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Felices los inseguros

Felices los inseguros

Si prestamos atención a las pinturas que han representado escenas de inspiración o creación literaria, o artística en general, podremos encontrar una serie de elementos comunes. Un enclave natural escarpado, arrebatador para conseguir ese clima de éxtasis. Un cuarto con igual oscuridad que luminosidad que escala hacia la parte superior del cuadro, entregando al que mira todas esas ideas que adquieren corporeidad y vistosidad, igualmente extasiadas.

No es en absoluto el caso del autor de este libro. Él es poeta, sí, que es una singularidad que se prestaría a imaginarlo con toda esa serie de tópicos y rumbosidades, pero estaría muy lejos de su realidad y su poética. A él me es más sencillo pensarlo dando una vuelta a la manzana de su barrio, lindando con el paseo del río, sabiendo encontrarse y abstraerse con la maravilla y lo penoso que pueda darse en cualquier zona urbana. Le es suficiente, igual que decía en ese poema, Nuestro poema, que se me clavó desde la primera lectura: «No todo tiene implicaciones míticas,/ no todo trasciende:/ a veces una tarde o un camino están ahí,/ no significan nada./ Es cuando te prefiero,/ transparente,/ como un poco de agua/ que no está emparentada con la nieve».

"Y es que escribir poemas consiste en eso, los suyos al menos: perseverar en el intento de escribir una idea"

De la poesía de Juan Marqués me atrevería a decir que es una que prefiere la orilla de la timidez, de cierta discreción rayana con el secretismo. Desde ahí se hace más llevadero, seguramente con misma admiración o rumias, meditar lo que se ha podido aportar a la causa. Cinco libros y tres plaquettes, ahora reunidos en De qué vas a vivir: Poemas (2008-2023), editado primorosamente en la colección La Veleta, por ahondar en ese perfil clandestino, con la camisa de sobrecubierta imitando el verdoso camuflaje con su toque bello e inseguro. Y es que escribir poemas consiste en eso, los suyos al menos: perseverar en el intento de escribir una idea o emoción o vistazo que nos subyuga por la carga de hermosura, pero también sin la limitación de una fijeza, de algo inamovible. La apreciación o lectura que hagamos de la poesía no lo estará nunca, y Marqués sabe bien de estas consideraciones, pues su trabajo como crítico literario le lleva a estar en permanente contacto con todo lo nuevo, lírico y narrativo, y deduciendo qué se sostiene y qué falla en las obras ajenas, pero sin ser punzante, o apenas, alguna vez sólo, y hace bien ante un panorama que aguanta poco las críticas, pues las que se toleran suelen ser las que se creen que convienen, y siendo siempre positivas, por favor, faltaría más. Una labor importante la suya.

"Cuando uno se adentra en sus libros, y añado la novela El hombre que ordenaba bibliotecas, se percibe ese humor cambiante, tan prestado a la melancolía"

Pero el lado poético es el notorio, el que nos concierne en estas líneas. En sus comienzos, según lo contenido en Un tiempo libre, era más fugitivo, más naif, con tendencia a lo escueto y bastándose con lo que pudiera decirle un laurel creciendo o la tristeza frente al mar, «contento de mi suerte». Después, esa brevedad que permitió algunos de sus poemas mejores entre los libros Abierto y El cuarto de estar —y estoy seguro de que esto me lo discutiría larga y concienzudamente para hacerme entrar en razón—, fue cediendo terreno a otros más largos, los de Diez mil cien, desarrollados a partir de hechos diarios o circunstanciales. Pero de uno a otro confín, la poesía de Marqués ha procurado fidelidad a lo que es visto con inocencia juvenil, a «estar y no estar a un mismo tiempo,/ ocupando un vacío que no acaba», porque lo que se ve, se imita. Así, sus poemas buscan el atajo hacia la verdad, acaso la suya, por si nos hiciera «salir a caminar/ o refugiarnos».

Sigo con las citas. En el final del titulado Mudanza: «A menudo daría lo que fuera/ por tener lo que es mío,/ lo que ya tengo». Me parece un buen resumen de la inquietud poética. Cualquiera en las mismas podría identificarse, se esté de acuerdo con su estilo o no. En la nota epilogal se define como un poeta inseguro pero alegre. Qué cierto. Cuando uno se adentra en sus libros, y añado la novela El hombre que ordenaba bibliotecas, se percibe ese humor cambiante, tan prestado a la melancolía o el comentario que suena profundo —pero él rápidamente disimulándolo con un revés socarrón— como a la expresión de su sentir más puro. Parecen escritos a la sombra de un árbol, descalzo, mientras se mira lo que sucede alrededor, mientras los juegos y las calamidades. Pero igual surgieron cruzando un paso de cebra ensordecido por el tráfico de la rotonda próxima, cogiendo el metro, tomando un tren hacia las afueras.

No hay espacio en ellos sino para el agradecimiento. En sus poemas uno encuentra los días logrados.

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Autor: Juan Marqués. Título: De qué vas a vivir: Poemas (2008-2023). Editorial: Comares. Venta: Todostuslibros.

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