Posibilidades, de Daniel Rodríguez Torrente, y Salida de emergencia, de Félix Arnáiz Jiménez, son el poema ganador y el finalista de nuestro concurso #Poemasdeamor, dotado con 3.000 euros en premios y patrocinado por Iberdrola.
En Zenda hemos celebrado el AMOR con un concurso de poemas en el que han participado medio millar de escritores en el Foro Iberdrola. Este concurso ha contado con un un jurado formado por los poetas José Manuel Caballero Bonald, Ana Merino, Raquel Lanseros, Alicia Aza y Antonio Lucas, con Miguel Munárriz como secretario, y una dotación de 3.000 euros.
Gracias a todos por participar.
GANADOR
Daniel Rodríguez Torrente
Podría recordarte
con la sangre del que pierde
lo que nunca ha sido suyo;
poner mi soledad frente a tu frío,
querer que hable la rabia,
abrirnos las mentiras y decirte
que sentirte junto a mí
nunca fue sentirte cerca.
Podría liberarnos
del pasado y las fronteras
con las que ata la nostalgia,
dejar que se enmascaren
tus sombras en mis sombras,
buscar en otros labios
nuestros cuerpos,
desandarnos
saber que no fui tuyo
pero fui parte de ti.
Podríamos jugar
a desvelarnos el amor
que una vez nos ofrecimos,
llegar a devorarnos
con certezas,
bebernos esa nieve
que jamás nos vio volver,
sentir que mi puñal
ha perdonado a su asesino,
tirar todos los muros,
llegar a demolerlos,
y decirte
que tal vez también te quise
al pensar en todo lo que has hecho
y a pesar de todo lo que hiciste.
FINALISTA
Félix Arnáiz Jiménez
Yo nunca he pisado Roma.
No, al menos, a la manera en que se debe hacer,
siguiendo las normas constitucionales
que dictan las novelas y la buena poesía.
Jamás he sabido qué quiere decir
partirse en dos las bocas,
beberse las ganas de decir «te quiero»
en un vaso de culo ancho,
vender una estrella
a lomos de un coche vacío.
Yo no conozco otro amor
que el del ramo de moras negras
y el de letras de tinta china.
He oído decir, alguna vez,
que Roma es una cárcel de amor para turistas
de la que «nunca vamos a escapar».
Yo nunca he sentido el dolor
de ver perderse entre la muchedumbre
una cara conocida,
tu piel de escalera,
tu piel de ventana,
tu piel de…
Yo no podría afirmar objetivamente
que, a mis ojos, vistas
de un color gris perfecto,
un gris que entone perfectamente con el mío;
ni que quiera saber dónde estás cuando no existes,
en qué piensas si te pregunto,
quién eres si no te miro.
Y, aun así,
con la pálida inocencia de mis días te diré
que yo nunca he pisado Roma
y que tienes más poesía
que un autobús azul
en un día de lluvia.
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