Manuel Ruiz Amezcua (Jódar, Jaén, 1952), ha escrito una elegía a las víctimas del coronavirus, Enterrad bien a nuestros muertos, que Zenda recoge con el mismo respeto con el que el autor lo ha escrito, porque enterrar a los muertos no es enterrar su memoria, dice el poeta.
ENTERRAD BIEN A NUESTROS MUERTOS
Para Maribel, y para todos sus compañeros
sanitarios. Por salvar tantas vidas con tan pocos
medios. Y por luchar heroicamente contra un
enemigo más que poderoso. Muchos han
perdido su vida en ese empeño.
Derramáronse todos como una neblina
GONZALO DE BERCEO
Como todos los muertos de la Tierra
FEDERICO GARCÍA LORCA
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
FRANCISCO DE QUEVEDO
Muertos sin alas y muertos sin ojos,
muertos sin cuerpo y muertos sin nadie,
aún no habéis tenido vuestra tumba,
aún no habéis tenido vuestra muerte.
Os mostraremos la luz en la oscuridad.
No tuvisteis un dios,
ni siquiera una mano
en la hora del olvido.
Diremos no a vuestro silencio
y a todo lo que os separa
de lo eterno.
Porque la luz es dulce
y es grato para los ojos
contemplar el sol.
Lo peor del silencio
es su intención de muerte.
Enterrad a los muertos
y tocaréis lo extraño
y visitaréis lo desconocido.
Enterrad bien a nuestros muertos
antes que no haya compasión
por el rastro de su vida,
por el grito de su muerte.
Enterrad a los muertos, y dirán
todo lo que ocultáis de ellos.
Todo lo que ocultáis a todos.
Todo lo que no hicisteis por ellos.
Todo lo que no hicisteis por sus cuerpos.
Todo lo que no hicimos lo diremos.
Escuchad en silencio
todo lo que murmuran de vosotros,
todo lo que esperaban de nosotros.
Tantos muertos juntos tienen razón
y se levantarán contra nosotros.
Enterrad a los muertos dignamente.
Los dejasteis morir sin dignidad.
Y volverán un día, volverán
a decir su verdad.
Nunca perdonarán el abandono.
Nunca perdonarán tanta tristeza.
Nunca perdonarán tanta miseria.
Enterrad mejor a los muertos,
porque están en el sitio equivocado.
En el miedo a la enfermedad
y en el miedo a la muerte,
y en el laberinto de la locura.
Enterrad a los muertos.
Nunca enterraréis su memoria.
No hay lugar en el mundo
adonde no llegue ella.
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