Hace poco recibí Futuro imperfecto (Plasson & Bartleboom, 2024), un libro originalmente escrito en gallego por Xulia Alonso (1961) y publicado por Galaxia en 2010. En un estilo intimista, la autora avanza por sus recuerdos hacia el Santiago de los ochenta, cuando su impulso de libertad y experimentación la apartó de la universidad primero, para transformarse luego en “algebra de necesidad”, que es como Burroughs llamaba a su adicción en El almuerzo desnudo (1959), y también Alonso, parafraseándole. Si el de esta orensana no es un escrito morboso es porque “esos momentos se han descrito en muchos libros, se han mostrado en múltiples reportajes, se han recreado en muchas películas”. Mismamente, en España casi tuvimos un género cinematográfico propio con la filmografía de Eloy de la Iglesia (1944-2006), que dejó una buena ristra de planos malditos e icónicos.
La justicia no tiene nada que ver con el orden natural. La escritora subraya lúcidamente la frase, como si fuese la síntesis abstracta y metafísica de su autoficción, que comienza con una factura bastante dura a cuenta del sida, superado ya el mundo falsamente glamuroso del caballo en los ochenta. Las referencias hablan por sí mismas: Velvet & Nico, Triana, Carlos Castaneda; en definitiva, años en los que el romanticismo opiáceo no olía del todo a vómito y en los que la sedación de los móviles aún no había llegado, pero también años en los que aún se leía y se soñaba. Sin querer dar más detalles para reservárselos a los lectores, el retorno de Alonso hacia el nudo gordiano de su memoria pasa por más lugares, recordándonos cómo eran las cosas no hace tanto, mostrando cómo todo arraiga en la familia y hasta qué punto las vivencias más tiernas determinan el curso de nuestras vidas. La infancia es la patria, ya lo decía Rilke.
La también gallega María Von Touceda (1979) ha escrito sobre el asunto en sus términos, con su propio tono irreverente y descarnado. Tal como leemos en Crítica del vicio (Aloha, 2015), la humedad, la lluvia casi perpetua de Compostela y el afán por dejar de pensar llevaron a esta otra autora a la heroína, pero también a novelar su viaje a los márgenes de una cotidianidad gris. Encuentra Ferrol horrible, “tan horrible que no me extrañaba en absoluto que tanta gente se enganchase a una droga que te hace ir cabizbajo”, pero podría decir lo mismo del Avilés de antes del Niemeyer, o de Bilbao antes del Guggenheim. Como quiera que sea, al menos un par de generaciones de yonkis separan a Alonso de Touceda, pero sus libros se complementan de alguna manera, dando pie a una bibliografía a la que no podemos dejar de añadir el Ensayo sobre la noche, de Nacho Alonso (Solar, 2022).
El fotolibro de este otro Alonso (1975) no contiene ni un solo texto. Las imágenes del vigués resultan más poéticas que explícitas, incluso cuando el fotógrafo participaba de esa realidad, como en el caso de las dos escritoras mencionadas. Son fotografías analógicas con grano, a veces desenfocadas, más interesadas en los aspectos periféricos que en la cosa en sí, aunque algunos de los retratados reflejen a las claras los estragos físicos del consumo; ese tipo de rostros que cada vez se ven menos y que se concentran en reductos como El Paraíso, en el madrileño barrio de San Blas. Incluso, alguno recuerda a los espeluznantes autorretratos de David Nebreda (1952), que traumatizaron a varias quintas de estudiantes de Bellas Artes, entre las que yo mismo me encuentro. Es la fascinación de quienes cruzaron la línea, que es muy diferente a la de quienes vieron a otros cruzarla, como tantos de nosotros, niños de los primeros ochenta.
Podemos cerrar con una de las referencias a las que Xulia Alonso recurre, La agenda de los amigos muertos (Plaza & Janés, 1998), de Raquel Heredia, que es un libro que invierte los roles, puesto que es la madre de una adicta la que escribe. Alonso se acoge a este título deseando que “fuera posible advertir a los que se pasean ingenuamente ahora mismo por el filo de la navaja”, pero también señalando un denominador común definitivo. Las páginas de las que hemos hablado están llenas de muertos, de caídos en el combate o en sus consecuencias postreras, refiriéndonos más que nada al virus que diezmó a tantos supervivientes: Futuro imperfecto desde luego, y así las fotos de Nacho Alonso, y el centro por el que Von Touceda pasó y del que habla en su Crítica. Paradójicamente, hoy hay más personas cabizbajas que nunca, pero esta ya es otra historia, libre de abscesos, arcadas y enfermedades que vienen a cobrarse lo que ese filo seductor no pudo.
————————
Autora: Xulia Alonso. Título: Futuro imperfecto. Editorial: Plasson & Bartleboom. Venta: Todostuslibros.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: