Juan Eslava Galán (Arjona, 1948) escribe para los escépticos —del griego skeptikós, “pensativo, reflexivo”—, para esa gente “que no cree o afecta no creer” (DRAE), en unos días en los que se fomenta la credulidad fanática, la brocha gorda y la comida de rápida ingestión y difícil digestión. La Historia de España, la del mundo, las guerras mundiales o la Revolución rusa han sido abordadas por este doctor en Letras conjugando sabiduría e ironía, datos y fluidez narrativa, aportando esa electricidad adictiva y urgente de la que carecen no pocos libros, digamos, del ramo.
Este lunes, Eslava Galán presentó, con Arturo Pérez-Reverte, su último ensayo, La conquista de América contada para escépticos (Planeta, 2019), en una maravillosa sala de la Casa de América. Decenas de personas —por no decir cientos— hacían cola para entrar, bajo el sol criminal y venenoso del estío de la Villa. El aforo se completó.
Pérez-Reverte destacó de Eslava su “recuperación minuciosa, larga, detallada, divertida y necesaria” de la Historia, “sin quebrantar el rigor” y dándole “ese tono divulgativo, ameno, que hace que sea fascinante entrar en un libro de Juan”. El jienense dijo que “el humor me sale muy espontáneamente. Estoy con una crónica y, de repente, le veo el punto humorístico”. En este sentido, puso como ejemplo los viajes de Colón: “En el primero, los marineros fueron a la fuerza, había algún condenado a muerte, porque nadie quería exponerse; en el segundo, que ya iban 16 carabelas, había bofetones para meterse en ellas”. ¿Por qué? Porque se decía que, en el Nuevo Mundo, “las chicas van prácticamente descapotadas, en enaguas”.
El ensayista dijo ser “devoto lector de literatura antigua” y subrayó su fascinación por las Crónicas de Indias. Pérez-Reverte señaló que, al escribir, “leemos libros que no habríamos leído de no ser por el libro que estamos escribiendo”, añadiendo: “Somos lectores que escribimos. Cuando un autor deja de ser lector, está muerto”. “Al documentarte aprendes, y tenemos vocación de aprender”, correspondió Eslava.
El Premio Planeta 1987 por En busca del unicornio destacó dos figuras: la de Colón, “un truhán” que “buena persona no era”, y la de Cortés, un hombre culto que se hizo “con un imperio en el que había decenas de miles de guerreros entrenados”. Eslava destacó que “los mayores elogios que se hacen de los conquistadores son de sus enemigos”, como los ingleses, y, junto a Pérez-Reverte, apuntó que no se pueden juzgar esos hechos con la mirada de hoy: “Ellos van convencidos de que tienen derecho a conquistar. Por una cosa muy simple: el representante de Jesucristo es el Papa, y el Papa ha partido el mundo como si fuera una sandía: una mitad es para Portugal y otra para España a cambio de que cristianicemos a los salvajes”.
Eslava recordó que, desde el principio de la conquista, se consideró que los indios, “una vez están bautizados, son hijos de Dios y tienen el mismo estatus que los españoles”, se refirió al mestizaje, inaudito en otras conquistas, y recordó que “aquello eran provincias de España: Nueva Granada, Nueva tal, donde había virreyes, se procuraba exportar la cultura española y los indios eran españoles”.
Pérez-Reverte destacó la épica que supuraban estos tipos y lamentó que, en la película Oro, basada en un relato suyo y escrita y dirigida por Agustín Díaz Yanes, “en el guión base había crueldad y épica, dureza y luz; al llevarlo al cine, el equipo no vio la épica y dejó una banda de delincuentes. La parte admirable ha desaparecido. Hay una especie de rechazo a aceptar que fue una hazaña”. Eslava, por su parte, valoró la conquista de los mexicas: “En algunas cosas, como en urbanismo, están más adelantados que Europa. Cuando vieron Tenochtitlán, pensaron: «Esto es una ciudad como las del Amadís. Esto es superior a Sevilla, por los palacios, y a Venecia, por los canales”. Hay que ver esto —añadió— con la mentalidad de un conquistador del siglo XVI, para el que Dios baja a la hostia cuando el sacerdote dice unas palabras en latín. Cuando se contrasta su religión con la de los mexicas, que consiste en llevar al prisionero a la parte alta del techo, arrancarle el corazón con un cuchillo de obsidiana y mostrarlo aún palpitante (…). Después los tiran desde arriba, rodando, y aprovechan la carne y se la comen. Aprovechaban las mejores tajadas, y las tripas las llevaban a un zoológico bastante avanzado para alimentar a las fieras”.
Leyenda negra vs. Leyenda rosa
Pérez-Reverte introdujo el tema de la leyenda negra diciendo que “España metió la pata justo con quienes tenían la imprenta”. Eslava precisó que donde se desarrolló la publicación de libros y sobre todo, de folletos, fue en los Países Bajos y en Alemania. Nosotros, entonces, estábamos en Flandes, luchando contra los príncipes protestantes…”. En este sentido, fue clave el libro “exagerado” de Bartolomé de las Casas —“Cada vez que habla de un hecho de armas o de un pueblo siempre dice que en ningún otro pueblo abusaron tanto como en este. ¡Eso me lo has dicho ya veinte veces, escoge uno!”—, que se tradujo a todos los idiomas cultos y al latín y fue un best seller en Europa.
El autor de El tango de la Guardia Vieja también sacó a colación la “leyenda rosa” que ha emergido con el libro de Elvira Roca Barea, según la cual “todo era estupendo, maravilloso, etcétera”, y dijo que, entre un extremo y otro, “hay una tercera vía”. Eslava dijo que “hay que despertar los tonos grises” y que la leyenda rosa debe entenderse “en el contexto político en que vivimos”: “Como hemos despertado de nuevo a Franco, que parecía que estaba muerto pero ahora está vivo y entre nosotros, Franco tenía la ambición del imperio”. Durante el franquismo “se exaltó el imperio, los conquistadores, Isabel la Católica” y, ahora, hay quienes agitan esto “como si eso fuera de fachas, sin tener en cuenta que esto fue una manipulación rosa que se hizo en la época de Franco, con la Enciclopedia Álvarez”, aunque, en general, “nos hemos ido al extremo opuesto”.
Pérez-Reverte afirmó que “los imperios se han hecho con matanzas, con guillotinas, con esclavos”. Eslava correspondió lamentando que ahora “sólo predomina el buen rollito”, y puso un ejemplo: “Yo inspiré que se hiciera el Museo de las Navas de Tolosa. Cuando hubo que hacer los contenidos del museo, estaba en diálisis, no pude ir, e hicieron un museo de buen rollo, donde parece que tenemos que pedir perdón por haber ganado esa batalla los cristianos”.
Finalmente, Pérez-Reverte preguntó si tiene arreglo el complejo español. Respuesta de Eslava: “El consejo que le doy a mi hija es que mi nieta sepa perfectamente inglés por si el día de mañana se tiene que dirigir a Australia, Nueva Zelanda o Canadá, por si aquí se lía, aunque espero que no”. El novelista manifestó que “la batalla hay que librarla”; el ensayista, por su parte, remató: “Los que escribimos tenemos el deber de decir lo que pensamos, le duela a quien le duela”.
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