La faceta literaria más desconocida de Benito Pérez Galdós, la de autor de poesía, ha sido reunida por primera vez en un libro que constituye un número triple de la colección Arroyo de la Manía y que se publica ahora coincidiendo con el centenario de la muerte del escritor canario.
Su artífice es el poeta y editor Rafael Inglada, quien explica en una entrevista con Efe que, cuando rastreaba entre autores de finales del siglo XIX y el primer cuarto del XX que hubieran cultivado raramente la poesía, se topó con Blasco Ibáñez, al que ya publicó en esta colección, y enseguida pensó en Galdós, sin pensar que en este 2020 se conmemoraba ese centenario.
Inglada comenzó a investigar de la mano de Yolanda Arencibia, biógrafa del autor canario y ganadora este año del Premio Comillas con «Galdós: Una biografía».
Ambos trabajaron, especialmente durante el periodo de confinamiento por el coronavirus, para reunir una decena de poemas, escritos durante la juventud de Galdós en su tierra natal y otros compuestos en el Madrid de comienzos del siglo XX.
Todos ellos fueron publicados en su momento en diversas revistas y algunos libros de difícil acceso en la actualidad, pero nunca hasta ahora se había recogido la poesía completa de Galdós en un solo volumen.
Se trata, según Inglada, de una poesía «propia de juventud, escrita como se escribía en la segunda mitad del siglo XIX», y en esos textos «hay mucho todavía de textura romántica, de romances largos, con lances históricos, además de muchos guiños a temas privados del colegio o de los compañeros».
Por su parte, Yolanda Arencibia apunta en su nota a la edición que estos poemas son «composiciones tempranas del Galdós que finalizaba su bachillerato y que, al menos, añadieron un sobresaliente en Retórica a su expediente y una sonrisa de connivencia a los lectores de siempre«.
En sus versos hay espacio para la anécdota, puesto que Arencibia explica que uno de los poemas, «El pollo», es una «precoz caricatura literaria vertida en divertidas redondillas, que nació en las aulas del colegio de San Agustín para hacer mofa de algún compañero tildado de elegante desde la mirada del joven Benito, aquel muchacho de las piernas largas que parecía estar siempre distraído, pero a quien no se le escapaba nada».
Añade Arencibia que «tal broma costaría al autor un serio disgusto, pues la composición había de llegar al presunto retratado, con el revuelo consiguiente y la corrección severa para el atrevido poeta, lo que no evitó que el responsable de la disciplina, divertido y admirado, la hiciera llegar a la prensa».
Y resalta esta experta en Galdós que, «aunque sus poemillas representan solo divertimentos de autor, merece la pena conocerlos, porque todo es grande en un autor grande».
Además de Blasco Ibáñez y Pérez Galdós, en esta colección editada desde 2017 por Inglada han sido publicados otros autores como Antonio Machado, Antonio Gala o Carlos Arniches, siempre en busca de «cosas curiosas y rarezas», y cada número tiene una tirada de solo cincuenta ejemplares, lo que los convierte en objetos de colección para bibliófilos.
«Es que la poesía se mete en todas partes, aun donde parece que no la llaman, y así, cuando se cree encontrarla en los arroyuelos, aparece en las matemáticas», escribió Galdós en su novela «El doctor Centeno».
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