El escritor, dramaturgo y guionista Alfonso Sastre, galardonado con el Premio Nacional de Teatro en 1985, ha muerto a los 95 años de edad en Hondarribia, localidad guipuzcoana en la que residía.
Pero, con independencia de su ideología y de cómo influyó en su obra, Sastre fue, por derecho propio, uno de los renovadores de la escena contemporánea española al nivel de Antonio Buero Vallejo, de una generación anterior. Premio de Honor de los Max en 2003, en reconocimiento a «su vasta aportación al teatro español», Sastre está considerado un dramaturgo clave del siglo XX y escritor de amplísimo espectro de géneros literarios. Desde muy joven decidió encaminar su vida por los rumbos del teatro y se planteó la necesidad de dar a su obra una dimensión crítica, social y de agitación revolucionaria.
En 1946 fundó, junto con José Gordón, Medardo Fraile, Alfonso Paso, José María Palacio y Carlos J. Costas, el grupo de teatro de vanguardia Arte Nuevo, de inspiración existencialista e inconformista, que provocó un vuelco en la escena española. Sastre decía que tuvo «confianza en que el teatro podría contribuir a la destrucción de una dictadura y a formar un nuevo sistema», y luchó abiertamente contra la censura con obras como Cargamento de sueños o manifiestos sobre el Teatro de Agitación Social, en 1950, y el Grupo de Teatro Realista, en los sesenta.
En 1953, año en el que acaba sus estudios de Filosofía, estrena Escuadra hacia la muerte, obra censurada después de su tercera representación en Madrid (Teatro María Guerrero) por un grupo de teatro universitario. Allí conoció a Eva Forest, su esposa y compañera de lucha hasta su muerte en 2007. Premio Nacional de Teatro (1985) por La taberna fantástica y Nacional de Literatura Dramática (1993) por Jenofa Juncal, consideraba que los dramaturgos tienen que «adoptar posiciones para una nueva insumisión contra la injusticia social, la corrupción y para obtener más cotas de libertad». Agradeció el premio de Literatura Dramática porque, aseguraba entonces, había sido «un autor maldito, un rebelde», que luchó contra el régimen franquista y que sufrió la marginación junto a otro grupo de autores de los años 40 y 50 «por reivindicar derechos culturales y derechos sociales». «Desde la transición siempre hemos estado en un régimen de derechas, con el CDS y con el PSOE, y en ambas etapas los dramaturgos seguimos marginados, desatendidos, no consultados. Yo por eso opté hace dos años por abandonar el teatro y dedicarme al ensayo».
En 2003 recibió el Premio Max de Honor por su contribución a la creación teatral, con obras como Prólogo patético (1950), Escuadra hacia la muerte (1953), La mordaza (1954), Tierra roja (1954), Ana Kleiber (1955), La sangre de Dios (1955), Guillermo Tell tiene los ojos tristes (1955), Askatasuna (1971), El camarada oscuro (1972), El hijo único de Guillermo Tell (1980), Teoría de las catástrofes (1993) o Lluvia de ángeles sobre París (1994). De sus ensayos, destacan Anatomía del realismo (1965), La revolución y la crítica de la cultura (1970), Prolegómenos a un teatro del porvenir (1992) o Las dialécticas de lo imaginario (2000). Y en 2008 publicó su autobiografía Sonata en mi menor.
Era «un visionario y un intelectual brillante, cuya lucidez e ingenio han guiado los derroteros de la creación teatral durante más de medio siglo. Ha sido el patriarca de la escritura dramática española», ha asegurado el presidente de la SGAE, Antonio Onetti.
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