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«Gloria» o exaltación de la existencia humana

«Gloria» o exaltación de la existencia humana

Me ha gustado mucho este breve libro de poemas titulado significativamente Gloria y escrito por el poeta madrileño Julio Martínez Mesanza. Los poemas de Gloria tienen un engranaje épico de la existencia que toca el corazón del lector. Hay mucho idealismo, y hay en los versos de este excelente libro un sentido de la vida grande, en alguna medida aterrador, religioso por radical, y hay también en estos versos un acento visionario, incluso hay ternura y nostalgia, como en ese poema titulado “Pamplona” en que el poeta evoca su servicio militar, y que tiene ecos de Rimbaud. El libro está lleno de hallazgos expresivos, de adjetivaciones originales y a la vez precisas. Porque este libro, como ocurre siempre con la gran poesía, rezuma precisión. Rimbaud es un poeta tutelar en las exploraciones que Mesanza hace en lo oscuro, pero hay otro quizá más decisivo, y ese es Borges, de quien el autor de Gloria toma el aliento épico y conduce ese aliento hasta los abismos del misterio de la vida, mezclándose así lo épico con lo místico.

"La poesía de Gloria se comunica desde un fuerte sentido de la forma. La forma en Mesanza es un vértigo de precisión y música."

La unión entre misticismo y épica es uno de los logros más característicos de la poesía de Martínez Mesanza, que se muestra así como uno de los poetas más originales, más personales de su generación. Pero nada de esto valdría lo más mínimo si Mesanza no supiera emocionarnos. Gloria es un libro que emociona; no es, sin embargo, un libro que ayude a consolarnos de la dureza de la vida, a veces la voz del poeta suena inclemente, tal vez por eso sea tan original. Es la inclemencia que hay en Borges, o en la épica clásica. La exhibición de la grandeza de la vida lleva aparejada la exhibición de la belleza de la crueldad, de la belleza de la mortalidad, del paso efímero de todas las cosas y de todos los seres. Tampoco hay un excesivo deleite en la tristeza, y podría haberlo pues muchos de los poemas frecuentan el tema de las vanidades humanas; domina una serenidad un tanto agrietada, oscura. Y al fondo se dibuja un sentido religioso de las cosas, que tal vez sea nuevo en la trayectoria del poeta, pero es una religiosidad que está emparentada, más que con una determinada fe, con el misterio y con los rigores de la existencia y con una visión épica y literaria de la Biblia. La religiosidad aquí tiene la impronta de lo femenino, busca un matriarcado excelente que dé sentido a las cosas, un matriarcado que se resuelve en versos como estos:

“Nuestra Señora de los ríos quietos,

de las complejas fuentes fracasadas,

de las negras lagunas sin salida,

del agua que no vive y que no muere.

Nuestra Señora de los indecisos.

Nuestra Señora de los laberintos”

Toda la sonoridad del poema busca la precisión y la comunicación de un orden poderoso y eminente de la vida.

La poesía de Gloria se comunica desde un fuerte sentido de la forma. La forma en Mesanza es un vértigo de precisión y música. El sentido formal del poema acaba siendo o más bien equivale al sentido emotivo de la vida. La poesía sin una forma fuerte, sin una formalización que la haga inolvidable, no toca el corazón, y eso lo sabe muy bien el poeta de Gloria. En Martínez Mesanza hay una elevación de la vida, hay un orden de exaltación de la existencia humana, que es lo que yo, como lector, más celebro en su poesía. El título del libro es un acierto, porque Gloria, tal como entiende Mesanza esa palabra, es lo mismo que belleza absoluta.

 

Autor: Julio Martínez Mesanza. Título: Gloria. Premio Nacional de Poesía, 2017. Editorial: Ediciones Rialp. Venta: Amazon

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