Segunda recopilación de cartas (de la 16 a la 30) que Lorenzo Martínez Fuset, el futuro represor amigo de la futura víctima, escribió a Federico García Lorca.
***
Carta 16
Hoy a los 20 días del mes de abril.
Queridísimo amigo Federico: Perdonado estás, pero solo por esta vez de la grave ofensa inferida a mí por no contestarme pronto, pero ya te digo que solo por esta vez.
Me suponía a la contestación (mi querido amigo) que respecto a los “Murmullos…” ibas a darme. La recojo, pero bien que deseo que tengas ese tu repertorio bien que ordenado y me lo remitas, pues lo mío justo es que lo oiga tocar si no por tus dedos por los de otro que aunque sin tanto sentimiento, pero con alguno.
Y en verdad Federico (de los diablos artistas) que no cesaré en mi propiedad. Así que espero que cuando acabes de examinarte me los remitas sin demora de tiempo.
Contarte cosas mías no sé, mi buen amigo, porque sólo te contaría unas cuantas vaciedades que o te dejarían absorto o por el contrario reirías mucho. Además tú sabes la monotonía de los pueblos y ya sabes lo poco que hay que contar. Así pues no interpretes mi silencio por falta de confianza hacia ti, pues que sabes que eres el agujero mahometano (mío) a donde van a parar mis secretillos.
No creas que eso del boletín me causaría risa, y prueba de ello es que lo espero. Mas si no lo hicieras me causaría una contrariedad pues tengo siempre gusto en leer a mis amigos.
Ya te mandaré en claro algunas de mis tonterías literarias, pero hoy no puedo por mi escasez de tiempo. Perdona. Me extraña el que no haya habido encarnación de ideas con los amigos, Mora, pero comprendo que serás un literato solo. La soledad es la característica de los literatos. Acaso por eso yo me he recluido en este convento pues que ya sabes que esa majestuosidad de Baeza sólo es comparable a un convento real.
El consuelo que me pides es imposible otorgártelo, bien que quisiera. Pero si el lenitivo lo necesito yo. Tú eres feliz, a medias lo soy yo, porque esa exaltación de exámenes pasará pronto, pero yo mi amigo Federico me voy vísperas de Feria, me dejo lo más sagrado que para mí hay en el mundo y tendré que estudiar mucho por esa proximidad prosaica de exámenes. ¡Qué inoportunos!
Me figuro tus enconadas sátiras (cual las mías a tu interviú escolapia). Lo que reí risas. ¿Verdad? Me lo figuro.
Te doy un disgusto, pero va acompañado de una satisfacción. Voy a examinarme a Sevilla (lo siento), pero te prometo mi buen amigo pasar tres o cuatro días en tu agradable compañía. Ya verás lo que hablamos y criticamos.
De Linita no me preguntes. Estoy verdaderamente enamorado de ella. Es una flor en medio de un erial. Piensa cual yo, siente mucho el arte, es muy buena, me ha hecho feliz. Debes alegrarte de mi felicidad, mi amigo Federico. Ella me hace llorar y reír al mismo tiempo. Ella es muy buena, con eso te lo digo todo, muy buena. Es una chiquilla que ama porque ve que la amo mucho. Yo soy feliz, te lo confieso ingenuamente, pero creo que en tu carta vislumbro a través de ese consuelo que me pides algo también como un perfume de felicidad que tu posees acaso por una Granadina pipuda.
Ya me contarás para otro día, pues que te soy muy extenso soy. Mis recuerdos a tus padres y hermanos y tú Federico recibe un fraternal abrazo del amigo de todo corazón.
Lorenzo
***
Carta 17
Mi queridísimo hermano Federico:
No se a que atribuir tu prolongado silencio ya rayano en el más absoluto de los mutismos. A pesar de que soy muy optimista, no obstante llego a dudar de una y mil circunstancias que tal vez podrían oponerse a nuestro camino triunfal de amistad estrechísima cual de dos seres hermanos.
Es un principio creí ver enseguida tu misiva como contestación a la mía y con comentarios a mis artículos, más he visto defraudadísimas mis esperanzas. Hoy solo lo atribuyo a alguna enfermedad y si así es, lo que lamentaría, escríbeme enseguida, pues tengo verdaderos deseos de solucionar éste tu estado.
Yo en mis continuas conversaciones hablo y refiero cosas tuyas, y he ahí o aquí, la más palpable prueba.
Hace unos días estaba con Reposo Urquía (20), que es la linda muchacha que profesa por tu Música y tus escritos gran veneración, y marchando en tu derredor me citó un escrito que según ella es cautivador y que no has tenido a bien leerme y aún menos referirme. Es el tal escrito “A la fuente de Santa María de Baeza” (21) y ardí en tales deseos que exijo y espero de tu bondad leerlo, siendo mi súplica acordada con Reposo que saborearía con sumo gusto el néctar de definición placenterísima. Ésta repitiome mil veces que te diese recuerdos y en títulos pompísimos como el más ple caro de los hombres, pues así te conceptúa.
Y sin más por hoy contéstame inmediatamente. Te mandaré algo mío y esperando tu Música que debía tener como portador tu persona, se despide tu siempre incondicional y fraternal amigo.
Lorenzo
Mis recuerdos a tus papás y hermanos.
¿Qué tal la temporada con Mora? Cuéntame.
Notas:
20) María del Reposo Urquía. Parece que Federico conoció a la muchacha en su segundo viaje con Berrueta y su grupo a Baeza, entre finales de abril o principios de junio de 1917. Pianista e hija de un maestro de escuela de Baeza, fue homenajeada por el poeta al dedicarle el capítulo sobre ese pueblo en “Impresiones y paisajes”. Mantuvieron una pequeña amistad epistolar.
21) Poema de Federico dedicado a María del Reposo Urquía, hoy perdido y probablemente escrito en 1917.
***
Carta 18
Sr. D. Federico G. Lorca, H. “Martín Ávila”, Burgos.
La felicita su amiguita, Antonia.
Querido hermano:
Me hallo en Villena donde reina una gran huelga y se oyen tiros en gordo y a todas horas. Voy con mi hermana en dirección a casa y si llego allí nos veremos. Te felicito por todo. Si nos ponen en comunicación, nos saldremos sino hasta más ver. Tu hermano de corazón.
Lorenzo
***
Carta 19
Al gran Federico:
Cuando recibo tu carta no parece sino como quiero rebrincar de gozo. Tengo siempre que la veo la faz sonriente. Ellas son en una palabra el bálsamo que mitiga mis dolores y dulcifican mis heridas. Cuando hay congruencia de sentimientos, cuando se llora por una misma cosa, es tal la afinidad de las almas que parece que los dolores y gozos se transmiten. Tú, mi amigo Federico, mi fraternal Federico, llamas a julio buenamente apasionado y amador. Yo no sé como pudiera llamarle pero a buen seguro que sería objeto de los calificativos que puede dar el despechado que paga su rabia con el que no la tiene o parece tenerla. Julio (como te llamaría) yo sí le puedo también llamarle apasionado de amor, pero yo también son negativos mis calificativos, yo has de saberlo mi buen Federico, me he aferrado en lo imposible, en lo incomensurable y de ello ya no puedo salir. ¡Oh, las cosas más absurdas parecen memeces ante lo absurdo de mi vida, que como toda vida no tiene sentido! Tú, mi buen Federico, sales contento cuando te sientes romántico y espiritual. Yo también lo salgo, pero es porque vemos las cosas por un prisma de superioridad que los demás jamás pueden verlo.
La música contenta mucho para el que la siente, no para la señorita cursi que sólo se propone con ella la palmada formularia de la acá chupinada reunión. ¡Oh, la música! Por ella he llorado mucho. Soy un niño, lo comprendo Federico, y lejos de arrastrar las penalidades de este mundo con la virilidad del hombre, lo hago con el llanto de la mujer.
La música hoy es mi encanto y ella me ha traído sin embargo la poesía de amor para después enseñarme el acíbar del mismo. Ella ha visto amar, bajo sus acordes ha visto la más loca de las pasiones y por eso es el despecho de amor. Si yo pudiera decirte el significado de mis palabras, verías como por ellas corre el sentimiento del arte amoroso, la más febrífuga pasión pero no carnal sino con el mayor de los espiritualismos. Créelo, yo sé muy bien que mi carta no dice nada, pero cuando nos juntemos, acaso no tarde mucho, iremos diseccionándolas y verás como aún digo poco. Ellas son enigmáticas pero después las descifraremos, sí y hemos de reírnos o mejor has de reírte mucho de mi filosofía. ¿Te acuerdas de aquella vez que filosofé respecto al barquillero? Aún parece como que suena en mis oídos tus palabras de enconada y fraternal crítica. ¡Cómo te reíste estrepitosamente! Pero nada, si hoy también lo haces te lo concedo. No voy a vedar a mi mejor amigo del placer de la risa.
Si yo pusiese música también entonaría mi piano viejo y carcomido con la idealidad de pasadas figuras, de sentimientos de amor, de besos furtivos, de conversaciones misteriosas y sensuales y con el mutismo del que todo lo sabe para todo callarlo. ¡La gran marcha de la amistad!
Si verdaderamente todo se prostituye, hoy el sentir es una enfermedad que entenderán los prosaicos doctores ante lo incomensurable de la idealidad.
Mi literatura decae, mi amigo Federico, decae porque ese es el “Eclipse de ella misma”, pero aunque así lo haga mis palabras incoherentes y desordenadas y mi estilo no fulgure como en otros tiempos, sepas que mi sentimiento y pensamientos son monstruosos y que yo cada día soy más gigantesco.
A través de tu carta veo pensamientos imponderables. “Las azucenas de sus cabezas místicas”. Ello quiere decir que si todo tu libro (22) sigue ese curso, sólo por lo que concierne a mi dedicatoria seré popularísimo porque el romanticismo adquiere en esas frases tan pulidas pero al par innatas, el mayor de tus grados. Yo no sé, pero me parece que mi libro o mi novela -que es una verdadera muestra de despecho- sólo adquirirá los fines que me he propuesto, enemistades, odios, lujuria, degradación, todo lo que hace el hombre o puede hacer el hombre para olvidar un pasado espinoso y amargo.
Oh, mi teatro no tiene nada de particular. Sólo te ruego que en compensación a él me remitas otro. ¿Lo harás?
Llevo dos días en cama. Hoy me he levantado un poco pero creo que me acostaré.
Mi familia como siempre repartida. Mi padre en Barcelona, mi madre y mi hermano en la casería, mis hermanas en Valencia en la batalla de las flores y yo solo aquí como un hongo rodeado de seres imbéciles y acatetados que no entienden la vida sino foxtroseando, como ellos ridículamente dicen, hablando de grandezas de pillinadas que no tienen otro sabor que el apaletados.
Se me ocurre una idea. ¿Qué me dices de Montesinos, Mora, Carnero y comparsa?
Cuéntame o no me cuentes nada. Quiero una amistad, una amistad, solamente la tuya, por ejemplo, y desprecio las demás que acaso no tenga como ésta el gran detalle de la Sinceridad.
Verdaderamente lloro en este valle de lágrimas porque he querido salvar la honra y el estigma de una muchacha con mi vida y con mis sentimientos, acaso atiplados y ella ridículamente los abandona por hacerse acaso in tardar mucho tiempo la más desgraciada de las mujeres. Oh, es la fuerza de la sangre lo que a ella la induce y ante todo lo imposible no hay que humillarse y sufrir en silencio. Aún a pesar de esta mi carta que sí te dará la lata no así las tuyas para mi ya sabes como las recojo. Aún a pesar de lo largas, no te digo nada y son pequeñas, mañana te contaré la mayor acción de humillamiento que cometí en mi vida. Verás entonces amor…
Recuerdos a tu familia y para ti siempre amándote y transfiriendo amor el más puro sentimiento.
Lorenzo
Nota:
22) Federico trabaja en esos días en las prosas que forman parte de su primer libro, “Impresiones y paisajes”, que no aparece publicado hasta abril de 1918. A Fuset le dedica el capítulo sobre el Albaicín.
***
Carta 20
Mi queridísimo Hermano:
Agradecido ante todo por tus artículos y en fecha no lejana te remitíré otro con dedicatoria a ti para que lo publiquéis si te place, mas sino para tu uso particular y como una filosofía para andar por casa o de bolsillo.
Me alegro tanto del nuevo cargo de tu papá y quedo reconocido a sus calificaciones respecto a mí por todos lados injustas.
Llevo unos días de melancolía atroz y como desorientado por completo atribuyéndolo al histerismo de la época.
Recibirás mis artículos mandados hace unos días (23). Mi carta la quisiera hacer interminable, pero no te puedes imaginar las cosas que sobre mí pesan, máxime con un nuevo molino aceitero que ha comprado mi papá y que pongo a tu disposición y en el que paso gran parte del tiempo.
Espero música tuya la cual aún no conocen apenas mis hermanas más que por mis referencias.
Te mando una carta que te tenía escrita y creí haberte enviado este verano.
Y con recuerdos a tu simpática familia, esperándote ver y poniendo mil perdones por esta carta telegráfica, se despide tu amigo que te quiere más que nunca.
Lorenzo
Nota:
23) Entre los papeles del poeta no se han conservado ninguno de los textos literarios enviados por Martínez Fuset, aunque sí se sabe que el amigo escribió una elogiosa reseña de “Impresiones y paisajes” aparecida en la revista valenciana “Letras y figuras”.
***
Carta 21
7 de septiembre de 1917
Mi bueno y queridísimo hermano:
Cuando recibo tus dos cartas, no sé lo que hacer: si llorar de rabia o encolerizarme contra la amistad sincera y por un momento he creído engañadora.
Sí. ¡Dudar, mi cordial y fraternalísimo hermano, porque en tu silencio de visita pudiste siquiera fuese pasar por tu casa y no renunciar a los padres que al ser míos y quererme lo hacen contigo!
A más no sé lo que te sucede. Te ves apenado, pues acude a mi fuente y refugio. Oye, ¿qué es ese tu estado enigmático de tus cartas? Explícame y pronto pues la avidez me devora (24). En Sevilla me he acordado mucho de ti y más que todo por su similar a Granada.
¿Recibisteis mis artículos publicados en esta pueblerina prensa? Dímelo para enviarte algunos.
Despidiéndome de ti con cariño para estar siempre por ti y amándote fraternalmente.
Lorenzo M. Fuset
Nota:
24) Puede ser una referencia del poeta a su amor hacia María Luisa Egea. Por esas fechas Federico prepara su nuevo y último viaje con el grupo de Berrueta.
***
Carta 22
Mi queridísimo hermano Federico:
En este momento me marcho a la antiquísima ciudad de Murcia a donde voy a examinarme de Hacienda Pública. Me perdonarás el que no te haya dado aún mi opinión sobre tus artículos que son preciosos verdaderamente y por no contestarte a tus cartas. En la postal estás muy bien. Yo aún tengo que dilucidar unas cuestiones contigo y que no lo he hecho antes por falta de tiempo, pero en cuanto vuelva de Murcia tendré el honor de ponerte una larga epístola.
Como siempre y fraternalmente aunque tú no me des ese título para mí honroso.
Lorenzo
***
Carta 23
Murcia, 8 de septiembre de 1917
Mi querido amigo Federico:
Adjunto postal de Murcia en donde me hallo según te anuncié días pasados.
Estoy por aprobar la Hacienda Pública y mañana estoy convocado. Espero que nos veamos dentro de muy poco.
Siempre con fraternidad.
Lorenzo
***
Carta 24
Mi queridísimo amigo Federico:
Algo más que alegría me produjo tu carta, la que no puedo calificar. Es verdad que nos amamos muy mucho, es verdad que las contrariedades y los sinsabores nos lo comunicamos para compartir nuestras fortunas y he ahí que las alegrías son pequeñas o nulas. Mi buen amigo Federico, si antes no te he contestado a la tuya ha sido por haberme venido de Murcia de donde he pasado a esta población y aquí la he recibido.
Te mando el sobre como documento o testimonio de mi dicho. En Hacienda me han aprobado. Es verdad que me injurian con tamañas notas, pero he ahí que por primera vez he dicho con el imbécil o posiblemente cuerdo en esta vida de locas de Gustavo o en la que Gustavo es el protagonista que para un artista es la mayor de las fortunas probarle su ineptitud jurídica. Tus firmas hazlas como plazcas, a pesar de que me guste la imitación. Mi amiguita Reposo de Urquía, que conserva definiciones tuyas ante monumentos baezanos, me da sus recuerdos.
Hasta tu próxima que la creo pronto pero sin el susto de urgente, se despide tu fraternal amigo que te quiere mucho.
Lorenzo
Recuerdos a tu familia
***
Carta 25
Querido amigo Federico:
Recibí tu carta y aunque quiero contestarla ampliamente para mitigar tus comunes sentimientos, no me es posible porque yo mismo los necesito. Recibí tu artículo y por él te felicita mi hermana. ¿Recibiste los míos? Te escribo poco por tener que marchar a Sevilla esta tarde y quiero hacerlo a pesar de que efectuaré el viaje el regreso dentro de 2 días.
Siempre te quiere tu hermano +++
Lorenzo
***
Carta 26
Baeza, 3 de octubre (con enormes resentimientos)
Amado Hermano Federico:
A pesar de que en tú en tus epístolas me tratas sin cariño, sin mostrarme tal y conforme yo quiero, no obstante yo dada mi bondad te considero como eres y te doy los títulos que creo debes de poseer respecto a mí. Acaso no sea para ti, título que te caracteriza, lo de hermano, pero es verdad que cuando te comencé a darlo únicamente sería porque hacia ti profesaba ese amor, más no sé la lucha que en ti se ha entablado y he aquí que tú me interpretas no sé cómo. No quieres escribirme más que para martirizarme dando otros apelativos negativos y comenzando tus cartas por una serie interminable de puntos suspensivos en-tanto tú-no firmas. Creerlo son esos motivos sólo para una vaga visión tuya que interpretas de despego hacia ti. ¡Oh, Federico amado! O no me conoces o en mi sentir recto tu figura se ha torcido bruscamente. Sabes infinitas cosas mías y aún quieres hacer un no sé qué de mí.
Mis escritos no te los mandaré hasta tanto que reciba tu carta y un poco de música prometida más (25), sobre todo lo primero. Tus cartas no me aburren, ni mucho menos al contrario, me deleitan y tú las mías. ¿Verdad que te son insulsas? Si yo te dijera los móviles de mi laconismo. Pero los guardaré hasta tanto que nos veamos a pesar de que te importe tan poco mi presencia. Yo creo darle a esto otro sentido, no me parece que a ti te suceda eso porque nuestra presencia se debe desear por nosotros.
En fin, escríbeme mucho como yo a ti. Dispensa lo enigmático que pueda poseer esta carta y vivamos bajo un plano de realidades y en tanto manda a tu hermano que sin prejuicios, que tú vanamente te formas, te quiere.
Lorenzo
Nota:
25) Sin embargo, Federico ya ha dejado por esas fechas la composición musical y trabaja en su obra poética hasta el punto de escribir en uno de sus textos de 1917: “1 año en que salí hacia el bien de la literatura”.
***
Carta 27
Confirma la mía. Espero tus noticias. Como siempre y queriéndote mucho, se despide tu hermano.
Lorenzo
***
Carta 28
Hoy S. Fulgencio, a las 23.
Mi querido hermano:
Recibo de esa histórica y legendaria ciudad los perfumes de su nostalgia y los sollozos de sus antañicos recuerdos. Tu carta, que respira el ambiente de las más altas esferas literarias, viene a demostrarlo.
¡Oh, mi Federico! Muy amado cuando se va y se viene, sabes mucho y yo sin ir ni venir, pues no sé nada. Mi literatura, sí, ¡mi literatura! se va extinguiendo a pasos agigantados como si su muerte fuese la de cansada y al parecer es prematura. Mi estilo no sabe sino de amor y mis sentimientos de amor en un tiempo no réstales más que el compás.
Ya comprendo Rubenpariescamente (26) lo mucho que tú te divertirás. Yo he sido víctima de un amor tan pueblerino que yo mismo me anonado. Yo no puedo escribir sino pueblerinamente y hoy estoy en confección de una Novela, como pudiera estarlo de una bata. Sí, exactamente, lo que nunca pensé ha llegado, ¡la rotura! Hoy sollozo porque has de saber, mi buen Federico, que la he amado mucho y Lina, aquella mujer que amé por sus condiciones, hoy me ha hecho sufrir enormemente y, lo que es más, inmerecidamente. No pienses en celos ni en desbancos. Sólo sepas que la mujer tiene gestos de un desprecio supremo.
Te mando mi retrato. Estoy muy mal pero es para que perdones mi tardanza habitual.
Mi novela, repito, irá dedica a ti, mi buen amigo, siquiera sea expresión del cariño leal que nos profesamos.
Lorenzo
Nota:
26) La referencia a Rubén Darío no es gratuita al tratarse de uno de los autores más admirados por Federico. Fallecido en febrero de 1916, parece probable que Federico y Antonio Machado hablaron sobre él cuando se conocieron en mayo de ese año en Baeza. En 1933, durante su exitosa estancia en Argentina, le rindió homenaje en un discurso al alimón con Neruda.
***
Carta 29
Querido hermano Federico:
Perdona mi tardanza pero ha sido motivado por estar en Úbeda durante las fiestas pasadas.
Respecto a mi laconismo te hablaré larga y extensamente de sus móviles. Sólo puedo decirte que tus cartas me agradan e instruyen interminablemente, como verás sus aplicaciones dentro de unos breves días en que te remitiré un artículo.
Por todo lo que tú quieras perdona mi actual reserva, pero pronto repito se aclarará. Sólo te suplico que me remitas mucha música y muchos escritos tuyos. Será un bálsamo que sanará heridas que cuando brillen sus cicatrices heroicas perdurará su agradecimiento y estarás contento de la misericordiosa obra.
Te ama más que nunca, tu hermano.
Lorenzo
***
Carta 30
Baeza, 14 de febrero de 1918
Queridísimo y fraternal amigo Federico:
Como siempre leí con gran júbilo tu carta, la cual está por demás curiosa desde la fecha (que la carece) hasta dar fin.
Creí poderte contestar enseguida, pero la clásica fiesta de Momo se ha opuesto con una tenacidad que a mí mismo me ha llamado la atención. Es sensual por demás y aunque en estos retiros parece que no tiene más aliciente que el insultar tras la mascarilla, con el saboreo chismográfico y pueblerino. No obstante, en los afanes que se tiene y en los puntos en que se toca con la prostituida idea de capital, se ve la Sra. lujuria ondear con su blanco reclamo para llamar halagüeñamente las huestes de las futuras prostitutas que en plazo breve (nueve meses próximamente) de degeneración y desasosiego por las autoras han de engrosar las filas de desdichadas e infelices.
Y he aquí que me he sentido un momento, ¡no más!, moralista.
De Amelia Agustina no es extraño que te vaya a leer sus dramas y argumentos y aunque como tú, creo en su demencia, no obstante fío en su idealismo tal vez de artista. De Mora ni una palabra. Obedezco tus ruegos.
Del resto de la canalla ni la mención. Ya me contarás. ¡Oh, poeta y sentido crítico! Ya tengo avidez por tu juicio y por oír tu música. Ven y será más larga, aunque con las apariencias de lacónica tus melodías y erudiciones. Ven, tu amigo lo dice. Y no más por hoy. Cuéntame mucho y mucho y mucho y como siempre queriéndote se despide tu mejor amigo y hermano.
Lorenzo Mez. Fuset
P. D. Mis recuerdos a tus papás y hermanos.
Me alegro de la presentación de tu amigo y he visto también candidato al simpático D. F. de los Ríos (27).
Nota:
27) Fernando de los Ríos, el gran político socialista, fue uno de los personajes clave en la formación del joven Federico. Él acompañó al poeta en su viaje a Nueva York y fue el responsable de que su amigo fuera el responsable del teatro universitario La Barraca. Don Fernando ingresó en el PSOE en 1918.
_________
Las cartas de Fuset a Lorca, el futuro represor amigo de la futura víctima
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: