Puede parecer que La crítica literaria en los noventa es una revisión o antología de fragmentos de críticas realizadas en esa década, condensando de este modo opiniones entonces influyentes para el futuro del título al que se dedicaron. Sin embargo esa no ha sido la intención, ni el resultado, de la obra de Miguel Alcázar. No estamos ante una suerte de canon literario a varias manos, porque en este ejercicio de metacrítica, si es que existe la palabra, casi todo es ficción. Y digo casi todo porque los títulos de los libros que aparecen sí que pueden encontrarse en su mayoría en las librerías y sus autores, por ende, también son reales. Pero el resto es pura ficción. Al menos en cuanto a lo formal se refiere, porque si uno busca el conjunto, posiblemente se sorprenda con todo lo que Alcázar deja entre líneas en su primera publicación con La Uña Rota.
Vivimos en un mundo sobreexpuesto. Tanto que estamos acostumbrados a mostrar todo en redes, dejando testimonio de vivencias y opiniones sobre las que cualquier persona emite su reacción y juicio. Y entonces nos dicen que eso nos quita la libertad. El crítico habla de una obra pero luego él mismo es criticado, y así en un bucle infinito al que se suma que, hoy en día, cualquiera puede dar su opinión sobre una obra y que ésta sea incluso más leída que una formal. Ante eso la defensa es mirar atrás con cierta nostalgia, acudir a la frase “antes eso no pasaba” y afirmar que en los años 90 la crítica literaria era libre y transgresora: entonces un crítico podía dar su opinión sin temer la consecuencia inmediata de una avalancha de posts que denunciaran lo insensible o políticamente incorrecto que había sido. Y así nace en X, como no podía ser de otro modo, el germen de La crítica literaria en los noventa, gracias a una cuenta con el mismo nombre que no tarda en atraer la atención de lectores con fragmentos de supuestas críticas a títulos que oscilan entre clásicos, best sellers y guías farmacéuticas, porque, tal y como defiende su reseñista, “si es un libro, ¡se puede reseñar!”.
Alcázar, que cuenta con experiencia en la publicación de textos críticos, construye esta antología dando voz a críticos imposibles cuyos nombres se repiten para ir dejando en sus reseñas una parte de su personalidad transformándolos en personajes: así sabremos que Itziar Jauregi es de Irún y adora su ciudad, que Carlos Larrocha descubrió un verano que Estepona era el lugar perfecto para sumergirse en tramas de espionaje o que Gabriel Dabrowski se codeaba con Bolaño cuando aún no era el Bolaño que todos conocemos. También veremos que los libros son de sus autores, pero en cierto modo pertenecen individualmente a los lectores que los hacen suyos al mezclarlos con el momento vital en el que se encontraban cuando cayeron en sus manos. Y, por supuesto, seremos testigos del choque entre esas dos literaturas que conforman un todo y muchos se empeñan en seguir enfrentando: la alta y la baja, la de consumo y esa otra que parece encontrarse en un escalón superior, como si una y otra fueran difícilmente compatibles. Todo cabe cuando no hay que preocuparse por la ofensa y se deja al humor y la ironía como guías que permiten al lector descubrir que, quizás y solo quizás, incluso comparte algunas de las opiniones vertidas en este volumen que no duda en poner adjetivos que serían impensables en nuestra realidad.
Si tuviera que resumir lo que podemos encontrar en La crítica literaria en los noventa diría que “la antología no ofrece una visión completa sobre lo que significó la crítica en aquellos años, aunque quizás sí que se pueda extrapolar una moraleja más fundamental —exactamente no sé cuál—, quizás sobre las fascinantes relaciones entre vida y literatura que siempre se hacen evidentes en la práctica de cualquier forma de exégesis cultural”. Pero eso ya lo dice Ricardo Holguín para la revista Taiga cuando reseña La crítica literaria en los setenta, de un tal Germán Collazos, y uno de los pocos títulos cuya existencia no he podido constatar. Hasta ahí llega el juego del autor. Para comenzarlo yo recomiendo elegir por una página al azar y, como decía Borges, dejar que uno de estos personajes nos cuente un libro.
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Autor: Miguel Alcázar. Título: La crítica literaria en los noventa. Editorial: La Uña Rota. Venta: Todostuslibros.
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