Del tesoro de libros en los que colaboraron Ruth Krauss y Maurice Sendak en los años 50, por aflorar en su mayoría en nuestra lengua, sobresale Un hoyo es para escarbar, ejemplo consumado de risa alegre, que no todas lo son. Del contenido de la obra da noticia clara el propio subtítulo: “Un primer libro de definiciones”. Sin embargo, y ahí viene el primer desacato travieso de la obra, sin dejar de ser lo que proclama, un libro donde abundan las definiciones, Krauss contraría la orientación meramente informativa habitual en ellos y, frente al criterio pragmático, documental o ético, predominante entre los de la época (el libro fue publicado en 1952), dispone una imaginación festiva, tierna, absurda y sumamente inteligente a la que el joven Sendak su sumó con gusto.
En medio de vivaces dibujos a plumilla, en la línea de sus cuadernos de sketches, aparecen sentencias en diferente tamaño, perfectamente ensambladas con los dibujos y dispuestas con sumo cuidado en la paginación, ejemplar en su uso del blanco, las dobles páginas, los puntos de atención… Son frases donde se mezclan lo evidente y lo disparatado, lo que suscita sonrisa y lo que mueve a meditación. Un aire lúdico, bienhumorado y hasta pantagruélico, una exuberancia dentro de la sencillez formal del libro (un canto a la abundancia: lo bueno debe crecer) emana de todas las escenas y se desborda en las dobles páginas. Aparece anunciado en la primera de ellas, junto al dibujo de una larga mesa y una montaña de comida humeante a la que se dirigen los pequeños comensales con sus cucharas: “El puré de patatas es para que a todo el mundo le den de sobra”. Lo mismo que con el puré ocurrirá con el barro donde rebozarse o con la nieve donde jugar. El mundo se ofrece como banquete dichoso, como paraíso que disfrutar. “Los perros son para besar a la gente”, y Sendak compone una escena campestre llena de parejas de enamorados (infantes y canes).
El disparate surgido de la observación artística (“Un sombrero es para los viajes en tren”) convive con la mirada distanciada del mundo serio (“Los ratones son para comerse tu queso”). Una escuela de libertad asoma a este libro. Mezcla de ternura y de travesura, defensora de un mundo no pragmático, no utilitarista, sino alegre, colectivo y abierto. En coherencia con ello, no renuncia a lo inquietante (“El suelo es para no caerse en el agujero que hay debajo de tu casa”) ni al destello lírico, ni al apunte inolvidable, extravagante: “Un director del cole es el que te saca la astillita” (junto al único dibujo del libro en el que aparece un adulto, casi un gigante, curando la herida de una niña que se ha pinchado).
Por si no hubiera quedado suficientemente claro el espíritu que mueve la obra, basta con echar un ojo a una de sus últimas páginas, un gran desfile de niños, al modo circense, en zigzag. Unos llevan globos, otros tocan instrumentos, algunos lucen disfraces, todos ríen. Y reza el letrero: “El sol es para que haga un día fantástico”.
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Autores: Ruth Krauss y Maurice Sendak. Título: Un hoyo es para escarbar. Un primer libro de primeras definiciones. Editorial: Kalandraka. Venta: Todos tus libros.
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