Inicio > Libros > Narrativa > Escribir sobre el miedo es más fácil que tenerlo

Escribir sobre el miedo es más fácil que tenerlo

Escribir sobre el miedo es más fácil que tenerlo

La primera novela de Elena Ballvé es una reflexión sobre la soledad y la madurez. La protagonista es una chica cuya vida se desmorona poco antes de iniciar su viaje de Erasmus a Letonia, país donde descubrirá que no podemos huir de nosotros mismos.

En este making of Elena Ballvé reconstruye el origen de Cuando se rompa el suelo (Lunwerg).

*******

Es verano de 2017 y quedan escasos meses para que Abril se vaya de Erasmus a Letonia a terminar la carrera. Poco después de que su pareja le exprese dudas sobre la relación, le diagnostican a su madre un cáncer de mama. Frente a la sensación de que sus pilares se tambalean, se asienta en Abril un miedo a lo que está por venir que la encierra en sí misma. En las calles de su ciudad, el atentado terrorista de las Ramblas, las manifestaciones por el referéndum del 1 de octubre y un futuro marcado por la crisis climática y la inestabilidad laboral reflejan fuera el caos que ella siente dentro. Abril dejará atrás una Barcelona que apenas reconoce para sumergirse en el duro invierno de Riga: allí, al comprender que es imposible huir de una misma en avión, deberá aprender a estar sola y, sobre todo, a aceptar la incertidumbre.

Es casi casualidad que el proceso de crear la novela, igual que la historia que cuenta, fuese de verano a verano. Pero en este caso no de un solo año, sino de dos, o de tres, o de cuatro, según cómo lo mires. La verdad es que ni yo sé cómo lo miro, porque sabía que haría este proyecto desde mi semestre en Riga, pero no cuándo ni qué forma iba a tomar.

Lo entendí en verano de 2020, cuando sentí que había resuelto el puzle del futuro inmediato al decidir que era una novela. En la escuela de escritura me mandaron hacer una ficha que hablase, entre otras cosas, sobre la idea generadora. La he abierto hoy y he descubierto que, según dije, la mía fue mi propio diario de dibujos. Supongo que el inicio del proceso fue esto y compartir clase con el señor que me llamó «niñata sin nada que contar» al leerme por primera vez.

"Enseguida olvidé la escaleta, las fichas y lo demás, menos lo de reconocer mi voz y estirar el tiempo"

El siguiente curso en la escuela lo pasé entero haciendo caricaturas de mis compis en la libreta, escaletas, fichas, esquemas, un poco el ridículo y contestando una y otra vez que sí, que la protagonista salía mucho de fiesta pero porque estaba de Erasmus. Entendí que, igual que con el curro y con este texto, con la novela tampoco sabría muy bien qué quería decir hasta que me pusiera a escribirla.

El final de ese año y 2022 volaron mientras añadía palabras a más palabras siempre muy pronto o muy tarde: a las siete de la mañana o a las doce de la noche. Principalmente en mi cuarto, pero también en clase, en casas ajenas, en el metro. Al final de ese curso había aprendido a reconocer mi voz para escribir mejor, pero sobre todo a estirar el tiempo para escribir más.

Después de eso dejé de ir a la escuela y de permitir que alguien leyese algo; me quedé sin más opiniones que la mía. Enseguida olvidé la escaleta, las fichas y lo demás, menos lo de reconocer mi voz y estirar el tiempo. Intenté ser la persona organizada que mi horóscopo absurdo siempre quiso que fuera: dupliqué en mil partes el documento de Word e hice una lista en las notas del móvil con todas las escenas. Los tics indicaban cuáles estaban escritas y los emojis cuáles me parecían malísimas, malas, o más o menos válidas. Pensé que primero tenía que escribirla como fuera para luego escribirla como quería.

"Ahora reviso de nuevo los apuntes que tomé en Riga, el diario, la ficha que escribí en 2020 y pienso que sí, que la novela sí es buena parte de lo que entonces quería que fuera"

Rehíce partes, empecé otra lista. Revisar, borrar, añadir, inventar y poner tics me hacía tan feliz que dejé de alargar el tiempo y empecé a ser inmune a él. Escribir sobre el miedo era fácil, mucho más que tenerlo. Posponer la inquietud de qué iba a pasar con ese texto también lo era; me parecía tan lejana la posibilidad de compartirlo que no tenía ningún sentido sentir algo al respecto.

Quizá por eso, al acabarlo todo sentí que no había acabado nada. Pasé los últimos meses inspeccionando detalles, buscando algo a lo que aferrarme para no simplemente cerrarlo. Por suerte y por casualidad, lo que sí encontré fue la persona en Lunwerg que se leyó el manuscrito. Si no fuera por todo lo que llevó a eso y por todo a lo que eso llevó, quizá seguiría dando vueltas a esos detalles.

Ahora reviso de nuevo los apuntes que tomé en Riga, el diario, la ficha que escribí en 2020 y pienso que sí, que la novela sí es buena parte de lo que entonces quería que fuera. Y lo que no, me digo que con el tiempo ha ido cambiando y que, junto con mis intenciones, yo también debo de haber cambiado.

—————————————

Autor: Elena Ballvé. Título: Cuando se rompa el suelo. Editorial: Lunwerg. Venta: Todostuslibros.

5/5 (6 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios