A Gonzalo Giner podría conocérsele como el “autor de los animales” porque en todas sus novelas siempre hay un protagonista que no es humano: caballos, perros, ovejas… y en la última, Las ventanas del cielo, un halcón gerifalte. Esta “pasión animal” es habitual en su día a día donde concilia su profesión veterinaria con su creación literaria.
Confiesa que sus lecturas le han marcado en un tipo de escritura dinámica y envolvente, donde Arturo Pérez-Reverte ha sido, y es, su real inspiración. Pero siempre aprovecha sus libros para introducirnos en una determinada época histórica y, con toda seguridad, en mundos desconocidos. Si con el Sanador de caballos nos llevó a los orígenes de la veterinaria equina, con Las ventanas del cielo, nos transporta a una explosión de luz y colores en el arte de la creación de vidrieras de las catedrales medievales.
Pero la potencia de su narración, que ya ha enganchado en anteriores ocasiones a más de 600.000 lectores, son sus personajes que albergan nobleza, lealtad, reflexión frente a las adversas circunstancias de sus vidas.
-Publicas tu sexta novela y en esta ocasión nos remontas a la Edad Media y a un oficio totalmente desconocido, la elaboración de vidrieras para las catedrales.
– Las ventanas del cielo es una invitación a regresar a la Edad Media para intentar explorar un arte muy poco conocido que es el de las vidrieras, prueba de ello es que nadie conoce a ningún autor que se dedique a ello. No se valora en realidad como un arte sino como una especie de oficio. Cuando visité la Sainte-Chapelle, en París, sentí flotar en el aire, fue una intensa emoción con colores y brillos espectaculares. En esta novela el tema de las vidrieras, que tiene al final una trama importante, no se centra solo en una catedral, recorre varias. Me pareció que era algo fascinante.
– Es un tema bastante desconocido, ¿Cómo llegaste hasta él?
– Luis García Zurdo, experto en vidrieras medievales, me contagió su pasión; en una ocasión me comentó algo que me impactó: “Yo no pinto con pinturas, pinto con luz” y vi que ahí había una gran historia, de hecho me han contactado un montón de maestros de vidrieras a raíz del libro agradeciendo la difusión de su profesión. Es un arte, porque no sólo se diseña una vidriera, se estudia la luz y su impacto en los colores y a raíz de ahí se plantea el diseño.
– En una novela de 700 páginas, pasan 200 hasta que se llega a la catedral, sin embargo, la emoción está presente desde el primer momento y, como siempre en tu obra, los personajes son muy potentes.
– Gracias, eso es lo que hace fuerte a una novela. Hugo de Covarrubias es, en principio, la historia de un rebelde aunque luego tampoco lo es tanto, se rebela contra todo pero tampoco tiene muy claro por dónde tirar, en el fondo con él me apetece construir un personaje que no esté tan definido desde el principio sino que las circunstancias que le rodean, y las experiencias que vive y los personajes que entran y salen en su vida, le van transformando. Tengo pintada su vida como si fuera una vidriera. Eneko y Acerban le aportan cosas que él realmente necesita para interpretar bien su pasado y orientarle sobre lo que es su vida y su destino.
– La profundidad y sabiduría del personaje de Acerban es maravillosa…
– Sí, los beduinos en el desierto tienen mucho tiempo para reflexionar. Las leyendas que reflejo en el libro no son mías, son leyendas que están en el refranero clásico de las leyendas musulmanas. Es un personaje humano muy profundo, de los que pasan por tu vida y te hacen reflexionar y te marcan. Sí, es potente.
– A Hugo de Covarrubias no sólo le marcan los hombres, hay tres mujeres clave: su madre, Berenguela y Ubayda.
– Ubayda es todo pasión, ella empieza a ser muy importante para él en un momento determinado; de cada uno de sus encuentros obtiene consejo, pasión, reflexión… y él se va construyendo conforme a todos esos personajes. Su madre es la inspiración… pero en una intimidad que no quiere compartir con nadie.
-¿Qué es lo que realmente pretendías con este libro?
– La verdad es que la intención número uno era dar a conocer el arte de las vidrieras, lo que me apetece de verdad es compensar con una novela el déficit de conocimiento de este arte. En una catedral nos parecen muy bonitas pero nadie se ha puesto a pensar quién las ha hecho.
– Al público lector, por lo que detectas en los comentarios, ¿le está llamando la atención este tema?
Sí, aunque, la verdad, la mayoría está más pendiente de la vida de Hugo Covarrubias que de las vidrieras.
-Tus novelas se caracterizan porque siempre tienen algún animal entre sus protagonistas: caballos, perros y ahora un halcón.
– Es una novela muy circular pensé mucho lo que tenía que ocurrir antes de empezar a escribirla, y me han influido diversas circunstancias. Burgos y el mercado de la lana estaba más que fundamentado. Respecto al tema animal, en la época del Medievo se pensaba mucho en la teoría de los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego, cualquier cosa era un equilibro de los cuatro elementos y realmente las vidrieras también lo cumplen: están formadas de arenisca (tierra), el fuego se utiliza para fundir este material, el agua (pintura y pigmentos) y faltaba el aire, ése es, sin embargo, el destino final de una vidriera. Es la comunicación con el aire. Esto enlaza con el animal, el halcón es el rey del aire y para los musulmanes es uno de los animales sagrados. Es fundamental en el desierto, en las caravanas son los que traían las proteínas. En este caso es un halcón fuera de su espacio natural porque es un gerifalte, especie propia de los países nórdicos, y se encuentra en el desierto, como Hugo, fuera de lugar. Se encuentran en un sitio inaudito para los dos. Un cristiano de Burgos en un mundo desértico y musulmán.
En general, las obras que has publicado hasta ahora, tienen un ritmo trepidante y mantienen la atención a pesar de su amplitud de páginas, ¿te entretiene la escritura?
– Muchísimo. Si decidí escribir fue por “culpa” de Arturo Pérez-Reverte, devoré con auténtica pasión muchas de sus novelas, mi referencia era él. Para mí siempre fue un reto que mi escritura se pareciera un poco a la suya. En el estilo, por supuesto, me quedo muy abajo, pero la rapidez en la narración y conseguir que el texto atraiga desde la primera página es algo que tengo siempre como máxima.
– Pero tú eres veterinario ¿cómo puede salir una escritura tan fluida? ¿Has realizado algún curso de escritura creativa?
– Qué va, qué va, yo creo que es producto de lo que he leído, tengo un recorrido de lectura muy largo, siempre he recordado a mis padres con un libro en las manos, toda la familia somos muy lectores. Luego se va depurando a medida que vas escribiendo.
– ¿Relees tus novelas?
No, nunca, solo lo hice con el Sanador de caballos para ver cuál fue el motivo del éxito que tuvo. Sufrí mucho en las primeras páginas porque siempre seguirías corrigiendo, pero intenté relajarme, pensar que no era mía y conseguí leerla del tirón.
-Siendo un autor bestseller ¿te dedicas ahora cien por cien a la literatura o sigues ejerciendo de veterinario?
-Sigo ejerciendo, no podría dejarlo porque me apasiona mi trabajo, pero he tenido un cambio en mi vida. No hago clínica, me dedico desde mi propia empresa a la consultoría en Nutrición animal, eso me permite organizarme. No hay urgencias. En los períodos en los que escribo, lo hago de madrugada y luego me voy a trabajar, procuro dedicar un día a la documentación y también aprovecho los fines de semana. Cuando la promoción es más intensa me cuesta más la compatibilidad…
-Según la legislación vigente, tanto esfuerzo no se verá compensado, ¿cómo ves la situación con los escritores que no pueden cobrar los derechos de autor si cobran una pensión de jubilación?
– ¿Cómo lo voy a ver? Fatal. Si alguien se hace un patrimonio inmobiliario cobra su pensión y lo que le generen los alquileres de esos pisos, ¿por qué un escritor no puede cobrar por lo que escribe? Me siento muy desprotegido como autor por parte del Estado. Que no proteja mis derechos frente a la piratería me parece absolutamente impresentable. Yo pago todos los derechos como ciudadano y no me defienden.
-¿Qué tendría que hacer el Estado para protegerte?
– Tan solo copiar otros modelos que ya están en marcha en otros países y funcionan. En Alemania, donde hay gran conciencia social sobre la prohibición de descarga gratuita, por ejemplo, si alguien se descarga un material desde un ordenador casero, a su casa llega automáticamente una multa. Con esta acción cada vez son menos los que copian. Habría que seguir este modelo. No es justo que a mí me reclamen pagar los impuestos pero luego no defiendan nuestros derechos.
– Esta indefensión, ¿paralizará de alguna manera la escritura?
-Yo he tenido tentaciones no de dejar de escribir, pero sí de dejar de publicar, escribir sólo para mí, porque ante esta situación lo ponen realmente imposible. Yo trabajo en mi pasión que es veterinaria, pero aunque quisiera no podría dejarla porque si no cambia la normativa, sería un riesgo.
– ¿Qué es lo mejor que te han dicho de tus libros?
– Lo mejor fue en un club de lectura de la ONCE y en referencia al Sanador de caballos, me dijeron que gracias a mi escritura, gente que nunca había podido ver se había imaginado por completo el escenario de la novela. ¡Me pareció emocionante!
-¿Cómo te gustaría que te recordaran en la historia de la literatura?
– Como un autor que unió dos mundos, el mundo de la novela histórica con el mundo animal y lo mezcló. Mis animales son parte de mi vida. Vivo en contactos con animales siempre y me parece imprescindible que estén presentes en mi obra.
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Autor: Gonzalo Giner. Título: Las ventanas del cielo. Editorial: Planeta. Venta: Amazon y Casa del libro
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