Hemorragia del tiempo, de Ángel Petisme, ha ganado el concurso de poesía #pasionesdeverano, patrocinado por Iberdrola, dotado con 3.000 euros en premios y que ha contado con un jurado formado por los poetas José Manuel Caballero Bonald, Ana Merino, Alicia Aza y Antonio Lucas, con Miguel Munárriz como secretario. Y Situación violenta, de Dimas Prychyslyy, ha quedado finalista.
Para participar había que enviar poemas en nuestro foro, en El Club de los Poetas Vivos, entre el 23 de julio y el domingo 12 de agosto. El ganador recibirá 2.000 euros, y el finalista, 1.000 euros.
Bajo estas líneas reproducimos los poemas premiados. Al resto de las poemas se puede acceder a través de nuestro foro. En este concurso han participado más de 600 poetas. ¡Gracias a todos por participar!
GANADOR
Hemorragia del tiempo
Ángel Petisme
Bajemos a la cala dorada de la historia,
a la embriagadora belleza de un deseo
en la infancia del mar.
Este es el plan, cariño:
eternamente jóvenes derrochar los afectos,
el dinero, la piel. Sin reloj ni pantallas.
Ver crecer los jazmines y preñarse las nubes
de una lluvia gitana, a cámara muy rápida,
como en esas películas en todo su esplendor.
Tener la convicción de que nace la vida
siempre con el verano, escribe en El Gran Gatsby
Francis Scott Fitzgerald.
Porque suave es la noche
abrir la mosquitera para una siesta astral,
bajo el atrapasueños follar como unicornios.
Dormir hasta aburrirnos. Procrastinar a gusto.
¿Río, mar o piscina? Pensar la refrescante
catarsis acuática. Pescar, reír, comer
navajas a la plancha y un cava rosado.
Zambullirme en el beso más guinness de los récords,
nadar hasta las ocho en los libros indómitos
de la inteligencia: Bolaño, Carson McCullers,
Hemingway, la Pizarnik, Lorca, Katherine Mansfield…
La brisa jubilosa que aleja las imágenes
de ataúdes flotando en el Mediterráneo.
Siempre buenos augurios el sueño de una noche
de fuego de San Juan, en todos los países
y todos los solsticios. Respirar el aroma
del último amor, o quizás el primero
si eliges blues del bueno y juegas esta vez
a decirme la hora solar e invencible.
Este es el plan, cariño: salvarnos juntos, ver
bajo la magia azul de los jaracandás,
grabada en la memoria la hemorragia del tiempo.
***
FINALISTA
Situación violenta
Dimas Prychyslyy
¿Recuerdas aquel agosto en Salamanca?,
¿los macarrones blandos bajo el estupor de las resacas
y la ambigüedad nocturna del Kandhavia
que nos convertía en las más putas de la noche?
¿Recuerdas a tu compañera gorda y borracha
con su mirada atónita y su voz hollywoodiense?
Ya sé que lo recuerdas todo,
que tu cama conserva aún nuestros olores.
Ya sé que la infidelidad siempre saca
lo mejor de los seres infelices.
¿Recuerdas cuando te ibas al trabajo,
intentando no hacer ruido para no despertarnos
(la carne más que despierta),
silencioso y hambriento
como un animal atontado?
¿Recuerdas las comidas que te hacía?
Pues él también me hizo unas cuantas…
Durante esos días disfruté de una tranquilidad azul y sosegada,
de la tos que provoca el tabaco y del alcohol de tercera,
de platos fríos que maromos con casco
traían pasada ya la medianoche.
Durante aquellos días Salamanca era una fiesta,
la plaza de los Dominicos se llenaba de campanas y abejorros
y un lecho de plásticos y papeles invitaba a la alegría.
Recuerdo que por aquel entonces
tú trabajabas en un restaurante caro;
solo hablabas de los menús degustación,
del maridaje de los vinos,
de los helados más repugnantes
y la delicada cristalería
que ya contaba con varias bajas entre sus filas
a causa del grosor y la torpeza de tus dedos.
¿Recuerdas que solo había pasado
un verano desde que lo dejáramos?
¿Que Iván era un parche en el abismo?
¿Recuerdas que nos queríamos como la carne y la bala?,
¿como el vértigo y el salto?,
¿como la enfermedad y la jeringa?
Recuerdo lo maricón que me pareció
cuando entró por tu puerta:
las ojeras, el temblor del cigarro,
esa hiperactividad tan propia del cansancio
y el lino, como un lienzo desnudo,
que vestía sus piernas de chapero romano
y ese culo que haría temblar de rabia a Venus.
Llevaba 48 horas sin dormir,
había bebido en los antros más impuros de la ciudad,
aunque siempre con clase,
el inmortal veneno del exceso,
como un dios humano que muere a cada día.
Tenía una seriedad impropia y alegre,
habitual en los que no están en paz consigo mismos
y una sed embriagadora de novedades
con cierto aire lírico por lo existencial y lo inmanente.
Casi no recuerdo nada de aquellos días,
solo que descuidé las letras y el oficio
y me dediqué a cultivar los celos,
los placeres de la carne,
lo que los libros me habían prohibido;
me dediqué a acostarme con la primera luz del día
envuelto en caricias y besos robados.
Recuerdo que él tenía un hermano:
una criatura de extraña delicadeza,
con ojos de reptil y piel como la mía.
Si durante esos días quise a alguien
fue a ese ser huidizo que me alegraba la vida
y a veces me despertaba una rabia amorosa
que, tras consultar, la academia conviene en llamar ternura.
Supongo que titular esto Situación violenta
es, como poco, quedarse corto…
Momento kairós, espasmo del tiempo.
Una trampa acolchada
con cierta comodidad en la herida:
un sueño largo de 22 días
(que es el período, más un día,
en el que todo humano
se acostumbra a las cosas).
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