Inicio > Series y películas > Del papel a la pantalla > Grandes novelas y relatos no adaptados al cine

Grandes novelas y relatos no adaptados al cine

Grandes novelas y relatos no adaptados al cine

Si puede ser pensado, puede ser filmado.

Stanley Kubrick

Las listas: casi todo lo que emprendemos, hasta nuestras obligaciones y tareas diarias, son, en el fondo, una sucesión de listas. Las listas nos preservan al niño que algunos aún llevamos dentro, como le dije a José Luis Garci en una comida memorable. A él, como a Luis Alberto de Cuenca, a Quique Mauricio y tantos otros cinéfilos y escritores, les apasionan las listas. Listas de libros leídos y películas vistas, listas de libros pendientes de leer, de pelis pendientes de ver. De series que nunca veremos en nuestra lista de favoritos en tal o cual plataforma VoD. Listas de favoritas, de mejores, de peores, de géneros, de lo que sea. Listas y más listas. Hay incluso un libro fascinante, que me regaló la editorial Salamandra en enero de 2016 que se llama Listas memorables, recopiladas por Shaun Usher. Lo hojeo con cierta frecuencia. Es un libro editado de forma magnífica que recoge listas sorprendentes de grandes personalidades de la Historia, y de gente anónima.

Generalmente Internet está lleno de listas de libros que han sido adaptados al cine y a series de televisión, especialmente novelas, relatos y cuentos. Prueben a buscar en Google o en Wikipedia. Ahora que lo pienso, los resultados de búsqueda de un buscador son también listas de palabras. Listas de libros, decía. Listas de todo tipo, por géneros, autores, épocas o idiomas literarios. En este caso, recogiendo la propuesta de Zenda Libros de hacer una lista de libros adaptados al cine, producto de que sus editores leyeron mi lista Grandes novelas y relatos (leídos entre 1986 y 2024), he optado por el camino inverso. Hacer una lista de novelas y cuentos —que he leído en las cuatro últimas décadas— que recoja aquellos grandes títulos que, hasta donde yo tengo constancia, no han sido adaptados a largometrajes cinematográficos, ni para la gran pantalla ni para la pequeña.

"Siguiendo con el juego, le confieso al lector que cuando leía la magistral novela El siglo de las luces (Alejo Carpentier, 1962) la imaginé trasladada al cine por Arturo Ripstein"

Se entiende por largometraje a aquel film de más de 60 minutos de duración (por tanto, el primer largo de la Historia del Cine no sería, como indica erróneamente Wikipedia en español, Lubin’s Passion Play, estrenada en Estados Unidos en 1903, sino The Story of the Kelly Gang, película australiana dirigida por Charles Tait y estrenada el 26 de diciembre de 1906 en Melbourne). Dado que un tercio del más de medio millón de largometrajes producidos en el mundo, desde 1906 hasta 2024, son adaptaciones literarias al cine, creo que esta lista, además de interesar a lectores y espectadores podría ser del interés de guionistas, productores y directores de cine y televisión. Quizá alguno se anime a adaptar esos libros del papel a la pantalla. De hecho, se podría hacer un juego interesante, en el que todos podemos participar. Se trata de imaginar qué directores y/o guionistas podrían adaptar de forma admirable alguna novela o cuento que nos fascine. Por ejemplo, siempre imaginé que Roman Polanski podría ser un adaptador excepcional de La vida instrucciones de uso, de Georges Perec (de hecho, como ya escribí en otro sitio, hay un personaje de esta novela magistral y originalísima que se inspira en la madre rusa de Polanski). Y ahí surgen preguntas, ¿Cómo adaptaría Óliver Laxe La saga/fuga de J.B, novela magna de Gonzalo Torrente Ballester? ¿O Merlín e familia i outras historias, de Álvaro Cunqueiro? ¿Sería mi admirado Pablo Berger capaz de adaptar Rayuela de Cortázar? ¿Existe alguien capaz de hacer un buen largometraje con El inmortal, que tengo como el relato más perfecto de Borges? Luis Alberto de Cuenca me escribe un WhatsApp, en respuesta al listado que le envío, diciéndome que “Yo elijo La vénus d’Ille de Prosper Mérimée. La dirigiría Álex de la Iglesia, quien firmaría también el guion.” Y me añade que, a su mujer, la filóloga, experta en literatura francesa y gran maestra del haiku, Alicia Mariño, le ha hecho ilusión participar también. Dice Alicia: “La muerta enamorada de Théophile Gautier. Podría escribir el guion y dirigir la película basada en esa novela Alejandro Amenábar.” Sin duda, para esa novela genial de Gautier no se me ocurre mejor cineasta que Amenábar. Coincido contigo querida Alicia. Siguiendo con el juego, le confieso al lector que cuando leía la magistral novela El siglo de las luces (Alejo Carpentier, 1962) la imaginé trasladada al cine por Arturo Ripstein; La gallina degollada (Horacio Quiroga, relato genial incluido en Cuentos de amor, de locura y de muerte, 1917) dirigida por su compatriota uruguayo Fede Álvarez; el también uruguayo Álvaro Brechner podría dirigir la adaptación de algún cuento genial de su paisano Felisberto Hernández, le propongo la misteriosa historia Nadie encendía las lámparas (1946); el mexicano Gabriel Beristáin podría hacer una gran película con la novela La muerte de Artemio Cruz (Carlos Fuentes, 1962); Rodrigo Sorogoyen haría un peliculón, estoy seguro, con la novela feérica De bestias y aves (Pilar Adón, 2022; e insisto ¿quién podría dirigir la adaptación de El inmortal (para mí el más perfecto relato de Borges, incluido en El Aleph 1949)?, no se me ocurre ningún cineasta más dotado para ello que Alfonso Cuarón; imaginemos al argentino Damián Szifrón escribiendo el guion y dirigiendo El escarabajo (Manuel Mujica Laínez, 1982); o la novela más cinematográfica de Alejandro Jodorowsky, Albina y los hombres-perro (1999), historia fantástica que sería adaptada al cine por Guillermo del Toro; la argentina Lucrecia Martel sería seguro una inspirada adaptadora de la novela brasileña que más estimo Cerca del corazón salvaje (Clarice Lispector, 1944); la monumental Sefarad (Antonio Muñoz Molina, 2000) no sé si se podría adaptar a un único largometraje, por su extensión y complejidad, pero sí a una miniserie de diez capítulos de una hora o a una saga de seis largometrajes… dirigidos, pongo por caso, por David Trueba; ¿quién podría dirigir la que considero la mayor novela de lo que llevamos de siglo, Solenoide (Mircea Cărtărescu, 2015)? Sin duda de ningún tipo, si yo fuese productor, se la encargaría al rumano Cristian Mungiu que no solo la dirigiría sino que escribiría el guion a cuatro manos con el propio Cărtărescu (ahora me pregunto si se conocerán en persona y ya lo habrán hablado); la inquietante novela distópica París 2041 (Ezequiel Szafir, 2015) la podría dirigir de forma excepcional Olivier Assayas; La bibliotecaria de Auschwitz (Antonio G. Iturbe, 2012) la dirigiría con suma inteligencia el polaco Pawel Pawlikowski; Isabel Coixet adaptaría Déjalo, ya volveremos (Esther Bendahan, 2006); por supuesto, el director ideal para la gran novela No cantaremos en tierra de extraños (Ernesto Pérez Zúñiga, 2016) sería, sin duda, Benito Zambrano (cualquiera que vea su film Intemperie y luego lea la citada novela estará de acuerdo conmigo); Denis Villeneuve sería el adaptador de ciencia ficción perfecto para El mundo de cristal (James Ballard,1966); Darren Aronofsky haría una película muy sugerente con El elixir de la inmortalidad (Gabi Gleichmann, 2012); el turco Nuri Bilge Ceylan podría hacer una película excepcional con la novela Timandra (Theodor Kallifatides, 2018), dotada de una sensibilidad extraordinaria; imagino al excéntrico Leos Carax dirigiendo la adaptación de Locus solus (1914) de aún más excéntrico Raymond Roussel; tras ver Z, la ciudad perdida, pensé en seguida que James Gray sería el adaptador ideal de una de las mejores novelas norteamericanas de los últimos cincuenta años, Música acuática (Tom Coraghessan Boyle, 1981); si conociese en persona a Paul Thomas Anderson le propondría que dirigiese las adaptaciones de Las batallas perdidas (Eudora Welty, 1970), El quinto en discordia (Robertson Davies, 1970) o El legado de Humboldt (Saul Bellow, 1975), tres maravillas de la novelística en inglés de los años setenta que, incomprensiblemente, no han sido llevadas al cine…; en fin, el divertimento podría proseguirse ad infinitum y no se trata de aburrir al lector.

El juego está abierto —si viviese Guillermo Cabrera Infante, creo que le encantaría jugar a esto— y todos podemos leer e imaginar. Todos podemos jugar:

LITERATURA ESPAÑOLA 

Domingo F. Sarmiento. Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas (1845)

Emilia Pardo Bazán. Vampiro (1901)

Pío Baroja. El árbol de la ciencia (1911)

Horacio Quiroga. La gallina degollada (en Cuentos de amor, de locura y de muerte, 1917)

Arturo Uslar Pietri. Las lanzas coloradas (1931)

Felisberto Hernández. Nadie encendía las lámparas (1946)

Jorge Luis Borges. El inmortal (en El Aleph 1949)

Rafael Sánchez-Ferlosio. El Jarama (1955)

Carlos Fuentes. La muerte de Artemio Cruz (1962)

Alejo Carpentier. El siglo de las luces (1962)

Julio Cortázar. Rayuela (1963)

Ramón J. Sender. El bandido adolescente (1965)

Octavio Paz. El mono gramático (1970)

Gonzalo Torrente Ballester. La saga/fuga de J.B (1972)

Miguel Delibes. El príncipe destronado (1973)

Abel Posse. Daimón (1978)

Manuel Mújica Láinez. El escarabajo (1982)

Manuel Vázquez Montalbán. La rosa de Alejandría (1984)

Eloy Tizón. Velocidad de los jardines (1992)

Terenci Moix. El amargo don de la belleza (1996)

Alejandro Jodorowsky. Albina y los hombres-perro (1999)

Ramón Pernas. Brumario (2000)

Antonio Muñoz-Molina. Sefarad (2000)

Yuri Herrera. Trabajos del reino (2003)

Hilario J. Rodríguez. Construyendo Babel (2004)

Eliseo Alberto. Esther en alguna parte (2005)

José Ovejero. Las vidas ajenas (2005)

Milagros Frías. La alambrada de Levi (2006)

Esther BendahanDéjalo, ya volveremos (2006)

Javier Marías. Los enamoramientos (2011)

Antonio G. Iturbe. La bibliotecaria de Auschwitz (2012)

Mario Cuenca Sandobal. Los hemisferios (2014)

Eduardo Halfon. Monasterio (2014)

Ezequiel Szafir. París 2041 (2015)

Manuel Mira Candel. El olivo que no ardió en Salónica (2015)

Lara Siscar. La vigilante del Louvre (2015).

Ernesto Pérez Zúñiga. No cantaremos en tierra de extraños (2016)

Pilar Adón. De bestias y aves (2022)

María López Villarquide. La danza de París (2024)

LITERATURA GALLEGA

Vicente Risco. O lobo da xente (El lobo de la gente) (1923)

Ramón Otero Pedrayo. Os caminos da vida (Los caminos de la vida) (1928)

Alfonso Daniel Rodríguez Castelao. Os dous de sempre (1934)

Ánxel Fole. Á lus do candil (La luz del candil) (1953)

Álvaro Cunqueiro. Merlín e familia i outras historias (1955)

Eduardo Blanco-Amor. Os biosbardos (Las musarañas) (cuentos, 1962).

Xosé Luís Méndez Ferrín. Amor de Artur (1982). En traducción castellana de 2009: Amor de Artur. Y nuevos cuentos con Tagen Ata a lo lejos: Familia de agrimensores, Calidad y dureza, Extinción de los contactos, Fría Hortensia.

Alfredo Conde. Xa vai o grifón no vento (1984)

LITERATURA PORTUGUESA

Clarice Lispector. Cerca del corazón salvaje (1944) 

LITERATURA FRANCESA

Gérard de Nerval. Aurélia (1855)

Théophile Gautier. La muerta enamorada (1836)

Prosper Mérimée. La Vénus d’Ille (1837)

Honoré de Balzac. El elixir de la larga vida (1830)

Conde de Lautréamont (Isidore Lucien Ducasse). Los cantos de Maldoror (1868)

Auguste Villiers de L’Isle-Adam. Isis (1862)

Joris-Karl Huysmans. A contrapelo (1884)

Marcel Schwob. La cruzada de los niños (1896)

Jean Lorrain Un crimen desconocido. Relato de un bebedor de éter (1895)

Octave Mirbeau. El asesino de la rue Montaigne (1887)

Jules Barbey D’Aurevilly. Una página de historia (1889)

Jean Richepin. Los otros ojos (1891)

Remy de Gourmont. Pehor (1894)

Andre Gide. El inmoralista (1902)

Raymond Roussel. Locus solus (1914)

Julien Gracq. El mar de las Sirtes (1950)

Boris Vian (con pseudónimo: Vernon Sullivan). Vercoquin y el plancton (1946)

Eric Rohmer (nacido Maurice Henri Joseph Schérer, novela publicada con el pseudónimo de Gilbert Cordier). Elizabeth (1946)

Jean Giono. Un rey sin diversión (1946)

Marguerite Yourcenar. Memorias de Adriano (1951)

Albert Cohen. (Corfú, Imperio Otomano / Suiza) El libro de mi madre (1954)

Vintila Horia. (Rumanía) Dios ha nacido en el exilio (Diario de Ovidio en Tomis) (1960)

Marcel Jouhandeau. Tres crímenes rituales (1962)

Réjean Ducharme. (Canadá). La naríz equívoca (1967)

Georges Perec. La vida instrucciones de uso (1978)

Jean d’Ormesson. Historia del judío errante (1990)

Amin Malouf (Líbano-Francia). El viaje de Baldassare (2000)

Fred Vargas. (pseudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau) El Ejército Furioso (2011)

 

LITERATURA ITALIANA 

Emilio Salgari. La costa de Marfil (1898)

Giovanni Verga. Cavalleria rusticana y otros cuentos sicilianos (1880-1883), incluye relatos de dos volúmenes: Vida de los campos (1880) y Relatos rústicos (1883)

Giovanni Papini. Un hombre acabado (1912)

Luigi Pirandello. Cuentos para un año (1922-1937)

Cesare Pavese. El diablo sobre las colinas (1949)

Italo Calvino. El barón rampante (1957)

Leonardo Sciascia. Los tíos de Sicilia (1958)

Umberto Eco. La isla del día de antes (1994)

LITERATURA RUMANA

Mircea Eliade. La novela del adolescente miope (1927)

Mihail Sebastian. (Iosif Hetcher). Mujeres (1932)

Ghérasim Luca (Salman Locker). El vampiro pasivo (1945)

Ana Blandiana (pseudónimo de Otilia Valeria Coman). Proyectos de pasado (1982)

Mircea Cărtărescu. Solenoide (2015)

LITERATURA INGLESA 

Joseph Sheridan Le Fanu. El fantasma y el ensalmador (1838)

James Malcom Rymer. Varney, el vampiro o la fiesta de la sangre (1847)

Edward Bulwer-Lytton. La casa y el cerebro (1859)

Ambroce Bierce. Telarañas de una calavera vacía (1874)

Bram Stoker. Las almas gemelas (The Dualitists; or, The Death Doom of the Double Born, 1887)

Max Pemberton. Sazonados rubíes (1894) (incluido en Jewel Mysteries I Have Known)

Arthur Morrison. El asunto de la Avalanche Biciclye and Tire. Co. Limited (1897) (incluido en The Dorrington Deed-Box)

Guy Boothby. Los diamantes de la duquesa de Wiltshire (1897) (incluido en A Prince of Swindlers)

H.G. Wells. El nuevo acelerador (1901)

Mary Cholmondeley. Un inconveniente (1902)

W.W Jacobs. La pata de mono (1902)

Clifford Ashdown (pseudónimo de Richard Austin Freeman) y John Pitcairn. El rejuvenecedor asirio (1902) (incluido en The Adventures of Romney Pringle)

Mrs. L. T. Meade y Robert Eustace. Madame Sara (1903) (incluido en The Sorceress of the Strand)

Montague Rhodes James. El conde magnus (1904)

Francis Marion Crawford. Porque la sangre es la vida (1911)

Edward Frederick Benson. La habitación de la torre (1912)

Charles Rednikoff. Las aguas de Manhattan (1930)

Virginia Woolf. Las olas (1931)

Frank O’Connor. Huéspedes de la nación (1931)

Felipe Alfau (España) Locos. Una comedia de gestos (escrita en inglés en 1928: Locos: A Comedy of Gestures, Nueva York, 1936)

Raymond Chandler. Tristezas de Bay City (1938)

Truman Capote. Un árbol de noche (1949)

Marghanita Laski. La chaise-longue victoriana (1953)

William Golding. Martín el náufrago (1956)

Muriel Spark (Muriel Sarah Camberg). Las señoritas de escasos medios (1963)

John Kennedy Toole. La conjura de los necios (1962/1969)

James Graham Ballard. El mundo de cristal (1966)

Philip Roth. El mal de Portnoy (1969)

Eudora Welty. Las batallas perdidas (1970)

Robertson Davies. El quinto en discordia (1970)

Saul Bellow. El legado de Humboldt (1975)

William S. Burroughs. Ah Puch está aquí (1979)

Tom Coraghessan Boyle. Música acuática (1981)

J.R. Moehringer. El campeón ha vuelto (1997)

Cynthia Ozick. Los papeles de Puttermesser (1998)

Michael ChabonLas asombrosas aventuras de Kavalier y Clay (2000)

Mark Haddon. El curioso incidente del perro a medianoche (2003)

Jonathan Coe. La lluvia antes de caer (2007)

Andrew Kaufman. La esposa diminuta (2010)

Francisco Goldman. Di su nombre (2011)

James Salter. Todo lo que hay (2014)

Grame Macrae Burnet. Un plan sangriento. El caso Roderick Macrae (2015)

 

LITERATURA ALEMANA

Johann Ludwig Tieck. (Margraviato de Brandeburgo) No despertéis a los muertos (c. 1800).

Joseph von Eichendorff. (Prusia / Alta Silesia) Sortilegio de otoño (1808)

Robert Walser (Suiza). El ayudante (1908)

Stefan Zweig (Imperio Austro-húngaro/ Austria). Amok (1922)

Franz Kafka (Imperio Austro-húngaro / Checoslovaquia). Josefina la cantora o el pueblo de los ratones (1924)

Eduard Graf von Keyserling (Curlandia (Imperio Ruso)) Princesas (1917)

Herman Hesse (Alemania / Suiza). Demian (1919)

Joseph Roth. (Imperio Austro-húngaro) Confesión de un asesino (1936)

Leo Perutz. De noche, bajo el puente de piedra (1953)

Thomas Bernhard (Austria). Corrección (1975)

Ferdinand von Schirach. (RFA / Alemania) Culpa (2010), incluye quince relatos: Fiestas, ADN, Los iluminados, Niños, Anatomía, El otro, El maletín, Anhelo, Nieve, La llave, Soledad, Justicia, Compensación, Familia y Secretos.

LITERATURA NORUEGA

Gabi Gleichmann (Hungría-Suecia). El elixir de la inmortalidad (2012) 

LITERATURA YÍDISH

Rabí Najmán de Breslov. (Imperio Ruso, act. Ucrania) Cuentos fantásticos (1816), póstumos.

David Bergelson. Al final de todo (1913).

Israel Yehoshua Singer. La familia Karnowsky (1943)

Isaac Bashevis Singer. Una ventana al mundo y otros relatos (Job and Other Stories, 1972)

LITERATURA HOLANDESA

Harry Mulisch. El procedimiento (1998)

LITERATURA GRIEGA 

Theodor Kallifatides (Grecia-Suecia). Timandra (2021) 

LITERATURA RUSA

Vsévolod Mijáilovich Garshín. (Ucrania, Imperio Ruso) La flor roja (1883)

Andréi Bieli (seudónimo de Boris Nikoláievich Bugáiev). Yo, Kótik Letáiev (1916)

Sigismund Krzyzanowski (en español, Yiyanovski). (Ucrania (Imperio Ruso) / URSS) Autobiografía de un cadáver (1925)

Mijaíl Bulgákov. (Ucrania (Imperio Ruso) / URSS) Salmo (1923)

Arkadi y Borís Strugatski. (URSS / Rusia) El lunes empieza el sábado (1965) 

LITERATURA POLACA

Bruno Schulz. Las tiendas de color canela (1934)

Witold Gombrowicz. Cosmos (1965)

Stanisław Lem. La investigación (1959)

Bogdan Wojdowski. Pan para los muertos (1975)

Marek Bieńczyk. Tworki (El manicomio) (1999)   

LITERATURA CHECA

Jiří Weil. Vida con estrella (1947)

Arnošt Lustig. Una oración por Kateřina Horovitzová (1964)

Milan Kundera. La inmortalidad (1989)

Jirí Kratochvil. La promesa de Kamil Modrácek (2009)   

LITERATURA SERBOCROATA

Milorad Pavić. Diccionario jázaro (1984)

Vladan Matijević. Las aventuras de Mimí Akcentijević (2004)  

LITERATURA BÚLGARA

Angel Wagenstein. El pentateuco de Isaac (1998) 

LITERATURA HÚNGARA

Miklós Bánffy. Trilogía Transilvana, consta de tres títulos: Los días contados (1934), Las almas juzgadas (1937) y El reino dividido (1940)

János Székely (seudónimos: John Penn o Hans Szekely). Tentación (1940)

LITERATURA HEBREA

Amos Oz (Israel) La colina del mal consejo (1976)

Aharon Appelfeld (Rumanía-Israel) Katerina (1989)

Margalit Matitiahu. (Israel) La duda (2011), incluye siete cuentos

Abraham B. Yehoshua (Israel) La figurante (2014)

5/5 (16 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

1 Comentario
Antiguos
Recientes Más votados
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios
Raoul
Raoul
3 meses hace

Comentarle al autor de esta ensalada de cineastas, escritores, películas, novelas y relatos -hombre de extensísima, casi interminable bibliografía y, al parecer, fanático irredento de las listas-, que hay unas cuantas adaptaciones portuguesas de El primo Basilio, que Madame Bovary la llevaron al cine Jean Renoir, Vincente Minnelli y Claude Chabrol, que hay un Amok francés protagonizado por Fanny Ardant, que no está mal traído lo de Carpentier adaptado por Ripstein y Perec por Polanski, que probablemente Sorogoyen haría un bodrio cinematográfico con el bodrio literario de Aldón (lo cual no dejaría de ser un ejemplo de coherencia), que La ciudad perdida de James Gray es una de las peores películas norteamericanas de aventuras de los últimos cincuenta años, que, curiosamente, El bandido adolescente de Ramón J. Sender tiene muchas cosas en común con la posterior Pat Garrett and Billy the Kid de Peckinpah, que Mérimée le queda muy grande a Álex de la Iglesia, y que, por favor, no le dé ideas a David Trueba para perpetrar un nuevo engendro cinematográfico (¡y de seis largometrajes!), basado, además, en una novela de Muñoz Molina (con el Plenilunio de Imanol Uribe los cinéfilos de bien ya tuvimos más que suficiente).