España y su desconfianza en los jóvenes

Es una verdad a gritos: la educación está en franca decadencia y eso pone en peligro el correcto desarrollo de las democracias. La crisis que se respira en las aulas es fruto de una conjunción de factores que el profesor y escritor Alberto Torres Blandina analiza en este libro.

En este Making Of, Alberto Torres Blandina explica por qué ha escrito El arte de educar estúpidos (Barlin).

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Las creencias crean sociedades. A veces solo vemos las leyes, gestos, protocolos y sobreentendidos que se han derivado de ellas. Podemos leer que en Corea del Norte solo puedes cortarte el pelo con un número limitado de peinados y deducir que es la consecuencia de la creencia comunista de que nadie debe destacar sobre el resto. También podemos observar la diferencia de percepción social entre el caso Nevenka y el caso Gisèle Pélicot y darnos cuenta de cómo las ideas feministas han calado en nuestra sociedad en solo dos décadas.

Durante mis casi veinte años de profesor he estado observándolo todo a mi alrededor: las leyes educativas, la actuación de los profesores, las expectativas de los padres o la actitud de los alumnos. He llegado a la conclusión de que la educación española está fundada sobre la creencia de que los niños y los adolescentes son incapaces de hacer nada sin ayuda de los adultos. No solo hablo de la educación reglada sino también la derivada de las familias y agentes sociales. Todo aquello que rodea a los menores (y en cierto modo también a los jóvenes) está basado en la desconfianza hacia ellos. La creencia fundamental es, por tanto, que los adolescentes son estúpidos, débiles y vagos. Por ello debemos protegerlos del mundo y de sí mismos.

Podemos verlo en ese padre que pide que aprueben a su hijo para que no se traumatice. En esa madre que exige que no se hable de homosexualidad en clase no sea que su hijo se homosexualice, pobre. En ese profesor que persigue a una alumna por los pasillos para recordarle por tercera vez que tiene que ir después del recreo a hacer el examen que no hizo el día que faltó. En esa directora de instituto que no permite que los estudiantes de Bachiller salgan solos a la calle en horario lectivo por si les pasa algo. O en esas leyes que permiten que si un adolescente salta la valla para hacer pellas y al caer se rompe una pierna, se pueda demandar al centro por no vigilarlo. Vigilarlo. Como si los centros educativos fueran cárceles y el alumno tuviese un retraso cognitivo y no supiese que las vallas están para no ser saltadas.

Durante todos estos años he estado leyendo y observando para entender qué causas sociales nos han llevado a esta idea. ¿Qué ha pasado en España, en Europa, en el mundo que ha derivado en esta desconfianza y sobreprotección?

También he estado informándome sobre otros sistemas educativos. La mejor forma de conocer es comparar. Como bien decía el peculiar Marco Polo de Las ciudades invisibles (Italo Calvino), solo conoció de verdad su ciudad, Venecia, viajando a otras ciudades.

El sistema educativo español, a imagen y semejanza de nuestras creencias sociales, no es ni mejor ni peor que otros. Prefiero el nuestro al hipercompetitivo de China o Corea del Sur, por ejemplo, donde la ansiedad y el suicidio son la norma entre los jóvenes. Me gusta nuestra libertad de cátedra frente a sistemas muy cerrados como el inglés, donde apenas tienes elección para elegir el poema que quieres leer de un poeta concreto, por ejemplo. Y creo que todavía tenemos una educación poco utilitarista comparada con la mayoría de países avanzados. Aunque eso está cambiando.

Pero mi propósito nunca ha sido analizar la educación española en su conjunto sino el que me parece su talón de Aquiles: la sobreprotección con la que se educa, que ha derivado en falta de responsabilidad y autonomía de niños y jóvenes, lo que retrasa su maduración. Y es en países como Islandia o Suecia, entre otros, donde he encontrado algunas soluciones para empoderar a los estudiantes, para hacerles sentir dueños de sí mismos y responsables de quién son y quién quieren ser.

Mi propósito con este libro es hacer pensar sobre este tema, generar debate y aportar posibles soluciones.

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Autor: Alberto Torres Blandina. Título: El arte de educar a estúpidos. Editorial: Barlin. Venta: Todos tus libros.