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Finalistas del concurso de poesía #pasionesdeverano

Concurso de poesía en Zenda

Más de seiscientos poetas han participado en el concurso #pasionesdeverano, patrocinado por Iberdrola, dotado con 3.000 euros en premios y que cuenta con un jurado formado por los poetas José Manuel Caballero Bonald, Ana Merino, Alicia Aza y Antonio Lucas, con Miguel Munárriz como secretario. Y ahora publicamos en Zenda una selección con los 10 poemas que optan a los premios.

Para participar había que enviar poemas en nuestro foro, en El Club de los Poetas Vivos, entre el 23 de julio y el domingo 12 de agosto. Este viernes, 17 de agosto,  anunciaremos los nombres del ganador, que recibirá 2.000 euros, y del finalista, que recibirá 1.000 euros.

El orden de esta selección es aleatorio. Bajo estas líneas reproducimos los diez poemas seleccionadas. Al resto de las poemas se puede acceder a través de nuestro foro. Gracias a todos por participar.

1
Quédate ahí
Nacho Buzón Novo

Quédate ahí de pie
donde las olas se abrazan
a tus tobillos.

Quédate ahí quieta
por lo que
mar
quieras.

***

2
Hemorragia del tiempo
Ángel Petisme

Bajemos a la cala dorada de la historia,
a la embriagadora belleza de un deseo
en la infancia del mar.
                                           Este es el plan, cariño:
eternamente jóvenes derrochar los afectos,
el dinero, la piel. Sin reloj ni pantallas.
Ver crecer los jazmines y preñarse las nubes
de una lluvia gitana, a cámara muy rápida,
como en esas películas en todo su esplendor.
Tener la convicción de que nace la vida
siempre con el verano, escribe en El Gran Gatsby
Francis Scott Fitzgerald.

                                              Porque suave es la noche
abrir la mosquitera para una siesta astral,
bajo el atrapasueños follar como unicornios.
Dormir hasta aburrirnos. Procrastinar a gusto.
¿Río, mar o piscina? Pensar la refrescante
catarsis acuática. Pescar, reír, comer
navajas a la plancha y un cava rosado.
Zambullirme en el beso más guinness de los récords,
nadar hasta las ocho en los libros indómitos
de la inteligencia: Bolaño, Carson McCullers,
Hemingway, la Pizarnik, Lorca, Katherine Mansfield…
La brisa jubilosa que aleja las imágenes
de ataúdes flotando en el Mediterráneo.

Siempre buenos augurios el sueño de una noche
de fuego de San Juan, en todos los países
y todos los solsticios. Respirar el aroma
del último amor, o quizás el primero
si eliges blues del bueno y juegas esta vez
a decirme la hora solar e invencible.

Este es el plan, cariño: salvarnos juntos, ver
bajo la magia azul de los jaracandás,
grabada en la memoria la hemorragia del tiempo.

***

3
Al fondo del asunto
Esteban Torres Sagra

Alguien le habló de golondrinas migratorias
en un planeta concebido sin veranos
y, desde entonces, avienta las cenizas de sus sueños
con una bicicleta en la que no llega a los pedales.

Quiso vivir en el oeste de todos los mapas
y bañarse en el agua de todos los pantanos,
pero nunca se atrevió a cruzar los mares
por temor a perderse en alguna encrucijada,
justo cuando tenía una remesa de alas relucientes
y toda la juventud por delante
para ensayar arrebatos y pasiones.

Luego fue mayor el deseo que la lluvia adolescente
y se lanzó con desenfreno al desenfreno
de una vida rutinaria,
aunque sin pruebas concluyentes,
sin abismos insondables,
sin la cuenta atrás de un salto en la memoria,
sin el comodín de una máquina del tiempo
y sin ni una belleza deslumbrante
capaz de mantener cualquier propósito
llegados al puerto de septiembre.
Más tarde presentó reclamaciones previas
a las siestas que se pasan bostezando,
como si alguien ostentara potestades
para recuperar los pensamientos que se pierden,
como si alguien pudiese resarcir
los errores cometidos en su nombre.

Todo con sus pólizas correspondientes
y sus encabezados oficiales,
con causa justa y con conocimiento,
despidiéndose “atentamente”,
por correo administrativo y compulsado,
pidiendo “por favor”, dando “las gracias”,
firmando como “el que suscribe”.

No sirvió de nada:
Le respondieron que -aunque el amor
no respeta nunca el procedimiento reglamentario-
no entraban en el fondo del asunto
porque agosto se considera inhábil
para incoar las relaciones.

***

4
Qué tendrá el verano
Reyes Armada

Tengo la playa en mi boca
esperando el oleaje de la tuya.

Mis ojos, puesta de sol
antes de la noche estrellada.

Las perseidas,
un momento,
tu vida
y la mía.

Dos cuerpos,
la arena
y la brisa.

Pasión es el verano
en tus manos
aunque me dijeran
que hoy es enero.

Pasión es punzada
del adiós
que llega, siempre,
pronto.

Y el verano
vuelve
cada vez que
te recuerdo.

***

5
Barrotes
Pedro de Paz

Me aterrorizan esos momentos
en los que
las palabras
son barrotes de una jaula
en la que revolotean recuerdos cazados al vuelo,
notas al pie de una página inacabada,
y el silencio
no es más que el eco congelado
de lo que una vez fueron palabras cálidas
forjadas en el yunque de una piel que huele a siesta de verano
y ahora abandonadas al frío de su suerte.

***

6
Aguardiente
Lilián Pallares

Ni el pudor,
ni el calor del verano me quitan estas ganas.

Quiero llamar a cada uno de mis amantes,
invitarles a mi casa, que vengan en fila india
con las palabras no dichas y los besos no dados.

Sentarnos a beber aguardiente,
a compartir mi fiebre,
y como buenos amigos
brindar por los sudores y las camas revueltas,
contarnos las infamias y escuchar
canciones que en verdad duelan.

Amarnos sin planear la próxima venganza.

***

7
Situación violenta
Dimas Prychyslyy

¿Recuerdas aquel agosto en Salamanca?,
¿los macarrones blandos bajo el estupor de las resacas
y la ambigüedad nocturna del Kandhavia
que nos convertía en las más putas de la noche?
¿Recuerdas a tu compañera gorda y borracha
con su mirada atónita y su voz hollywoodiense?
Ya sé que lo recuerdas todo,
que tu cama conserva aún nuestros olores.
Ya sé que la infidelidad siempre saca
lo mejor de los seres infelices.

¿Recuerdas cuando te ibas al trabajo,
intentando no hacer ruido para no despertarnos
(la carne más que despierta),
silencioso y hambriento
como un animal atontado?

¿Recuerdas las comidas que te hacía?
Pues él también me hizo unas cuantas…

Durante esos días disfruté de una tranquilidad azul y sosegada,
de la tos que provoca el tabaco y del alcohol de tercera,
de platos fríos que maromos con casco
traían pasada ya la medianoche.

Durante aquellos días Salamanca era una fiesta,
la plaza de los Dominicos se llenaba de campanas y abejorros
y un lecho de plásticos y papeles invitaba a la alegría.

Recuerdo que por aquel entonces
tú trabajabas en un restaurante caro;
solo hablabas de los menús degustación,
del maridaje de los vinos,
de los helados más repugnantes
y la delicada cristalería
que ya contaba con varias bajas entre sus filas
a causa del grosor y la torpeza de tus dedos.

¿Recuerdas que solo había pasado
un verano desde que lo dejáramos?
¿Que Iván era un parche en el abismo?
¿Recuerdas que nos queríamos como la carne y la bala?,
¿como el vértigo y el salto?,
¿como la enfermedad y la jeringa?

Recuerdo lo maricón que me pareció
cuando entró por tu puerta:
las ojeras, el temblor del cigarro,
esa hiperactividad tan propia del cansancio
y el lino, como un lienzo desnudo,
que vestía sus piernas de chapero romano
y ese culo que haría temblar de rabia a Venus.
Llevaba 48 horas sin dormir,
había bebido en los antros más impuros de la ciudad,
aunque siempre con clase,
el inmortal veneno del exceso,
como un dios humano que muere a cada día.
Tenía una seriedad impropia y alegre,
habitual en los que no están en paz consigo mismos
y una sed embriagadora de novedades
con cierto aire lírico por lo existencial y lo inmanente.

Casi no recuerdo nada de aquellos días,
solo que descuidé las letras y el oficio
y me dediqué a cultivar los celos,
los placeres de la carne,
lo que los libros me habían prohibido;
me dediqué a acostarme con la primera luz del día
envuelto en caricias y besos robados.

Recuerdo que él tenía un hermano:
una criatura de extraña delicadeza,
con ojos de reptil y piel como la mía.
Si durante esos días quise a alguien
fue a ese ser huidizo que me alegraba la vida
y a veces me despertaba una rabia amorosa
que, tras consultar, la academia conviene en llamar ternura.

Supongo que titular esto Situación violenta
es, como poco, quedarse corto…
Momento kairós, espasmo del tiempo.
Una trampa acolchada
con cierta comodidad en la herida:
un sueño largo de 22 días
(que es el período, más un día,
en el que todo humano
se acostumbra a las cosas).

***

8
Mi vida en veranos
Jesús Alejandro Flores Padua

Cuento mi vida
en veranos,
aunque nací
en un arcoíris
de invierno.

Verano,
provinciano verano
de mi infancia.
El rocío mañanero
detonaba el aliento
del barro
en el solar
del abuelo.

Verano,
bendito verano
de catecismo.
Niños en coro
rezábamos el Padre Nuestro
y el Ave María.
Aprendíamos a temer
al padre
y a idolatrar
a la madre.
La consciencia
y la culpa
germinaron en mí.

Veranos,
¡qué distintos veranos!
Veranos de barro
y veranos de asfalto.

Verano,
citadino verano.
Edificios elitistas
y los estruendos
de un claxon
la inocencia violentaron
con espejismos que alimentan
deseos de fama,
deseos de poder,
deseos de tener.

Veranos,
complicados veranos.
Los charcos
son menos transparentes
y los cielos huraños
interrumpen la vida de la gente.
Charcos, charcos,
charcos opacos
que se maquillan
de luces neón.
Tenebrosas tormentas
inundan caminos
y las vidas ahogan.
Un fracturado carro
solitario en la carretera
se enjugó las gotas
de sangre
de una joven pena
que se fugó por los drenajes
que despiden hedores
de rabia y dolor.

Tlic, tlac, tlic, tlac
las gotas
van a destiempo
con el tic tac
del reloj.
Veranos, veranos
que vienen y van.
Veranos,
intermitentes paisajes
de azules soleados
y grises nublados.

Veranos,
bohemio veranos.
Me enamoré
de un ronco jilguero:
yo le hablaba de Eliot
mientras me susurraba
los versos de Ginsberg
y las ideas de Keruac.
Un jardín emergió,
un oasis
dentro del desierto de asfalto.
Tibias gotas
de rimas,
transparentes destellos
requemados por el sol.
Entre sol y tormentas,
el cielo a la tierra amó
y retoñaron orgasmos .

Veranos,
solitarios veranos.
El amor
pronto escapó.
Amor, desamor,
amor, desamor,
ciclo infinito
entre la oscuridad
y la luz.

Se ha ido el abuelo,
he perdido un hermano
y el jilguero
resaca ha dejado.

Los olvidados rezos
renacen
en exótica flor.

La flor de verano,
con piel de nostalgia
y embriagantes aromas
de esenciales pasiones,
vive oculta
en mi sencillo jardín.

Verano, verano,
quiero morir en verano
aunque nací
en un arcoíris de invierno.

***

9
Buffet libre
Sara R. Gallardo

Las parejas infelices
viajan hasta aquí para romperse.

Vienen durante el brunch a deshacer sus dudas,
se miran con recelo
y apuran el último repaso a sus vidas,
el último reproche
a golpe de mordisco a un croissant.

Julio es el mes más denso
para hacer balance:

los deseos están tan guardados
que habría que hacer limpieza general.
Y la casa es muy grande
o el loft tiene muchos recodos.

Las parejas infelices
exhiben todas las huellas en la cara:
las vacaciones fallidas, la factura de vivir.

Las touroperadoras sacan beneficio
del amor roto
y también los monitores de aeróbic;
el mar no se fragmenta:
existen hoteles y aparthoteles
en primera línea de ruptura.

Estamos consumidos por las imágenes
de los folletos;
¿cómo habría podido salir esto bien,
si ya veníamos descosidos de otros engaños,
malogrados, defectuosos, despachados?

Si nunca nos gustó el sexo
entre sábanas almidonadas.

Agotamos la botella de vino
(el reclamo estético hace el trance más fácil)
y por fin alguien habló con sinceridad:

el amor es un souvenir, una postal,
y seguramente

alguna vez volveremos
a veranear aquí.

***

10
Orgasmos y poemas
Gemma Almagro

Soy yo
la que no te dio hijos,
ni guerra,
ni firmas,
ni noches sin dormir,
ni un llanto desgarrado,
ni celos,
ni hipotecas.
Soy yo
la que se limitó a entregarte
orgasmos y poemas.

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