son otra cosa, creo que hay mayor dificultad en elegirlos. De hecho, uno de los mejores títulos de mis libros no es mío, sino de mi amigo Arturo Pérez- Reverte: “Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie”.
—¿Qué le falta por escribir a Juan Eslava Galán?
—Tengo más proyectos de los que puedo escribir en vida, pero el que quizás me ocupe los próximos meses sea uno que me apetece muchísimo: una Historia de España contada a través de los cuadros del Museo del Prado.
Salimos de la dulce compañía de este escritor erudito y afable con un maravilloso sabor de boca; satisfechos de buen vino alemán y estupendo queso castellano con los que el matrimonio nos ha agasajado, y sin embargo hambrientos de algo más, pues a medida que nos alejamos de las historias, las risas y la genialidad de Juan, más convencidos estamos de que queremos seguir ahí; de que queremos ser siempre uno de esos invitados que en la sobremesa pide historias bien contadas. Sentimos al alejarnos un vacío inexplicable porque necesitamos volver a ser como aquellos hombres y mujeres que fuimos y que aún perviven en nuestra memoria genética; esos que se sentaban al amor del hogar a escuchar al tusitala que, como Juan Eslava Galán, tenía el don de modificar el mundo con el uso hábil, mágico, insustituible por ninguna tecnología presente ni futura, de las palabras.
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