GALGATRISTE:
No era la galga más honesta ni la más piadosa, pero era una galga valiente. Se llamaba Galgatriste, y durante la temporada de caza había servido fielmente a su señor: el mismo que, una vez finalizada la campaña cinegética, la colgó de un árbol. No contó el miserable con que la rama de la cual pendía, por obra de un providencial rayo, se quebraría, salvando así la vida de nuestra galga; desde entonces, espada en ristre, se dedica a liberar a sus congéneres, buscando vengarse de su antiguo amo y de los que son de su cuerda… Por eso, para no olvidar nunca su objetivo, Galgatriste siempre lleva arrastrando la suya.
«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.»