Cuando cierro un libro, independientemente de lo mucho o poco que me haya gustado, siento un torrente de sensaciones provocadas por lo que el autor del libro me ha logrado transmitir. Lo que hoy he sentido al acabar el ensayo del escritor, filósofo, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense, en donde en la actualidad es profesor emérito, Gabriel Albiac (Utiel, 1950), titulado Elogio de la Filosofía, ha sido de completa frustración. Pensaba que sabía y conocía sobre filosofía, ya que he tenido la suerte de poder estudiar y leer bastante sobre ella. Al terminar el libro del filósofo Albiac, alcanzo la misma conclusión a la que llegó, hace 2.500 años, Sócrates cuando afirmó: “solo sé que no sé nada”. Hay veces, y esta es una, en que me he encontrado con un libro tan bello, tan lleno de una prosa elegante, con un estilo literario tan exquisito y con tanta filosofía, que me siento empequeñecer por no poder tener el nivel de conocimiento que el profesor Albiac pone de manifiesto en su ensayo.
Gabriel Albiac afirma que su vida ha sido filosofía y nada más, por lo que conoce a la perfección el oficio del filósofo en un mundo donde “el universo es un bello teorema matemático. Y el hombre una incógnita más, a despejar en él”.
El filósofo Albiac plantea, a lo largo del libro, una serie de preguntas básicas que, con seguridad, toda persona ha podido plantearse sobre la propia existencia, el transcurso del tiempo, el significado de la muerte, la libertad, la belleza y la verdad. El autor no responde a las preguntas y reflexiones que propone, las deja sin respuesta forzando a que sea el lector quien piense, escoja y encuentre la réplica.
En un universo de paradojas, el propio mundo es un enigma, un inmenso mapa encriptado, ante cuya complejidad nos sabemos impotentes y en donde “la poesía es en verdad la realidad absoluta”.
A lo largo del ensayo de Gabriel Albiac, encontramos afirmaciones cargadas de belleza y que contienen ideas sobre las que podemos meditar sosegadamente. Alguna de las sentencias que más me han llamado la atención podrían ser:
- “La historia de la filosofía es la historia de la reescritura de una enredadera de escrituras, en la cual las mismas palabras revisten, en tiempos distintos y bajo distintas luces, específicos destellos”.
- “Para aquel que ha muerto la muerte no existe. El dolor es siempre el del que queda en vida. Y el luto es la moneda con la cual pagamos el privilegio infinito de poder sufrir: de estar vivos”.
- “El alfa y el omega de la filosofía es la libertad”.
- “El filósofo debe buscar la verdad, conocerla es una exigencia; decirla, no”.
- “La verdad está cargada de tal fuerza que a veces “decir la verdad es revolucionario”.
A lo largo de la lectura, aparece un incesante movimiento que obliga al lector a permanecer, paradójicamente, quieto y pensar para comprender sobre los interrogantes que desvela la lectura. Este pensamiento es recurrente a lo largo de todo el ensayo.
El libro se divide en tres partes que forman la estructura que sustenta el ensayo de Albiac. Una primera, en la que analiza y reflexiona sobre “la verdad”; una segunda, en la que habla sobre “un dios ausente” y una tercera, en la que medita sobre: “el tiempo de morir, la libertad, la virtud, la sabiduría”.
Gabriel Albiac ha construido un ensayo profundo que, gracias a sus aportaciones, ayuda a mitigar la sensación de que cada día, en nuestra vida, hay menos filosofía. Libros como éste evitan que se pierda una de las señas de identidad del Viejo Mundo; no olvidemos que la Filosofía ha sido uno de los pilares fundamentales de la cultura y esencia de Europa, aportando a la misma, desde hace más de dos mil quinientos años, conocimiento, sabiduría y civilización.
Por todo lo expuesto, considero que Albiac se hace merecedor de que los lectores le estemos agradecidos por un libro lleno de tal conjunto de saberes que buscan establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano; materia que es preciso alabar por las cualidades y méritos que muestra.
¡Muchas gracias, profesor, por un libro tan delicioso! Y por hacerme recordar que nunca se sabe y se conoce tanto de una materia como lo que uno cree.
No quiero finalizar sin hacer, una vez más, un llamamiento a la sociedad para que exija que la filosofía, historia y el resto de las asignaturas de humanidades recuperen el peso que tenían hace años en los currículums educativos. Necesitamos estudiantes mejor preparados, no que sepan más, sino que ignoren menos, para eso es fundamental el conocimiento del pensamiento, los hechos y los logros de quienes nos precedieron.
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Autor: Gabriel Albiac. Título: Elogio de la filosofía. Editorial: La Esfera de los Libros. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Sr. Villa, su última frase, el llamamiento a la sociedad, es inútil en estos decadentes tiempos. Si la excepcinal frase de Albiac, «el alfa y el omega de la filosofía es la libertad» (que en mi opinión también podría enunciarse como: el alfa y el omega de la libertad es la filosofía), la política actual nunca querrá filosofìa para los niños y jóvenes porque quieren crear un mundo de esclavos dominado por sus relatos y sus eslóganes.
Dese cuenta, además, que la frase que al principio menciona, propia de sabios, sólo sé que no sé nada, es de total oposición a la que en mente tienen los políticos: sólo sé que lo sé todo y mi verdad es absoluta.
Filosofía y política. En tiempos tan unidas y, en este momento, tan radicalmente equidistantes y opuestas.
Habrá que leer el libro del inigualable Albiac, uno de nuestros intelectuales verdaderos. Pero bueno, en esta sociedad de energúmenos-nas, consideran intelectuales a Miguel Ríos, Sabina, Victor Belén o Chiquito de la Calzada, etc.
Ricardo, gracias por su opinión