Del pasado 7 al 11 de febrero se celebró en el Mira Teatro de Pozuelo de Alarcón la IV Semana de novela histórica – Escritores con la Historia, organizada por la Asociación de Escritores con la Historia y el ayuntamiento de Pozuelo bajo el lema: “España, Capitana de la Mar Océana”.
Comenzó Isabel San Sebastián tratando el tema de “Las Vísperas Sicilianas”. La Italia del siglo XIII vivió unos tiempos convulsos en los que el papa Inocencio IV quiso imponer su voluntad y asumir el poder terrenal. A la muerte de Federico II (dinastía de los Hohenstaufen, emperador alemán y rey de Sicilia), Inocencio IV, francés de nacimiento, vio la oportunidad de arrebatar a los Hohenstaufen las tierras del sur de la península Itálica para entregárselas a su compatriota Carlos de Anjou. En la guerra que se desató por el trono, el conde de Anjou derrota y mata a los descendientes de Federico II. Manfredo muere en la batalla de Benevento, y en la de Tagliacozzo derrota a Conradino, sucesor de Manfredo. Carlos de Anjou, al tomar posesión del reino de Sicilia, condena a muerte a Conradino, quien, en un último gesto desde el cadalso, arroja su guante a la multitud congregada en la plaza, como un reto a que su muerte sea vengada.
Los franceses, al ocupar Sicilia, cometen tropelías y abusos de tal magnitud que el pueblo siciliano decide rebelarse y ofrecer el trono de Sicilia al rey Pedro III de Aragón, casado con Constanza de Hohenstaufen (hija de Manfredo y prima de Conradino), que es la legítima heredera al trono. El detonante de la rebelión se produce el día de las vísperas de la Pascua del año 1282, cuando un grupo de franceses, en el lugar donde se iba a celebrar la fiesta, abusa de una joven casada en presencia de su marido y de su familia. Ante tal afrenta, los sicilianos encuentran la razón para enfrentarse a los franceses y poner fin a sus desmanes. La turba de sicilianos mata a cuantos franceses se encontraban en la fiesta, mientras las campanas de las iglesias de la isla empiezan a repicar con el toque de llamada a vísperas, que es la señal acordada para el alzamiento. Los sicilianos acuchillan esa noche a más de dos mil franceses. Al día siguiente envían un mensajero al rey Pedro, que se encontraba con su flota en las proximidades de Túnez, para que se persone en la isla y ocupe con su esposa Constanza el trono de Sicilia. El conde de Anjou, con el apoyo y la bendición del papa Inocencio, declara la guerra a Pedro de Aragón, quien derrota a los franceses gracias a la pericia del almirante Roger de Lauria, quien gana todas las batallas navales y terrestres a los ejércitos del conde francés. Los hechos, ocurridos en la Pascua de 1282, a partir de entonces se conocen como “Las Vísperas Sicilianas”, y supusieron el punto a partir del cual la Corona de Aragón inició su expansión y dominio del Mediterráneo, no temiendo el rey, Pedro III El Grande, enfrentarse al poder terrenal y divino del Papa, quien en su odio al rey de Aragón decide excomulgar y proclamar una Cruzada, para que el Conde de Anjou y su primo Felipe, rey de Francia, invadan, a ambos lados de los Pirineos, los territorios de la Corona de Aragón en la Occitania, Roselló y España. Pedro III derrotó a la coalición francesa, consolidando la posición y la presencia de la Corona de Aragón, durante siglos, a ambos lados de los Pirineos y en el Mediterráneo.
Al día siguiente, Antonio Pérez Henares cuenta cómo Castilla constituyó la flota que dominó los mares durante tres siglos. Cuando se casan Isabel y Fernando, nace de esa unión una potencia marítima que solamente tenía parangón con la del Reino de Portugal, ya que la Corona de Aragón dominaba el Mediterráneo y Castilla. Para continuar con la Reconquista, a mediados del siglo XIII, construyen una flota naval para conquistar las plazas musulmanas que poseían costas y ríos navegables, como Almería, Málaga, Sevilla y Córdoba… La primera batalla que gana la flota castellana es la toma de Sevilla, donde tuvo un papel decisivo. Los reyes de Castilla ven la necesidad de que pueblos marineros del Cantábrico, como Santurce, Santander, Lequeitio, Guetaria, etc., se dediquen en exclusiva a construir barcos, para lo que deciden promulgar fueros que incentivaran la construcción, con lo que se logró desarrollar una ingeniería de construcción naval que con el tiempo permitió fabricar barcos fiables y seguros destinados a muy distintos usos (carabelas, naos, galeones). Una vez finalizada la Reconquista, los barcos, la tecnología de navegación y la cartografía fueron los elementos revolucionarios en la carrera comercial que se desató, entre España y Portugal, por llegar a las Islas de las Especias, descubrir nuevas tierras y rutas marítimas comerciales, que consiguieron abrir el mundo. La revolución logística y tecnológica llevó a conocer e impulsar el arte de la navegación marítima a partir del siglo XV, aprendiendo cuándo se podía navegar y cuándo las flotas debían permanecer a resguardo, descubriendo las condiciones más favorables para navegar por las rutas adecuadas. Un logro logístico fue la organización de las flotas de Indias. Para proteger la ruta comercial se agruparon las expediciones mercantes en dos flotas al año, que hacían los viajes entre la Península y Tierra Firme y el consabido viaje de retorno, compuestas por decenas de barcos a los que se les protegía con una escuadra formada por galeones de guerra. Con las medidas adoptadas se consiguió que los daños por huracanes y ataques piratas disminuyeran y que las pérdidas de barcos fuesen pequeñas.
Finalizó Pérez Henares analizando el papel fundamental que tuvo para el desarrollo del continente americano, del norte y del sur, en el siglo XVIII, un marino natural de Pasajes, almirante de la armada española, tuerto, cojo y manco, llamado Blas de Lezo, que fue capaz de derrotar al lord inglés Vernon cuando pretendió invadir Cartagena de Indias para echar a los españoles y hacerse con el dominio completo del continente. En la ciudad caribeña, los ingleses sufrieron una derrota tan severa como la infligida a la denominada Contra Armada británica, ciento cincuenta años antes en Coruña, Lisboa, Canarias y Azores, derrota que fue tapada y borrada de los libros de historia británicos. Antonio Pérez Henares ha sido capaz de hacer lo que Castilla nunca supo hacer: contar y cantar los logros y glorias de su armada, que son decenas y a cada cual más llamativo.
El tercer día le tocó el turno al profesor, catedrático, historiador y escritor José Calvo Poyato, que comenzó su conferencia afirmando que debemos asumir nuestro pasado, con sus luces y sus sombras, “pero no debemos admitir las falsedades interesadas de las que se nos acusa”. Puso especial énfasis en dos ejemplos que testimonian la presencia española en América: España dejó unos veintiséis monumentos, patrimonio de la humanidad, y aproximadamente veintisiete universidades, mientras que la aportación al patrimonio de la Humanidad de los británicos, aparte de exterminar a los nativos de América del Norte, fue solo un par de escuelas que con los años se convertirían en universidades.
Calvo Poyato afirmó que la primera globalización la realizó España, ya que se buscaba un camino para llegar a las Islas de las Especias, en el lejano Oriente, al objeto de continuar con el comercio, y lo que se encontró fueron unas tierras desconocidas que constituían un extenso continente y un inmenso océano, por el que abrieron nuevas rutas comerciales para multitud de productos agrícolas desconocidos, y un tráfico ingente de minerales y piedras preciosas.
En 1453, los turcos toman Constantinopla y dificultan el paso de mercancías procedentes de Oriente, con lo que en Europa empiezan a escasear las imprescindibles especias que se utilizaban para conservar alimentos y condimentar guisos. Este desabastecimiento motivó que se buscase una alternativa a la ruta de la seda y a la ruta marítima que utilizaba en exclusiva Portugal, rodeando África. Esta situación obliga a que algunos navegantes se decidan a viajar hacia poniente para llegar a las islas orientales. El único marino que, como es de sobra conocido, fue convincente en su planteamiento de llegar a las islas de las Especias viajando hacia poniente, fue Cristóbal Colón, quien logró que Castilla financiara su expedición. Cuando se llega al convencimiento de que Colón descubre una tierra ignota y no llegó a las deseadas islas Molucas, se retoma, por parte de expertos marinos, la idea primitiva de llegar a Oriente viajando hacia el Oeste por un paso que atraviese las tierras descubiertas por Colón. Cuando el emperador Carlos V conoce la propuesta de buscar ese paso para seguir viajando a las Indias, decide impulsar una expedición encomendando a Magallanes que vaya y vuelva hasta Oriente navegando por las aguas que, según el Tratado de Tordesillas, le corresponden al Reino de España. Magallanes muere en mitad de la expedición. Los supervivientes deciden encomendar la jefatura de la expedición a Juan Sebastián Elcano, que prosigue el viaje y logra alcanzar las Islas Molucas y cargar el barco de especias. Elcano dispone no volver atrás, así que decide desobedecer las órdenes dadas por el Emperador y continuar navegando hacia el Oeste, tomando la precaución de alejarse de las rutas de influencia portuguesa. Después de tres años de travesía, los supervivientes de la epopeya, con Elcano al frente, arriban a Sevilla con una carga de especias de tal valor que sirvió para financiar los gastos de la expedición y obtener un beneficio millonario. El hecho definitivo fue que, sin pretenderlo, Elcano y sus hombres fueron los primeros en circunnavegar el mundo y encontrar un paso entre ambos océanos. El 8 de septiembre de este año se conmemora el quinto centenario de la llegada a Sevilla de la expedición.
La escritora María Vila trató al día siguiente el tema “Piratas y Corsarios”, afirmando que la piratería es tan antigua como la propia navegación. Desde que los hombres se desplazan de un lugar a otro siempre hubo otros, en otras naves, dispuestos a quitarles todo lo que tenían y hacerles cautivos para solicitar un rescate o venderlos como esclavos. Plutarco cuenta que, en el año 79 a.C., el propio Julio César fue capturado por unos piratas cilicios que obtuvieron un cuantioso rescate por su rehén, el cual, una vez puesto en libertad, se dispuso a cumplir la promesa que les había hecho de que, una vez libre, volvería para matarlos a todos, promesa que cumplió. Hasta que los romanos no toman conciencia del problema de la piratería y encargan a Pompeyo su eliminación, no hubo rutas marítimas seguras. A partir del siglo VIII pasaron a dominar el Mediterráneo los musulmanes, dominio que pierden cuando la flota aragonesa y la castellana pasan a circular por las inmediaciones de las penínsulas Ibérica e Itálica. El Mediterráneo, con la conquista de Constantinopla por los turcos, vuelve a ser dominado de los piratas. Fue tal el dominio del Mare Nostrum que tenían los turcos y sus corsarios —como los hermanos Barbarroja— que el emperador Carlos I y su hijo Felipe II toman conciencia de que tienen un problema muy grave y que hay que poner freno al avance turco. Bajo el auspicio papal se forma la Liga Santa, que tiene por objetivo restablecer las rutas marítimas para el comercio. La Liga Santa —constituida por España, las repúblicas de Venecia y Génova, los Estados Pontificios, la Orden de Malta y el Ducado de Saboya— planta batalla a la flota turca en el estrecho de Lepanto y consigue una victoria donde los turcos pierden gran parte de sus barcos y una generación de soldados y marinos. Los turcos logran reponer las pérdidas materiales, pero las pérdidas humanas obligan a parar la campaña de conquistas que llevaban adelante en las últimas décadas. Los grandes beneficiarios de la victoria fueron los habitantes de las costas de los estados cristianos, quienes, a partir de entonces, vivieron más tranquilos, sin la amenaza de terminar cautivos de los piratas y corsarios.
Con respecto a la piratería en aguas del mar Caribe, María Vila afirma que las películas hollywoodienses han hecho mucho daño, ya que idealizan la profesión de piratas cuando no hay nada romántico en sus prácticas despiadadas. Los piratas del Caribe han hecho mucho menos daño gracias a la creación, por parte de la Corona Española, de la llamada “flota de las Indias”. Los registros que hay confirman que de los once mil navíos que realizaron la travesía, quinientos se pierden por tormentas y ciento cincuenta son atrapados por piratas y corsarios: menos de un uno y medio por ciento de los barcos cayeron en manos de los piratas, cantidad casi irrisoria. Las incursiones del famoso Drake, y otros de su ralea, son fiascos y fracasos uno tras otro. La especialidad de Drake fue el ataque a poblaciones desguarnecidas, y no se atrevía a enfrentarse en batallas navales a galeones fuertemente artillados. Incluso cuando tuvo en su poder el convoy terrestre que transportaba la plata al puerto más próximo, la abandonó y salió huyendo.
El profesor y escritor Emilio Lara puso el broche final a la Semana de conferencias: habló de la Armada Invencible recordando que, en el Dunkerque de 1940, una operación anfibia de socorro civil y militar pudo salvar al ejército inglés acorralado en esas playas del norte de Francia. Cuatrocientos años antes, el fracaso de la Armada Invencible empezó en ese mismo lugar, ya que los más de veinte mil hombres que formaban los Tercios que comandaba Alejandro Farnesio, y que tenían la misión de invadir Inglaterra, no pudieron embarcar para cruzar el Canal por un mal diseño de la operación de atraque de los barcos destinados al transporte.
Emilio Lara afirmó: “Fue un desatino continuo permitir que otros países, como Inglaterra, Francia, Países Bajos, etc., cuenten nuestra historia apoyada en sus mentiras. ¡Hoy eso no va a ocurrir, contaré la Historia sin las mentiras inglesas! Los ingleses fundaron la primera compañía del crimen organizado, poniendo a los corsarios ingleses como auténticos capos incapaces de luchar valientemente, y que solo utilizaron tácticas de destrucción arrasando con lo que encontraban. Los botines obtenidos por los miembros de esta sociedad del crimen se los repartían entre la Corona Inglesa y los piratas que saqueaban los mares”.
Siendo príncipe Felipe II, al casarse con su tía María, sucesora de Enrique VIII, fue rey consorte de Inglaterra. Durante el tiempo que permaneció allí aportó ideas para mejorar la flota de la armada real inglesa, mejoras que ayudaron a tener unos barcos más eficaces, con una artillería más eficiente, y esto, unido a la profesionalización de los marinos ingleses, hizo que años más tarde, cuando eran enemigos, se volvieran en su contra.
El rey Felipe II decidió invadir las islas británicas, en primer lugar para evitar el ataque a las rutas comerciales españolas; en segundo lugar para restaurar la iglesia católica en Inglaterra y combatir en su propia casa a los protestantes anglicanos, objetivo que contaba con el apoyo y la promesa de financiación por parte del papa, que incluso emitió una bula declarando la expedición como una Cruzada; en tercer lugar para cortar el apoyo financiero y de medios a los enemigos de España en Flandes y Portugal. Para acometer la empresa el rey puso al frente a Álvaro de Bazán y a Alejandro Farnesio. Desde el principio todo se tuerce: la organización de la expedición fue caótica, muere Álvaro de Bazán, el corsario inglés Drake se lanza contra Cádiz y destruye todos los almacenes con los suministros ya preparados para la expedición, motivo que hace que la partida sufra varios retrasos. Al partir la armada de Coruña, las tormentas obligan a volver a puerto, hay epidemias que diezman a los componentes de la flota, y no pueden embarcar a las tropas de Farnesio. El mayor desatino fue que cuando tienen a su merced a la flota inglesa, refugiada en el puerto de Plymouth y es el momento adecuado para hundirla, Medina Sidonia, sustituto de Álvaro de Bazán, no se atreve a desobedecer la orden dada por el rey Felipe y pierde la oportunidad de destruir la flota enemiga. Al día siguiente cambian los vientos y la flota es arrastrada hacia el norte, siendo acosada por los ingleses que salieron del puerto de Plymouth y se dedicaron a bombardear los barcos españoles. El duque de Medina Sidonia tomó la decisión de no desembarcar, de rodear las islas británicas y de regresar a los puertos del Cantábrico y el Atlántico.
El colofón de la semana fue la entrega del III Premio de Novela Histórica de Pozuelo de Alarcón que recayó, ex aequo, en las obras Hija del mar, de Alicia Vallina, y Fuego sobre Igueriben, de David Gómez.
Libros de los conferenciantes cuyo argumento coincide totalmente o en parte con el tema de la conferencia:
Autora: Isabel San Sebastián. Título: Un reino lejano. Editorial: Plaza y Janés.
Autor: Antonio Pérez Henares. Título: Cabeza de Vaca. Editorial: Ediciones B.
Autor. José Calvo Poyato. Título: Travesía final. Editorial: HarperCollins.
Autora: María Vila. Título: La leyenda de las dos piratas. Editorial: Planeta.
Autor: Emilio Lara. Título: La cofradía de la Armada Invencible. Editorial: Edhasa.
Obras galardonadas ex aequo con el IV Premio de novela histórica “Escritores con la Historia” en Pozuelo de Alarcón:
Autora: Alicia Vallina. Título: Hija del mar. Editorial: Plaza y Janés.
Autor: David Gómez. Título: Fuego sobre Igueriben. Editorial: Almuzara.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: