El recién oscarizado Evgeniy Maloletka, el fotoperiodista detrás del documental 20 días en Mariúpol y ganador del Pulitzer y el World Press Photo por su cobertura de la guerra en Ucrania, opina que es importante que los medios de comunicación no discutan contra la propaganda, porque es “imposible”, y aboga por enfrentar la maquinaria rusa de desinformación a los hechos y la verdad.
“Si informamos sobre eso y llega a quienes toman la decisión, eso hace que nuestro rol como periodistas sobre el terreno sea tan importante. No es otra cosa que dar voz al pueblo ucraniano que lucha por su país en un contexto de crisis humanitaria que se agrava con los ataques día tras día“, reflexiona el fotógrafo.
Menciona además los problemas de suministro eléctrico que condicionan totalmente la posibilidad a tener una vida lo más normal posible durante el transcurso de la guerra, y añade que por eso es importante que los hechos y la verdad lleguen a los países europeos y no se pierda tiempo en argumentar contra la propaganda.
“El apoyo está disminuyendo, tenemos problemas de suministros, especialmente por parte de Estados Unidos, munición sobre todo, que Ucrania necesita. Sabemos que en el frente los soldados no tienen proyectiles suficientes y eso puede generar un gran problema para la defensa, para el Ejército y en último término para el pueblo ucraniano”, comenta.
Maloletka reconoce tener “sentimientos encontrados” ante la aclamación mundial de su trabajo como periodista, pues enseña la destrucción de su país, si bien “ha aprendido a vivir” con esa sensación, mientras que sobre su participación en los Oscars resalta que ha servido principalmente para incrementar la fiabilidad de su trabajo, para que el largometraje permanezca en la historia y mucha gente, más que antes, lo pueda ver.
“No es por el premio en sí, sino porque mucha gente querrá verlo. Y para la gente de Mariúpol (la ciudad sitiada durante tres meses por las fuerzas rusas en 2022) es importante que su historia y la de todos los ucranianos no sea olvidada“, resalta el fotoperiodista, que alerta de las consecuencias que ha tenido recientemente la ocupación rusa de la ciudad de Avdiivka, no lejos de Mariúpol, hace menos de un mes.
Maloletka insiste en que además de la gente que no puede volver a sus casas porque han sido destruidas no se puede sostener la vida bajo la ocupación rusa: “Le ha pasado a mis padres, por ejemplo, que han tenido que mudarse de los territorios ocupados y viven ahora conmigo, no porque quieran, sino porque han sido forzados por la guerra”.
En cuanto a si le resultó difícil seleccionar el material que utilizaría para el documental, tanto por la cantidad como por la dureza de muchas de las imágenes, el fotoperiodista agradece haber tenido un equipo de edición con el que trabajar, aunque siempre fue consciente de que la historia que trataba de contar “era sólida”.
“Siempre es imposible incluir todo el material y a veces es necesario eliminar algo para hacer el relato más potente, o añadir material fuerte que haga a la gente pensar. Después de que una parte del material hubiese visto la luz a través de los medios, nos dimos cuenta de que con el resto se podía hacer una historia mucho más grande y que la gente debía verlo“, asevera el fotógrafo ucraniano. Tiene claro que era importante crear esa narrativa que cimienta la película para que se pudiese conocer lo que había sucedido en los primeros compases de la guerra, pese a que no fue fácil, pues la idea inicial nunca fue la de hacer un documental.
Respecto a si espera que sus imágenes sirvan más adelante como prueba si fuese posible enjuiciar al presidente ruso, Vladimir Putin, por crímenes de guerra, señala que todo el material es una documentación de los asesinatos y de las atrocidades de la guerra sucedidas en Mariúpol, de la misma manera que existen imágenes y pruebas sobre lo sucedido en ciudades como Járkov, Bucha o Chérnigov.
Por último, y sobre si se ha planteado volver en algún momento al frente para recabar más material y seguir contando lo que ocurre, expresa que, de momento y una vez termine la promoción del documental, volverá a Kiev y verá entonces dónde se le necesita y dónde puede ser útil para continuar con su trabajo.
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