Cuando convives con la ansiedad y con pensamientos hipocondriacos, que te toque experimentar una pandemia en una sociedad sobreinformada se convierte en una especie de confirmación cósmica de todos tus miedos: ¿Lo ves? Tenía yo razón, el mundo es un lugar horrible repleto de peligros, lo mejor será que nos quedemos en casa encerrados y no volvamos a salir. NUNCA. Por primera vez en mi vida me he podido permitir el lujo de ceder ante mis fobias y disfrazarlo como un acto heroico y de responsabilidad social. ¡Es de vital importancia que no ponga un pie en la calle y que no haga el esfuerzo de interactuar con ningún otro ser humano en meses! De nada.
Elías y Judith, dos de los personajes principales, surgen a modo de respuesta ante un dilema que nunca he sabido responder: cómo afrontar la muerte. En un mundo actual en el que existen las brujas, la magia de sombras, las banshees y los objetos embrujados, jugar con esta idea fue de lo más divertido (no como en la vida real) a la par que un reto. Elías es una persona frágil y miedosa que se ve obligada a emprender un viaje para el que no se siente preparado y que le va a enfrentar a todo cuanto le aterra (empezando por las fiestas en las que no conoce a nadie). Su actitud ante la muerte y el peligro es la de esconderse con la esperanza de que no reparen en él. Judith es todo lo contrario, una joven convencida de que hasta la misma muerte puede ser doblegada si consigues el poder adecuado. Por supuesto, los dos están equivocados, porque si no la historia no tendría ninguna gracia. Sin embargo, cuando empecé a escribir yo tampoco tenía la respuesta adecuada, y por eso no tuve otra opción que lanzarme a esta aventura que nos llevará hasta Grecia para resolver una misteriosa maldición.
En mitad de un confinamiento, dejar volar la imaginación a tierras lejanas era demasiado tentador para decirle que no a la inspiración. Me encantaría contar alguna anécdota apasionante que explique por qué, de todos los rincones del mundo, escogí Grecia, pero lo cierto es que un día cualquiera, de camino a la cocina para procrastinar preparando la merienda, me encontré con un documental sobre lugares sagrados en la televisión que había olvidado apagar. Ese episodio hablaba de Delfos y su oráculo. No pude resistirme a la figura de esas misteriosas mujeres que entraban en trance y pronunciaban crípticas profecías por las que había quien cruzaba medio mundo y que podían llegar a sentenciar el destino de una nación. De nuevo, para una persona marcada por la ansiedad, la capacidad de ver el futuro resultaba tan seductora como aterradora, y no pude quitármelo de la cabeza.
Cuando llegó la pandemia y Elías y Judith cobraron fuerza, todo hizo clic en mi cabeza.
Escribí esta historia porque la necesitaba yo más a ella que ella a mí. Espero que pueda reconfortar a lectores y lectoras cuando tengan miedo o estén tristes sin saber muy bien por qué, y que estos personajes se conviertan en buenos amigos como lo han sido para mí. Cuidad de ellos, los dejo en vuestras manos.
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Autor: Raquel Brune. Título: Los dones de la muerte. Editorial: Nocturna. Venta: Todostuslibros y Amazon
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