Experi-mental

Es innegable la atracción que, en sus incontables formulaciones a lo largo de la tradición escéptica, ha tenido el trilema de Gorgias: «Nada existe. Si algo existiese, sería incognoscible. Si algo fuese cognoscible, sería incomunicable.» Toda divulgación científica tiene este horizonte y El universo en tu mano se lo toma muy en serio. No es para menos, pues su autor, Christophe Galfard (París, 1976), es discípulo de Stephen Hawking, el científico vivo más mediático; y admirador confeso de Carl Sagan, quizás el divulgador de la ciencia más conocido y reputado. La referencia a la serie Cosmos es más que obligada, pues este libro es un viaje casi cinematográfico por los misterios del universo. Aunque sus más de cuatrocientas páginas puedan intimidar a un lector primerizo en asuntos cuánticos o relativistas, éstas son el canal narrativo de un viaje en el que la imaginación nos traslada a situaciones inverosímiles de las que se extrae una genuina experiencia científica. No en vano los físicos del siglo XX —los revolucionarios de la física contemporánea— popularizaron el término «experimento mental» para aquello que los simples mortales llamaríamos «imaginar» o sencillamente «pensar». Qué ironía que éste fuese también el significado original de skepsis.

La difusión científica es inevitable. La influencia de la física en la mentalidad de las épocas está contrastada: durante la modernidad justificó el positivismo (incluso en la sociología de Compte) y en la postmodernidad ha dado alas al relativismo. En este cambio de paradigma se han modificado las leyes y, con ellas, las palabras. En el curso de esta transformación, la propia palabra «mecánica» ha dejado de denotar el sueño determinista de Laplace para referirse a la indeterminación de Heisenberg, en la que una suerte de dados divinos decidirían la suerte de los elementos. Por eso, Galfard acompaña la revolución científica todavía en curso con una transformación radical en la forma de narrarla. En todo el libro, una sola fórmula: la archiconocida E=mc². Todo lo demás es una guía por un recorrido con un enfoque extraordinariamente pragmático: «¿Qué pasaría si…?» Einstein se lo preguntó al imaginarse cabalgando sobre un rayo de luz y Schrödinger lo hizo con su famoso gato. Estas dos ‘experiencias’ han pasado a la historia por su capacidad de exprimir lo controvertido de las leyes físicas. En esta línea, nuestro autor se ha propuesto reducir las complejas matemáticas con las que nos habla el universo a su dimensión fenoménica más radical, al alcance de todos los públicos.

La rigurosidad, no obstante, está garantizada. Y es que la divulgación siempre ha sido polémica en este aspecto. Famosas son las imposturas intelectuales (en honor al libro de Sokal y Bricmont) de cierta filosofía académica a la hora de banalizar los conceptos de la ciencia. Escarmentada de semejante intrusismo, no es la filosofía, sino la tecnología, la que difunde a la velocidad de la luz alocadas teorías que combinan la conspiración con la pseudociencia. Frente a esta nueva clase de escépticos online —que ante todo llaman a dudar de lo aprendido— son más necesarias que nunca la cultura y la actitud científicas. Ningún libro podrá dar un argumento crucial cuya lógica nos demuestre que la Tierra es esférica. Necesitaríamos, como hizo Eratóstenes de Cirene, al menos un par de mediciones. Hoy, la investigación requiere tecnología punta, y el sueño de desentrañar el cosmos con la sola fuerza del pensamiento (y algún que otro dato de andar por casa) está más que descartado. No podemos reproducir experimentos cruciales, pero sí podemos imaginarlos. Ésta es la verdadera fuerza del libro, que nos reclama un pequeño esfuerzo mental para tratar de comprender, capítulo tras capítulo, por qué las cosas no son de otro modo.

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Autor: Christophe Galfard. Título: El universo en tu mano. Editorial: Blackie Books. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro