Finalizábamos la entrega anterior concluyendo que existen infinitos universos de otras tantas versiones. Poníamos un símil y decíamos que si estuviéramos buscando un descapotable tendríamos a nuestra disposición infinitos modelos entre los que elegir.
Buscando una copia de nuestro universo
Pensemos por un momento que encontramos un universo con leyes físicas similares a las del nuestro, es decir, un modelo idéntico, ¿qué posibilidad habría de que esas mismas leyes hubieran conducido a resultados similares en ambos casos?
Un modelo de descapotable puede fabricarse con distintos equipamientos; salpicadero en madera, dirección asistida, llantas de aleación…
Nuestro universo es un tanto particular en lo que a “equipamiento” se refiere y tiene una configuración extremadamente concreta y precisa. Esta configuración es tan ajustada que no sería descabellado afirmar que existimos por verdadero milagro. Veámoslo con un poco más de detalle:
- La energía oscura es una forma de energía de origen desconocido que representa más del 70% del universo observable. Es el contrapunto de la fuerza gravitatoria, la que evita que la atracción que experimentan unas galaxias sobre otras acabe en un colapso global del universo y que se transforme en un inmenso agujero negro. En el extremo contrario, el exceso de esta forma de energía causaría una expansión indefinida y la disgregación de la materia. Su densidad decide si la balanza se inclina hacia un lado u otro. Pues bien, el ajuste de esta densidad está en el punto perfecto. Una desviación porcentual de decimales en un sentido u otro acabaría automáticamente con todo.
- Si la masa del electrón fuera ligeramente inferior a su valor, no habría sido posible la formación de las estrellas y si fuera ligeramente superior no existirían estructuras como el ADN, fundamental para la vida.
- Si la fuerza electromagnética se debilitara tan solo un 4%, el Sol estallaría de forma inmediata. Si por el contrario se incrementara ligeramente, muchos de los átomos estables sufrirían una desintegración radioactiva.
- Si la masa de los protones fuera tan solo un 0,2% mayor, no existiría la materia.
Y podemos rellenar páginas y páginas hablando de “síes” y de este increíble ajuste fino, de esta gran casualidad.
Si bajamos ahora al nivel planetario, la precisión en el equipamiento de nuestro descapotable no cesa.
La Tierra existe (afortunadamente) como fruto también de una cadena tremenda de casualidades que se antojan irrepetibles.
La masa del Sol influye en su capacidad de radiar calor. La vida en la Tierra solo es posible si esta masa se sitúa en un rango entre 1,6×1030 Kg y 2,4×1030 Kg. Milagrosamente, la masa del Sol está milimétricamente en el centro del rango: 2,0×1030 Kg.
Pero aquí no acaban las casualidades: estamos en una situación privilegiada dentro de nuestra galaxia, a salvo de las explosiones estelares (supernovas); la distancia del Sol a la Tierra está también perfectamente ajustada para que la radiación solar nos permita vivir; la Luna tiene el tamaño exacto, de manera que su gravedad afecta a la inclinación del eje de la Tierra justo lo necesario y gracias a ello el clima es el adecuado para la vida; tenemos a Júpiter al lado que nos libra de cometas y asteroides… Y muchas “casualidades” más (si deseas profundizar en este tema, te recomiendo «Rare Earth: Why Complex Life Is Uncommon in the Universe«. Peter Ward).
El perfecto ajuste impide esto
Si, a pesar de todo, encontráramos un planeta réplica a la Tierra con una configuración idéntica también en lo que le rodea, deberíamos tropezar con un doble tuyo, que tuviera además tu misma historia.
Al final, lo que nos rodea, las galaxias, la Tierra, tu “otro yo”, tu particular historia, es simplemente el resultado de una específica organización de las partículas que componen el universo. El equipamiento de nuestro descapotable no es más que una determinada configuración de esas partículas.
Existe un principio (Principio Holográfico) que permite calcular las combinaciones que pueden darse en el contenido de un volumen determinado. La mecánica cuántica, a partir de ese principio y especulando con los posibles estados cuánticos de un universo tridimensional y del tamaño del nuestro, predice que puede haber 10n (donde n es a su vez 10124) formas distintas de organizar su diversidad. Esta cifra es algo así como un “uno” seguido de millones, de millones, de millones… (así hasta unas veinte veces) de ceros.
En otras palabras, para encontrar en otro lugar tu réplica exacta, tendríamos que:
- Seleccionar, entre los infinitos universos que existen, aquellos que sean del mismo “modelo” que el nuestro, es decir, los que juegan con las mismas leyes físicas.
- En el subconjunto seleccionado encontrar uno que cumpla con todos nuestros requisitos, lo que se daría con una probabilidad de uno entre un número astronómico de casos, 10n (siendo n = 10124).
En este punto voy a dejar que sean los lectores quienes saquen sus propias conclusiones. Pongo a tu disposición esta dirección de Twitter por si te parece bien compartirlas conmigo: @FranCopenhague.
Las dos preguntas claves son:
¿Crees que puede razonablemente existir alguna copia tuya en algún universo paralelo?
Si tu respuesta es afirmativa, dinos cuántas.
La opinión de Zenda, en la próxima entrega.
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