Entre los acontecimientos editoriales de este año que se encamina a su fin destaca sobremanera la recuperación a comienzos de enero de Extraños, cómic escrito y dibujado por Javier Sáez Castán, con arreglos de color (fundamentales en las historias, como veremos) de Aitana Carrasco.
La altura de ejecución artística que mencionamos parte de un principio de limitación, de un juego autoimpuesto característico en las obras de Sáez Castán. En este caso, el marco común (un presentador encarnado por el célebre actor de películas de terror Vincent Price) da paso a tres historias (“Tan grande… ¡Tan rosa!”, “El horror de Loch Lambton”, “Luces de Sorax”). Cada una de esas historias será encarnada por un monstruo estrafalario (una babosa gigante de color rosa, un gusano de embutido escocés, un actor alienígena, protagonista de películas de ciencia ficción); y cada uno de los monstruos irá ligado a un color (rosa, azul, verde); en todas ellas el monstruo vivirá una suerte paradójica, a medio camino entre el heroísmo y la soledad e incomprensión. A partir de este juego de limitaciones, se construye un imaginario donde “lo extraño” se convierte en medida de la realidad.
En ese escenario, poblado de referencias antiguas procedentes del cine (King Kong, las películas de la Hammer…), de la tradición clásica (Shakespeare, monólogos de aire calderoniano…) o de la cultura de masas, los héroes / monstruos aparecen como seres inútiles, extraños en un mundo extraño, insignificantes, ridículos, objeto de menosprecio o de culto fugaz. Que nadie los tome en serio es la clave del humorismo grotesco que se levanta en esta obra: su singularidad provoca la carcajada o el miedo (a menudo fusionados en muecas siniestras), elementos distanciadores que impiden su inserción en el grupo. El colectivo, cegado por las apariencias, las costumbres, los prejuicios y los dictámenes de la sociedad moderna, los deshumaniza (“el público ríe y disfruta del espectáculo antes de ser devorado”). Extraños es, en ese sentido, un espejo barroco, un arte de revelación. “¿Qué papel jugamos en esta comedia?”, pregunta uno de los personajes de la masa de secundarios, en una de las escenas del cómic. “Ay, Wayne, no lo sé”. Responde su compañera de reparto.
Una risa radical atraviesa Extraños. Pero su juego exigente, de agudas reglas creativas autoimpuestas, no conduce a la angustia o a la desesperación. Antes al contrario, el rigor artístico de esta forma de juego puesto en marcha por Sáez Castán muestra un poder redentor, una apuesta por los valores resistentes de lo humano. Como le gustaba decir a G. K. Chesterton y firmaría seguramente el propio autor: “El juego de ponerse límites a sí mismo es uno de los placeres secretos de la vida”.
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Título: Extraños. Autor: Javier Sáez Castán. Editorial: Barrett. Venta: Todostuslibros.
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