Casi un centenar de personas esperamos en la Sala Circular de la 5ª planta del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Amenazaba tormenta, pero la tarde del jueves 18 de mayo se presenta despejada. El sol nos deslumbra a través de los grandes ventanales que nos enfrentan a nuestros miedos, al vértigo al exterior, al pánico a la caída libre sobre un mundo que parece a veces dejar de sostenernos.
Nos reunimos en esta Sala Circular amigos de las letras de diversa condición, creyentes acérrimos, todos practicantes de esta religión de la literatura, de los relatos de García Márquez, de los poemarios inconclusos. Nacimos con esta fe y aprendimos a vivir en ella, sin Internet, en las bibliotecas familiares, donde Corín Tellado estaba al lado de la Biblia, y los tomos de novela histórica o thriller acompañaban la soledad de las Historias del Arte y las antologías de Machado.
Se celebra esta tarde el primer aniversario de esta casa, Zenda, así como su reciente alianza con XLSemanal, el suplemento dominical de mayor tirada en España. Quizá hayan leído ya muchos de ustedes varias crónicas de esta noche de libros, o hayan guardado el magnífico texto que publicó Arturo Pérez-Reverte en XL Semanal (nº 1.543) con motivo de esta alianza: La nueva aventura de XL Semanal y Zenda.
La gente se reúne en pequeños grupos: Luis Mateo Díez, Clara Sánchez, Lorenzo Silva, Raúl del Pozo, Juan Gómez-Jurado, Juan Eslava Galán, Antonio Lucas, David Gistau, Manuel Vilas, Óscar Esquivias, Alberto Olmos, Andrea Levy, Isabel San Sebastián, Edu Galán, Mikel Lejarza, Antonio Resines, Jesús García Calero, Iñaki Gil, Juan Manuel de Prada, José Ángel Mañas, Ernesto Pérez Zúñiga, José Ovejero, Edurne Portela, Raquel Martos, Arturo González Campos, José Luis Martín Nogales, Sergio Vila-SanJuán, José Manuel Sánchez Ron, Marta Robles, Inma Chacón, Ignacio Camacho, Jesús Cintora, Karina Sainz Borgo y Rosauro, Álex de la Iglesia, Agustín Díaz Yanes, Manuel Gutiérrez Aragón, Carmen Lomana o Ray Loriga alternan entre directivos de Vocento como Luis Enríquez, Iñaki Arechabaleta, Laura Múgica, Benjamín Lana, Ana Tagarro y Fernando Goitia, y prisioneros y amigos de Zenda.
Comienzan a desfilar las bebidas entre las altas mesas que parecen servirnos de escudo o parapeto ante lo desconocido. Aunque en Ruritania no hay hoy nada de lo que esconderse. Estamos entre amigos. Entre ellos: María José Solano, Quim Carro, David Bowman, Susana Rizo, Victoria R. Ramos, Marta Querol, Blas Ruiz Grau, Claudio Cerdán, Gabri Ródenas, Miguel Santamarina, Juan Carlos Martínez Barrio, Jeosm, Rogorn, Victoria Iglesias, Miguel Barrero, Benito Muñoz, Txema Valenzuela, Juan Carlos Laviana, Manuel Llorente, Santos Sanz Villanueva, Miguel Munárriz, Palmira Márquez y Leandro Pérez.
Me alejo por unas horas de Guermantes para viajar a la ignota tierra de Ruritania, donde nos espera el feliz acontecimiento: Zenda cumple su primer año, es ya el hijo que vuela solo, y estamos aquí (todos los que estamos que no somos todos los que son) para empujarle en esta travesía por los libros, las letras y los amigos.
Pasan unos minutos de las ocho, se hace el silencio y cierra, momentáneamente, la barra de bebidas. En un pequeño escenario nuestros anfitriones nos reciben e introducen el acto. A su izquierda una silla de madera vacía aguarda tras un micrófono.
Arturo Pérez-Reverte y la directora de XLSemanal, Mar Cohnen, comienzan su pequeño discurso aludiendo también al reciente 30 aniversario de este suplemento. “Zenda se convierte”, en palabras de Mar, “en parte de la oferta editorial del dominical, el único que crece más de un 7% el último año con más de 2 millones de lectores. Presiento que es éste el comienzo de una larga amistad”, concluye Mar. Recoge el guante Arturo Pérez-Reverte, que rememora el surgimiento de Zenda hace más de un año, “un territorio literario no mediatizado por grandes grupos, un territorio libre, sin etiquetas, pero con literatura de todo y para todos: autores noveles y consagrados”.
En estos meses Zenda ha publicado más de 1.600 artículos procedentes de cerca de 200 firmas. “Queremos crecer, es hora de plantearse Zenda como una gran plataforma”, confiesa Arturo Pérez-Reverte. “Escribo desde hace 25 años en XL Semanal y siempre me han respetado aunque los haya metido en algunos líos. Caminaremos juntos, Zenda y XL Semanal, haciendo gala de la transversalidad de esta publicación de grupo Vocento”.
Tras estas palabras Pérez-Reverte manifiesta su alegría al ver a sus amigos allí reunidos, frase que da paso a uno de los platos fuertes de la noche, y es que la silla que permanecía vacía en el escenario, está ocupada ya por Pepe Habichuela, que nos ofrece dos interpretaciones.
Con el corazón en un puño la gente escucha la música de Pepe. Parece que su rasgueo nos va arrullando, nos abraza mientras la tarde cae sobre Madrid. Hay ardor en su música y pasión contenida entre los que asistimos, en silencio y casi a oscuras, a este prodigio. Zenda demuestra cómo la literatura, y en esta tarde también la música, son capaces de agarrarnos el alma, de no dejarnos caer, de insuflarnos el ánimo que a veces nos falta, de darnos respuestas y provocarnos emociones. Ni el estallido de un vaso de cristal en mil pedazos contra el suelo es capaz de romper el hechizo que nos causa Pepe con este delirio que baila aferrado a sus dedos. Es esta una noche de flamenco y letras. Pepe se despide con una bulería que presenciamos con el gesto contenido y la mirada casi líquida. Podríamos dejarnos llevar, arrastrar por esta música que lo inunda todo, por este entusiasmo que anega la noche zendiana, que nos encumbra en esta noche despejada que se cierne sobre el Círculo, en esta tarde de vinos, letras y amigos que está a punto de terminar. Zenda suena distinta con este rasgueo encendido y vigoroso. Fuerza, poesía, entusiasmo, fiebre. A mi lado Zenda publica en Instagram una foto del acontecimiento. Las cuerdas se detienen poco a poco. El silencio se disuelve con los últimos acordes y la sala, esta vez, estalla pletórica ante el genio, que alumbra con talento, música y arte el evento. Quizá nos haya faltado cantar el “cumpleaños feliz”, pero con la música de Habichuela nadie lo ha echado en falta.
Una noche en la que comienza a materializarse en algo más esa amistad de un año forjada a golpe de tuit. Una noche que es la oportunidad de poner, por fin, cara y voz a amigos que tienes de hace años aunque no los conozcas. Zenda tiene mucho de todo eso: reconocerse en un territorio en el que puedes conversar sobre lecturas comunes y experiencias a través de la literatura. Un territorio amigo en el que —esta noche del 18 de mayo puede dar fe— no hay espacio para la impostura ni la falsa intelectualidad. Nadie viene a “hablar de su libro” aunque encontremos entre todos estos amigos perfiles parecidos a los de Umbral. Tampoco hay espacio hoy para el desbocamiento habitual en las redes sociales al que comenzamos a habituarnos. Zenda es también un territorio en el que se ha forjado el respeto por el autor y su trabajo, por el cronista o crítico y por el lector que sostiene, protagoniza y da sentido a esta aventura literaria.
Podría haber titulado esta crónica como la noche en que Andrea Levy dijo “sí quiero” a un Prisionero de Zenda. También podría haber llevado por título la noche en que Miguel Munárriz casi me hace llorar. O incluso la noche en que me hice una foto con Alatriste, aunque ya no sé si fue real o si me lo inventé, si es cierto que tiene una hija que es médico y además pinta, o si fueron los vinos de Miguel…
Leo una crónica sobre esta noche en un periódico en el que se alude a la mejor literatura. Como les dije antes no están en el Círculo de Bellas Artes todos los que son, pero sí son los que están y me atrevo a añadir que en Zenda siempre está la versión sin imposturas de la literatura, la literatura de infantería, no sé si es la mejor, aunque sí sé —tengo la certeza— qué es la literatura del esfuerzo de horas de desvelo en noches que mutan los minutos en versos.
La literatura del esfuerzo de Arturo, Leandro, Ulises Adrados, Munárriz, Santamarina, Sainz Borgo, María José Solano, Cristina Vittoria, Gómez-Jurado, Dolores Redondo, Pérez Gellida, Fernández Mallo, Claudia Piñeiro, Élmer Menzoza, Jorge Fernández Díaz, Óscar Lobato, Antonio Lucas, Llop, Marta Sanz, Barrero y tantos otros.
Sólo puedo terminar esta crónica con 6 palabras: ¡Larga vida al Rey de Zenda!
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