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Espectros, muerte y maldiciones en la España vaciada

Espectros, muerte y maldiciones en la España vaciada

Una pesadilla puede acabar convertida en novela, en una de terror, por supuesto. Stephen King, Mariana Enríquez y Álex de la Iglesia asoman por las páginas de este thriller rural, en el que la luz y la oscuridad luchan en un pueblo castellano imaginario que podía ser cualquiera de la España vaciada. 

En este making of Alejandro Marcos nos cuenta cómo fue el proceso de escritura de La hora de las moscas (Plaza & Janés).

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En La hora de las moscas la vida en Curva de Arla, un pequeño pueblo castellano, se ve amenazada por la aparición de los pesares: entes maléficos que se nutren de muertes violentas del pasado y que tienen más poder conforme el pueblo se queda más vacío. Estos pesares se pegan a los protagonistas que, guiados por la guardiana de la huerta, Bernarda, tendrán que vencer su influencia y salvar el pueblo.

La hora de las moscas comenzó con una pesadilla. Poco acabó pasando del sueño al libro, pero ya en él aparecía un grupo de gente que se resguardaba de unos aparecidos en una huerta. En el sueño eran niños, mis amigos del pueblo y yo, concretamente. Pero eso lo deseché en seguida, aunque sí quise guardarme esa sensación de angustia y, a la vez, la tranquilidad de tener un sitio seguro al que regresar. Porque eso es lo que me pasa a mí cada agosto.

"Hay en Castilla un aire de tristeza, de decadencia, que a veces se contagia en sus gentes"

Soy un veraneante. No vivo en un pueblo, aunque haya pasado todos mis veranos en uno. Mis padres son de León y de Soria, de dos pequeños pueblos que me acogen cada verano y cada puente. Esos pueblos son mi patria fundacional, donde yo me he hecho persona. Este libro es un homenaje a estos dos sitios y, sobre todo, a la gente que los mantiene vivos.

Hay en Castilla un aire de tristeza, de decadencia, que a veces se contagia en sus gentes. Igual que la naturaleza reclama las ruinas de un caserón, de un pueblo abandonado o de un castillo; las gentes castellanas son duras y, a la vez, extremadamente generosas y leales. A veces tienen pocas palabras de cariño, pero siempre te darán un plato en su mesa.

Esta dualidad castellana tan importante para mí era algo que quería reflejar en el libro. Y para ello empleé el multiperspectivismo. No me servía contar toda la historia desde el punto de vista de un solo personaje, puesto que esta no es la historia de ningún personaje, sino la historia de todos ellos, de un pueblo castellano que no existe y que, a la vez, me gustaría que contuviera todos los pueblos castellanos. De ahí el inventarme el río, el pueblo y la provincia.

Otra característica importante que quería que tuviera la historia era el terror. O, más bien, cierta convivencia y naturalización del terror. Para mí, la vida en los pueblos, sobre todo durante la madurez de mis abuelos y las infancias de mis progenitores, ha sido sinónimo de dureza y estoicismo. Algunas historias de las que aparecen en el libro están inspiradas muy libremente en otras que se dice que sucedieron en alguno de mis pueblos. Y esas historias se cuentan desde que uno es pequeño, como si fuese una fábula, solo que macabra y natural. Siempre he percibido esa aura de «las cosas no podrían haber pasado de otro modo» con la que se aceptan las desgracias y las muertes en la manera en la que se narra el pasado en los pueblos. Lo fantástico es mío, claro, aunque cualquiera que haya vivido en un pueblo entiende que existan las historias de brujas, duendes y ánimas.

"De manera fantástica o real, el vaciado de los pueblos significa irrevocablemente su muerte"

Mantener el equilibrio entre terror y naturalización era muy importante para mí porque no quería convertir esta historia en algo oscuro maravilloso como una película de Tim Burton ni quería romantizar el sufrimiento y las penurias desde el punto de vista exótico del visitante de la capital. Yo nunca he considerado que visitara mis pueblos, sino que regreso a ellos, como si la vida en Madrid fuera la pausa.

También fue muy importante para el proceso de escritura ese sentido de pertenencia. Para alguien que ha nacido en una gran ciudad como hijo de provincianos, en ocasiones se me hace difícil encontrar pertenencia en algún sitio. Las raíces de mis familias están en los pueblos, no en Madrid. Es complicado en ocasiones no llegar a sentir que no perteneces a ningún sitio porque, aunque «seas» del pueblo, tú no has nacido (ni vives) allí. Y en una gran ciudad es complicado hacerse unas raíces sin generaciones precedentes. Como me interesaba hablar de ese sentimiento, es el conflicto de uno de los protagonistas.

Del mismo modo, también me interesaba hablar de la preocupación por el futuro y por las masculinidades en los entornos rurales, y me sirvo de los conflictos de los protagonistas para abordar los temas. En resumen, en el texto es muy importante el pueblo como ente vivo que se muere, esa España vaciada de la que se habla mucho, pero a la que nadie parece querer ayudar.

Ese terror del que hablaba antes tiene mucho que ver con el futuro. Cuanta menos gente hay en el pueblo más complicado es para los protagonistas defenderse ante estos pesares, hasta el punto en el que no está nada claro que sean los curveros los que vayan a salir victoriosos.

Como toda historia de terror, en realidad lo que hago es hablar del presente. Sin gente, es probable que no se produzca una epidemia de aparecidos en los pueblos reales de Castilla, pero seguramente deje de haber colegios o farmacias; hospitales ya no hay. Es posible que dejen de cuidarse las carreteras, que deje de pasar el autobús o el tren (si aún pasa). De manera fantástica o real, el vaciado de los pueblos significa irrevocablemente su muerte. Y de eso habla mucho La hora de las moscas, del olvido, tanto de las raíces como de las realidades de los pueblos. Olvidos que conducen al abandono e, irrevocablemente, a la muerte.

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Autor: Alejandro Marcos. Título: La hora de las moscas. Editorial: Plaza & Janés. Venta: Todostuslibros.   

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Annielise
Annielise
1 año hace

Me parece muy interesante tu visión de los pueblos, me abre nuevas perspectivas para entenderlo. Gracias.

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